A Colau este año sí le interesa ir al 11 de septiembre

La buena de Ada Colau dice que irá al aquelarre separatista del 11 de septiembre. Normal, ¿acaso alguien creía que tenía algo mejor que hacer ese día? Lo curioso es que se vuelva a la pregunta «¿Es separatista Colau?», como si no supiésemos a día de hoy quién es la alcaldesa de Barcelona, una persona que ha vivido del cuento toda su vida y que ha llegado a la alcaldía de la capital catalana «sin dar un palo al agua».

El año pasado por estas fechas, cuando la actividad política estaba en las elecciones autonómicas catalanas, la amalgama de partidos que formaban Catalunya Sí que es Pot analizó las elecciones y pensó que, puesto que los catalanes iban a ver los comicios como un referéndum separatista y sabiendo que los independentistas estarían unidos a Junts pel Sí, lo ideal era no mostrarse partidario de la separación, eso sí, sí a favor de una consulta para votar si se quiere o no balcanizar España.

La táctica era recoger votos de los independentistras que buscaban una salida tras una votación y también las de los constitucionalistas de izquierda. Pablo Iglesias dobló turno por el llamado cinturón rojo para conseguir que, en aquellas ciudades donde a principios de la democracia dominaba el comunismo, volviera a resurgir el sentimiento.

Podemos, Barcelona en Comú y las demás formaciones que estaban asociadas  ambos habían conseguido buenos resultados en las municipales de unos meses antes. Barcelona en Comú había sido primera fuerza en la capital catalana y Ada Colau había sido aclamada como la mesías de la ciudad condal al grito (en castellano) de sí se puede.

Las encuestas al principio situaban a Catalunya Sí que es Pot como tercera fuerza, muy cerca de Ciudadanos y lejos de la unión de Convergència y ERC en Junts pel Sí. Sin embargo, tanto Pablo Iglesias hacía un discurso españolista (por el que Artur Mas llegó a compararle con José María Aznar) que el candidato de la coalición Franco Rabell (que había votado sí en el butirreferéndum del 9 N) aseguraba no ser separatista, sino que ese voto había sido de protesta contra el PP por no dejar hacer un referéndum, no importándole a Franco Rabell que fuese ilegal.

Ese no saber si eran o no eran, el sí pero no de la formación hizo que Catalunya Sí que es Pot bajara en las encuestas. Sin embargo, lo que verdaderamente les hundió a límites insospechados y no ser ya tercera fuerza sino cuarta fue el «desliz» que tuvo el teniente de alcalde y compañero de Colau, Gerardo Pisarello, cuando hubo el sainete en el balcón del ayuntamiento en plena exhibición castellera.

El separatista Alfred Bosch, concejal de ERC, exhibió una estelada, a lo que Alberto Fernández del PP respondió mostrando una bandera constitucional española. A ese comportamiento de niños, respondió de forma lamentable Pisarello, tratando de arrebatar la bandera nacional a Fernández como si esta fuese una imagen del diablo, mientras que no le importaba en absoluto que los separatistas enseñaran la bandera del odio y de la xenofobia antiespañola que representa la estelada.

El batacazo de Catalunya Sí que es Pot fue de libro obteniendo menos diputados de los que ya tenía Iniciativa per Catalunya, que formaba parte de la coalición. Tras formar el Parlament, los miembros del partido dan una de cal y otra de arena para mojarse lo menos posible a la hora de decantarse por estar con la ilegalidad o con los independentistas.

Con las elecciones Generales, Podemos descubrió la panacea en tierras catalanas. Ganó las elecciones con los votos de muchas personas situadas a la izquierda de la izquierda y otros que buscaban la revolución. Sin embargo, lo que le hizo ganar fue que los independentistas votaran a Pablo Iglesias creyendo que éste les traería el ansiado referéndum.

