La buena de Ada Colau dice que irá al aquelarre separatista del 11 de septiembre. Normal, ¿acaso alguien creía que tenía algo mejor que hacer ese día? Lo curioso es que se vuelva a la pregunta «¿Es separatista Colau?», como si no supiésemos a día de hoy quién es la alcaldesa de Barcelona, una persona que ha vivido del cuento toda su vida y que ha llegado a la alcaldía de la capital catalana «sin dar un palo al agua».
El año pasado por estas fechas, cuando la actividad política estaba en las elecciones autonómicas catalanas, la amalgama de partidos que formaban Catalunya Sí que es Pot analizó las elecciones y pensó que, puesto que los catalanes iban a ver los comicios como un referéndum separatista y sabiendo que los independentistas estarían unidos a Junts pel Sí, lo ideal era no mostrarse partidario de la separación, eso sí, sí a favor de una consulta para votar si se quiere o no balcanizar España.
La táctica era recoger votos de los independentistras que buscaban una salida tras una votación y también las de los constitucionalistas de izquierda. Pablo Iglesias dobló turno por el llamado cinturón rojo para conseguir que, en aquellas ciudades donde a principios de la democracia dominaba el comunismo, volviera a resurgir el sentimiento.
Podemos, Barcelona en Comú y las demás formaciones que estaban asociadas ambos habían conseguido buenos resultados en las municipales de unos meses antes. Barcelona en Comú había sido primera fuerza en la capital catalana y Ada Colau había sido aclamada como la mesías de la ciudad condal al grito (en castellano) de sí se puede.
Las encuestas al principio situaban a Catalunya Sí que es Pot como tercera fuerza, muy cerca de Ciudadanos y lejos de la unión de Convergència y ERC en Junts pel Sí. Sin embargo, tanto Pablo Iglesias hacía un discurso españolista (por el que Artur Mas llegó a compararle con José María Aznar) que el candidato de la coalición Franco Rabell (que había votado sí en el butirreferéndum del 9 N) aseguraba no ser separatista, sino que ese voto había sido de protesta contra el PP por no dejar hacer un referéndum, no importándole a Franco Rabell que fuese ilegal.
Ese no saber si eran o no eran, el sí pero no de la formación hizo que Catalunya Sí que es Pot bajara en las encuestas. Sin embargo, lo que verdaderamente les hundió a límites insospechados y no ser ya tercera fuerza sino cuarta fue el «desliz» que tuvo el teniente de alcalde y compañero de Colau, Gerardo Pisarello, cuando hubo el sainete en el balcón del ayuntamiento en plena exhibición castellera.
El separatista Alfred Bosch, concejal de ERC, exhibió una estelada, a lo que Alberto Fernández del PP respondió mostrando una bandera constitucional española. A ese comportamiento de niños, respondió de forma lamentable Pisarello, tratando de arrebatar la bandera nacional a Fernández como si esta fuese una imagen del diablo, mientras que no le importaba en absoluto que los separatistas enseñaran la bandera del odio y de la xenofobia antiespañola que representa la estelada.
El batacazo de Catalunya Sí que es Pot fue de libro obteniendo menos diputados de los que ya tenía Iniciativa per Catalunya, que formaba parte de la coalición. Tras formar el Parlament, los miembros del partido dan una de cal y otra de arena para mojarse lo menos posible a la hora de decantarse por estar con la ilegalidad o con los independentistas.
Con las elecciones Generales, Podemos descubrió la panacea en tierras catalanas. Ganó las elecciones con los votos de muchas personas situadas a la izquierda de la izquierda y otros que buscaban la revolución. Sin embargo, lo que le hizo ganar fue que los independentistas votaran a Pablo Iglesias creyendo que éste les traería el ansiado referéndum.
Y es por eso por lo que Ada Colau este año sí va al acto separatista, vislumbrando que, si fracasa Junts pel Sí, quizá unas nuevas elecciones podrían hacer que los que hasta ahora votaban fuerzas independentistas esta vez le voten a ella. Colau no tiene ideología, no tiene principios, será lo que haga falta con tal de conseguir lo que quiere y sabiendo que, por más escándalos que cometa, por más que deje a la Policía indefensa y a los comerciantes hundidos a causa de los manteros, por más que haya enchufado a su pareja y amigos en el ayuntamiento, por más que se haya descubierto que el anterior alcalde, el señor Trias le financiaba cuando era líder de la PAH, muchos catalanes están con ella, con ellos, porque muchos siguen pensando que son los de abajo, que son el pueblo, por más que Colau y sus enchufados realmente sean de vivir del cuento.
Fuente de la fotografía de portada: periodistadigital.com