Y es por eso por lo que Ada Colau este año sí va al acto separatista, vislumbrando que, si fracasa  Junts pel Sí, quizá unas nuevas elecciones podrían hacer que los que hasta ahora votaban fuerzas independentistas esta vez le voten a ella. Colau no tiene ideología, no tiene principios, será lo que haga falta con tal de conseguir lo que quiere y sabiendo que, por más escándalos que cometa, por más que deje a la Policía indefensa y a los comerciantes hundidos a causa de los manteros, por más que haya enchufado a su pareja y amigos en el ayuntamiento, por más que se haya descubierto que el anterior alcalde, el señor Trias le financiaba cuando era líder de la PAH, muchos catalanes están con ella, con ellos, porque muchos siguen pensando que son los de abajo, que son el pueblo, por más que Colau y sus enchufados realmente sean de vivir del cuento.

 

Fuente de la fotografía de portada: periodistadigital.com

La Oposición contra el Muro del Gobierno Nacionalista

En la Catalunya del pensamiento único, hay situaciones, hechos y noticias que se anuncian con bombo y platillo. Sin embargo, hay otras que pasan de un modo discreto, casi desapercibidas.

El pasado día 30, en el Parlament de Catalunya se votaba derogar la orden que modifica el copago para discapacitados. Esa orden que promulgó en su día Convergència i Unió  ha provocado que muchas personas con discapacidad hayan tenido que pagar hasta un 40 % más que con el copago anterior.

Ciudadanos ya reivindicó esta modificación en el Pleno de Emergencia Social. El día 30 se pudo aprobar en el Parlament de Catalunya una propuesta para derogar la Orden que reducía drásticamente los recursos económicos de uno de los colectivos más vulnerables de la sociedad con los votos de toda la oposición.

Ciutadans, PSC, Catalunya Sí que es Pot y Partido Popular consiguieron ponerse de acuerdo en algo que creo que parece tan obvio que en la calle el pueblo ve como una prioridad.

Sin embargo, no, ni Junts pel Sí ni la CUP están a favor de ello, lo cual demuestra, entre otras cosas, que ERC y la propia CUP, o bien no pintan nada en el gobierno de Catalunya, o bien de partidos de izquierda que llevan por bandera los asuntos sociales no tienen absolutamente nada.

Desde la CUP, se están haciendo expertos en inventar discursos para tratar de justificar lo injustificable. Pero lo cierto es que la independencia de Catalunya, que para más inri no ocurrirá jamás, está por encima de absolutamente todo, incluso de las personas más necesitadas.

A pesar de que en Catalunya estén prohibidas las corridas de toros, los partidos separatistas se han abstenido y no han votado No a estas propuestas por vergüenza torera, a pesar de que no hayan querido apoyarla.

Desde Ciudadanos, como ya saben cómo se las gasta el gobierno independentista y conocedores de que el Govern de Puigdemont suele retrasar muy mucho las cuestiones en las que no está a favor, la Diputada Noemí de la Calle manifestó que reclamará al gobierno de la Generalitat que «se comprometa a reducir la injusta carga económica que sufre uno de los sectores más vulnerables de la sociedad: las personas dependientes», «priorice los recursos y los dedique a trabajar para solucionar los problemas de los catalanes en vez de dedicarlos a otras cosas» y que se haga con la mayor celeridad posible.

Aunque todos sabemos que la prioridad para el gobierno de Catalunya es lo que es, que más allá de la independencia que salve a más de uno de la justicia no hay nada, curiosamente da la sensación de que el gobierno que hay en Catalunya esta más en funciones que el del Gobierno Central porque, obviamente, fuera del monotema, las demás cuestiones pasan a un segundo o tercer término.

Lo que ocurre es una obviedad, el plan es claro. Los partidos independentistas están dejando caer la sanidad, dejando que los colegios queden en barracones, dejando que los más necesitados lo pasen mal y dejando en extrema gravedad a personas que tienen pocos recursos, como las personas con diversidad funcional, para poder seguir con la cantinela del España nos roba.

Cuanta más penuria haya en Catalunya, más fácil será el discurso de los extremistas. Por eso y no por otra cosa es por lo que Convergència, Esquerra y la CUP últimamente se unen en propuestas que, como decimos en Catalunya, «no tenen ni cap ni peus» (no tienen ni cabeza ni pies).

Para que los catalanes vayamos a mejor, solamente hay una posibilidad: la unión, el remar en una misma dirección. Por más que haya unos políticos fanáticos que su única lucha en la vida sea que eso no ocurra, Inés Arrimadas y su equipo siguen luchando contra el muro nacionalista.

 

Fuente de la fotografía de portada: elperiodico.com

 

 

 

El puzzle Podem

Hace alrededor de año y medio, tuve una conversación con una persona que había asistido a algunas reuniones del círculo de Podemos en su ciudad. Finalmente, a pesar de que tenía cierto interés en el proyecto, no pasó a formar parte de la agrupación. Entre otras cosas, le pregunté por lo que se hablaba sobre el tema soberanista catalán y del inminente butifarréndum que iba a organizar Artur Mas para contar cuántos independentistas había en Catalunya, poniendo unas urnas de cartón donde podían votar también los extranjeros y los menores de edad y cuyo recuento lo hacía, entre otros, Oriol Junqueras.

Me dijo que, entre los afiliados, había nacionalistas y no nacionalistas, pero que en su mayoría había personas que querían hacer el referéndum para votar No. Este tema es difícil de explicar, aunque ya lo he hecho otras veces. Esos que quieren votar para decir No o bien mienten, están desinformados o, quizá, tienen una visión distorsionada de lo que es la democracia.

Eso que mal llamamos Derecho a Decidir no existe en Derecho, no hay ninguna ley que lo permita, con lo cual no es un derecho. Como ya sabemos, la ultraizquierda entiende que las leyes están para quitar libertad al pueblo, pero la realidad es que es totalmente al revés. Las leyes son la que dan derecho a los ciudadanos, las leyes es lo que nos hacen ser libres.

Uno de los grandes males de la sociedad actual es que la extrema izquierda siente superioridad moral sobre el resto de la población. Ellos son el pueblo, ellos son la gente, ellos son los que se preocupan por los desahuciados, por los indignados, por los refugiados. Ellos son el pueblo y los demás somos fascistas.

En ese discurso, coinciden con los separatistas, lo cual ha llevado a la perversión de asociar el independentismo catalán con la izquierda y a los constitucionalistas con la derecha, por más que en ese proceso constituyente formaron parte socialistas, comunistas y también catalanistas. Pero eso da igual, la historia no cuenta. Sólo les interesa el presente, el día de hoy y la distorsión y perversión de los pensamientos.

Esta persona de la que les hablo finalmente decidió no entrar en Podemos porque sabía que iban a ser el tonto útil para ayudar al independentismo de la burguesía catalana, que primero fueron monárquicos, luego franquistas, más tarde catalanistas; que ahora son independentistas y que mañana serán lo que hagan falta para seguir siendo parte del poder.

En Catalunya hay dos vías políticas más allá de las distintas ideologías: los que pertenecen a la oligarquía y los que no. Hasta hace bien poco, la CUP y Ciudadanos, más allá de sus diferencias, eran los únicos que podían presumir de no pertenecer a ella, aunque ahora la CUP, que no es más que un partido formado por hijos de burgueses que juegan al mayo del 68, ya forma también parte de ella, ya que pactó con Junts pel Sí, del mismo modo que un hijo hace caso a su padre a regañadientes cuando éste le dice  que le va a quitar la paga.

Podemos en Catalunya podía haber decidido no formar parte de esa oligarquía contra la que supuestamente dice que lucha, pero lo ha hecho por partida doble: una, porque se han unido con Inciciativa y, dos, porque por esa asociación de equiparar al independentismo con la izquierda y a desobedecer las reglas con la libertad, han elegido dónde quieren estar, al lado de los que quieren balcanizar España, de los que creen que hay españoles de primera y de segunda, de los que creen que la soberanía está en los territorios y no en los ciudadanos.

Podemos en Catalunya es una gran mentira, una unión de siglas y personas que en realidad no piensan lo mismo, pero que creen que unirse contra un enemigo en común es la mejor de las opciones. Las crisis internas están mostrando las dificultades. Podemos en Catalunya está sin líder desde que Gemma Ubasart dimitió en octubre, tras los malos resultados de las autonómicas y después de mostrar su malestar con el diseño de la campaña.

Ada Colau quiere formar una nueva formación más allá de Podemos y es que el lado más nacionalista de la unión, que se llamó Catalunya Sí que es Pot, se ha dado cuenta de que ir bajo la tutela de Podemos es buena para las Generales, donde el voto en negativo hace que los separatistas voten a Podemos para perjudicar al Estado, pero les perjudica en las elecciones autonómicas, marcadas por el tema identitario.

Precisamente, la relación de Podemos con ese nuevo partido de Colau es una mayor de las batallas en la lucha por el poder en Catalunya. Colau y los suyos creen que, si consiguen el voto, la extrema izquierda, más el de los votantes descontentos con la CUP y ERC y con la táctica de buscar un referéndum pactado (ya sea para votar Sí o para votar No), podrán dominar Catalunya, cuestión que me aterra tras ver cómo está Barcelona desde que está de alcaldesa, con un equipo sin preparación, liderado por Ada Colau, una persona que lleva viviendo del cuento toda la vida.

Podemos en Catalunya es un misterio difícil de encajar, en el que están englobadas personas que piensan totalmente diferente. Esperemos que, más allá de la indignación, las personas vean que hacen falta ideas para mejorar las cosas y que no se puede hacer ni la más mínima de las concesiones a quien  va contra la Ley.

Mientras escribía ayer estás líneas, supe del atentado terrorista en Bruselas. Con la entrada a medio hacer, pensé en cambiar la temática, en hacer una referencia al ataque, pero finalmente opté por no hacerlo. No van a ser estos desalmados los que cambien mi tempo, los que me digan lo que debo hacer. Que las víctimas descansen en paz y todos aquellos que dicen que en el terrorismo hay cuestiones políticas que se lo hagan mirar.

Independentismo con azúcar

No, no es 28 de diciembre, no es el Día de los Santos Inocentes, no es una broma, todos los medios de comunicación se han hecho eco de ello. Y, sí, sé que suena a chiste, a broma pesada, pero no lo es. Ada Colau ha visto la necesidad de formar un nuevo partido en Catalunya, un partido de izquierdas y nacionalista ya que, según ella (y esto sigue sin ser broma), es «para impulsar un espacio político necesario que no estaba presente».

¿Qué no está presente? ¡Qué no está presente! Pero si en Catalunya solamente hay partidos de izquierda nacionalista. Veamos… dentro de Junts pel Sí está Esquerra Republicana de Catalunya, que en sus listas ha incluido a Estat Catalá, además se unieron Solidaritat Catalana per la Independencia (SI), Reagrupament, Catalunya Sí, Catalunya Acció, Avancem y Moviment d’Esquerres (MES) a lo que, además, como claramente independentista, hay que sumar a la CUP que, dentro de su candidatura, llevaba a Endavant y Arrán. Sin olvidarnos, por otro lado, de los que apuestan por el derecho a decidir, tales como Iniciativa per Catalunya (ICV) EUiA, los cuales formaron Catalunya Sí que es Pot junto a Podem y, en este resumen, sin dejar de mencionar también al PSC pues fue con él y el triparito que formó que comenzó esta locura nacionalista.

De modo que, ¿de verdad hace falta un nuevo partido de izquierda nacionalista? ¿Y los que son de izquierda no nacionalista a quién votan? ¿Deben seguir votando a partidos que dicen no ser independentistas pero sí lo son o al menos su cúpula lo es? En Catalunya, como se pudo ver en estas últimas elecciones autonómicas, las personas cada vez lo tienen más claro. Saben que si votas nacionalismo es siempre lo mismo, dar el voto a la oligarquía catalana, de ahí el auge de Ciudadanos.

Hace poco, un lector me preguntaba qué era eso de la oligarquía catalana y, dado que observo que hay algunos que no me acaban de entender, lo voy a explicar lo más claro que sé. La oligarquía catalana consiste en que, a pesar de que los diez apellidos más comunes de Catalunya sean García, Martínez, López, Sánchez, Rodríguez, Fernández, Pérez, González, Gómez y Ruíz, nunca nadie que se apellide así esté en el Gobierno.

Imaginamos que la idea de Colau es que muchos de esos partidos antes referidos acaben en coalición con el nuevo partido y que repitan el éxito de En Comú Podem en las elecciones generales, donde fueron la fuerza más votada, uniendo el voto de los que votaban a Podemos como partido de izquierda y el de los independentistas que querían que el Presidente fuese un Pablo Iglesias que había prometido un referéndum de autodeterminación en Catalunya.

Si eso es así, tendremos el trabajo de siempre para el cual nació Ciudadanos en su día, el de hacer entender a las personas que este partido será lo mismo que fue el PSC en su momento, un partido catalanista que recogerá el voto de los constitucionalistas de izquierda, de catalanes que también se sienten españoles y europeos, para después dárselo a la oligarquía que en estos tiempos se viste de independentismo.

Habrá que hacer entender a los catalanes que no se puede hacer un referéndum ni tan siquiera para que gane el No y se acabe, porque no funciona así. En el momento en el que un gobierno de España acepte una consulta, ya estará reconociendo que Catalunya es independiente y entonces ya dará igual el Sí que el No.

Habrá que seguir explicando que el derecho de autodeterminación únicamente existe para los pueblos oprimidos y para las colonias y que Catalunya, obviamente, no es ni lo uno ni lo otro.

Habrá que explicar que votar a En Comú o como se llame este partido solamente es el desesperado intento nacionalista para llegar a ese ansiado 50% +1, que creen que es suficiente para creerse legitimado, por más que nunca haya tanto por ciento suficiente para saltarse la Ley y traicionar la Constitución y el Estatut de Catalunya.

Habrá que trabajar y mucho para que vuelvan a errar el tiro y que el partido de Colau quite votos a los independentistas, pero no a los constitucionalistas, a los que creemos que la soberanía está en el pueblo y no en los territorios, a los que creemos que la política la marcan los ciudadanos y no el Govern de Catalunya, para los que creemos en un país de personas libres e iguales, para los que sabemos que ser catalán es un lugar de nacimiento, un sentimiento o incluso una filosofía de vida pero no una ideología pues el hecho de nacer en Catalunya no te hace creer en una cosa u otra, no te hace ver las cosas de una u otra manera. Porque cada uno es catalán a su manera, que tan catalán es el que vota a Ciudadanos, al PSC, al PP o a la CUP; que tan catalán es el que es del Barcelona como del Espanyol o del Madrid o del Betis; que tan catalán es el que ve TV3 como TVE, La Sexta o Telecinco. Porque, para ser catalán, solamente hace falta haber nacido en Catalunya o amarla y respetarla como si lo hubieras hecho.

 

Fuente de la fotografía de portada: 20minutos.es

La historia intermibable

Como en el libro de Michael Ende, la política española es una historia interminable que no nos da un momento de respiro y, quien dice un momento dice unos meses, sin elecciones y es que el panorama que se nos presenta en 2016 con las posibles repeticiones de elecciones catalanas y Generales empieza a hastiar a la población.

En algunos medios de comunicación, comienzan a hablar de segunda vuelta y casi todos apuntan a quién beneficiará o perjudicará estas posibles elecciones. Yo sigo pensando que es demasiado pronto para hablar de esas cosas, por más obvias que parezca, porque también todo el mundo tenía claro que la CUP investiría rápidamente a Mas y, de momento, no lo ha hecho.

A día de hoy, creo que es más interesante saber si verdaderamente hay nuevas elecciones que novedades pueda haber. ¿Habrá nuevas coaliciones? ¿Nuevos candidatos? En Catalunya la primera incógnita es saber si se repetirá la fórmula de Junts pel Sí, lo cual todos parecemos tener claro que no la habrá. Primero, porque era una formación para ganar por mayoría y ha fracasado; después, porque la tendencia lleva a pensar que ERC tiene ventaja sobre Convergència en el voto independentista, de modo que Junqueras y los suyos no deben de estar muy por la labor.

Aunque eso también tiene doble lectura ya que, a pesar de que yo también opine que Esquerra estaría en la «Pole Position» para ser la fuerza más votada en Catalunya, no es menos cierto que, como explicamos el otro día, al ir separados y debido a la Ley d´Hont, en unas elecciones clonadas a las de septiembre, ERC y CDC por separado obtendrían alrededor de 16 escaños menos, aún y con el mismo total de votos de los que consiguió Junts pel Sí. De modo que, a groso modo, podríamos decir que, sin la unión de estos partidos, sería prácticamente imposible una mayoría independentista en el Parlament, aunque tampoco lo han conseguido de esta manera, de modo que el único motivo lógico para revivir Junts pel Sí sería pensar que verdaderamente la mitad de los miembros de la CUP quisieran independencia por encima de todo y votaran esta vez a la coalición de Mas y Junqueras. Eso sí, esta coalición sería muy arriesgada ya que debería tener mayoría absoluta para poder gobernar, al menos si va Mas a la cabeza como es su propósito.

De modo que esa es la primera incógnita que habrá que resolver. Después estará saber si la CUP (en caso de que no haya ruptura) buscará asociación con En Comú o, si bien, el partido de Colau tratará de unirse a Catalunya Sí que es Pot, aunque quizá (o seguro) con otro nombre. Sea como sea, se antoja muy complicado que esta lista la liderase de nuevo Lluís Franco Rabell quien en principio se antoja como el único cambio de cabezas de listas de los partidos con representación, salvo el ya sabido de la CUP, tras la renuncia de Antonio Baños y quien, presumiblemente, liderará Anna Gabriel si finalmente permiten a los miembros de la CUP volver a presentarse ya que, si leemos la letra pequeña de las normativas del partido, sus integrantes solamente pueden estar en una legislatura y, de haber otras elecciones, comenzará otra en marzo.

En Ciudadanos y PSC parece claro que Arrimadas e Iceta seguirán a la cabeza y también se presupone que repetirá Albiol en el PP, si bien el intento de un líder duro para los populares no tuvo un excesivo resultado el pasado 27-s y la figura de Andrea Levy cada vez crece más. También sería interesante saber si Unió tratará de recoger descontentos de CDC y si Durán i Lleida estará al frente.

En el panorama de las Elecciones Generales, sin embargo, no se prevee tanto cambio. En el PSOE es el único lugar donde parece haber lucha de tronos. Parece complicado que, de repetirse elecciones, Pedro Sánchez sea nuevamente candidato, quizá por eso continúa a día de hoy agarrado al sillón, después de haber tenido los peores resultados de la historia de su partido desde la muerte del Dictador.

A día de hoy, Sánchez dice que no se abstendrá para que gobierne el PP, pero que tampoco aceptará pactar con Podemos si éste mantiene la línea roja del referéndum en Catalunya, aunque las dificultades no acabarían ahí ya que, si Iglesias cediera en ese término, no podría contar con los votos a favor de En Comú. De modo que todo es un galimatías, una historia interminable que es apasionante, pero agotadora a la vez y que esperemos que la esperanza sea superior al hastío de los ciudadanos.

 

Fuente de la fotografía de portada: libertaddigital.com

2015 el año de la República Bananera de Catalunya

El 2015 será recordado como el año en el que un grupo de políticos irresponsables y traidores con la Ley, la Constitución y el Estatut declararon que mi tierra Catalunya iniciaba su camino en república bananera.

Un año institucionalmente perdido, en el que no ha mejorado ni el paro ni la sanidad ni la cultura… y en el que únicamente han subido los casos de corrupción.

El año en el que todos (si es que nos quedaba alguna duda) nos hemos cerciorado de que el independentismo del señor Artur Mas es solamente una cortina para tapar la corrupción de su partido, una corrupción familiar e institucional que viene desde los primeros días del Pujolismo.

El año acaba con los miembros de la CUP, un partido supuestamente antisistema pero que participa del sistema, sobre todo para pararlo, para no dejar que Catalunya tenga por fin un gobierno.

La CUP sabe que Mas no es independentista, que todo esto es una farsa y está dividida entre hacer ver que no se dan cuentan y conseguir su anhelo independentista y, pir otro lado, ser sinceros con ellos mismos y con todos los catalanes y no investir a Mas, porque saben que hacerlo sería ser cómplices del partido de la burguesía catalana y de su plan para tapar la corrupción.

Veremos qué nos depara el 2016, si al final la CUP se decide entre Mas o Març (Marzo) y, a partir de ahí, veremos qué posibilidades hay. A día de hoy, yo creo que todos quieren nuevas elecciones. La CUP porque desea salir ya de este entuerto; Catalunya Sí que es Pot porque, dados los últimos resultados de Podemos, ven la posibilidad de subir y ser una alternativa; PP y PSOE porque, dados los malos resultados, no tienen mucho que perder; Ciudadanos porque podría ser primera fuerza de repetirse los resultados de autonómicas y si Convergència y ERC van por separado; los republicanos porque se ven por delante del partido de Mas y, probablemente, primera fuerza; y Convergència porque, por fin, podría salir de este callejón sin salida.

Porque si ocurre lo contrario, si Artur Mas es investido, entraremos en una vía sin retorno que no nos va a llevar a la independencia, porque independencia no va a haber, entre otras muchas cosas porque el pueblo catalán ya ha dicho por activa y por pasiva que no la quiere. Pero sí seguiríamos con un gobierno que no gobernaría, con pleitos y juicios, que quién sabe cómo acabarían.

Lo único que sabemos es que el plan secesionista que acabaría en 18 meses con un referéndum sobre la independencia no existe nada más que en la mente de Artur Mas y los que le siguen ciegamente.

De modo que solamente nos quedaría por ver dónde acaba la obstinación de Mas y Junqueras o… ¿verdaderamente van a forzar que los Mossos d’Esquadra les detengan por alta traición e intento de golpe de Estado?

Hoy acaba el año de la República Bananera de Catalunya. Esperemos que el 2016 sea el año de la vuelta a la normalidad, porque no quiero ni imaginarme lo que sería otro año de desgobierno en el que los políticos separatistas, en lugar de gobernar, solamente se dedicasen a enfrentar a los catalanes y en el que la Generalitat, en lugar de destinar el dinero a sanidad o educación, lo siguiese dedicando a poner embajadas catalanas, manifestaciones y financiar entidades y medios de comunicación para que promuevan el odio a España.

Catalunya en miniatura

Es verdaderamente increíble que un personaje tenebroso como Artur Mas esté llevando a mi tierra a un ridículo espantoso en los últimos años. El hombre que fuese delfín del ex-molt honorable y ahora presunto ladrón Jordi Pujol está ridiculizando tanto a Catalunya que ha quedado en miniatura.

Primero, rompió su partido, después rompió Junts pel Sí y ahora ha roto hasta a la CUP. Mientras eso ocurría, ha enfrentado y ha querido repartir carnets de buenos y malos catalanes.

Ha malgastado el dinero en embajadas, en manifestaciones y en financiar asociaciones, diarios y televisiones, mientras recortaba en sanidad y educación y todo, ¿para qué? Quién sabe, quizá para salvar a Papá Jordi Pujol.

Los catalanes hemos tenido que votar tres veces en cinco años y, si nada cambia, en marzo volveremos a pasar nuevamente por las urnas y todo por una visión de Mas, todo porque, de la noche al día, una mañana se despertó independentista.

En las elecciones de 2010, antes de que Convergència se pasase al lado independentista, CiU obtuvo 1.200.000 votos y 62 escaños. No contento con eso, el señor Mas decidió adelantar las elecciones buscando el respaldo para iniciar el proceso separatista.

Perdió 12 escaños, pero eso no hizo que se echase atrás, todo lo contrario. Esquerra Republicana le permitió gobernar y Mas siguió con sus embajadas, sus manifestaciones y su perversión de la historia.

En las elecciones europeas de 2014, ERC consigue más votos que CiU. Solamente un par de meses después, Jordi Pujol confiesa que tiene una cuenta en Suiza, supuestamente de una herencia. Poco a poco, se va conociendo que de herencia nada, que los Pujol son un clan mafioso y que en su época como President hicieron mordidas del 3, 5 y hasta 7% a la hora de adjudicar obra píblica.

ERC deja de ser aliado de CiU. Pero los de Artur Mas tapan todo con la estelada y con el España nos roba. Por su camino hacia el independentismo y los casos de corrupción en los cuales se llegan a embargar las sedes de Convergència, Unió rompe la coalición y decide andar por separado.

Comienzan a exigir unas nuevas elecciones. ERC se cree por encima de Convergència y desea los nuevos comicios, pero las encuestas comienzan a teñirse de naranja de Ciudadanos y ERC comienza a pensar que no ganará las elecciones.

El astuto Mas pretende juntar a su partido con Esquerra y otras asociaciones separatistas para hacer de las elecciones un pseudoreferéndum independentista. Las elecciones son un fracaso para Junts pel Sí que baja de 71 (CiU+ERC) a 63 escaños, es decir, los que sólo cinco años antes tenía CiU.

Pero como Mas nunca pierde, dice ahora que la mayoría de Junts pel Sí no es necesaria y que le valdría con una mayoría independentista junto a la CUP, que en ningún momento había dicho que le investiría como President. Es más, Antonio Baños siempre dijo que dirían No.

La CUP decía que, si no tenían el 51%, no había lugar al proceso. Tras las elecciones, los independentistas consiguen el 47,8% de los votos. Ahí Baños miente y, al haber conseguido mayoría en diputados, decide iniciar el proceso.

Lo hacen con una excusa absurda pues, según ellos, a Catalunya Sí que es Pot le han votado personas del Sí, de modo que no cuenta como No. Así que, en esa perversión de los datos y según sus cuentas, hay 47,8% del Sí y 39,1% del No.

En los dos primeros intentos, la CUP dice No a Mas en la investidura en el Parlament. Después de votaciones de asamblea una y otra vez y todo el mundo pensando que se repetirían hasta que saliera Sí, yo aposté por la legalidad de la CUP y creí que diría No a Mas. Sin embargo, con toda Catalunya, con media España y parte del mundo mirando, la CUP hace la asamblea definitiva que va a decidir si Sí o si No y…empatan. Es decir, los de la CUP nos quieren hacer creer que los catalanes nos hemos puesto de acuerdo para la independencia, pero ellos no se ponen de acuerdo ni siquiera en lo que son.

Los independentistas están haciendo que mi tierra sea ridícula, vergonzosa, lamentable y, nos guste o no, tanto los independentistas como los constitucionalistas queremos una Catalunya grande, rica y esplendorosa y, por culpa de los separatistas que piden derecho a decidir y demuestran que no saben decidirse ni ellos, nos está quedando una Catalunya en miniatura.

 

Fuente de la fotografia de portada: mundoviajero.com

Don erre que erre

Ayer asistimos al segundo acto de ese sainete de mal guión y peores actores titulado «Procés de Independencia». Salió a escena el señor Mas, a quien no se le puede negar que se sabe bien la obra de teatro, lo cual no quiere decir que actúe bien, más bien lo contrario. Parece que recite y recite, pero actúa sin alma, con cierta pereza. Entró diciendo «Me emplazaron a que volviera el jueves y aquí estoy, a ver si podemos desbloquear esta investidura para poder formar un Govern sólido para Catalunya», pero ni él mismo se creía lo que decía, sabía que la CUP no le iba a hacer President y que todo aquello era una pantomima. Leer más

PSOE, ¿dónde está ahora la bandera?

Componer un Parlament nunca había dado tanto de qué hablar, pero obvio es que el momento político de Catalunya y el resto de España están haciendo vivir momentos cuanto menos peculiares. Colocar a Carme Forcadell como Presidenta del Parlament no es que sea un intento de provocación, que lo es, sino que también es un insulto a esa mayoría de los catalanes que respeta la Ley, la Constitución y el Estatut de Catalunya.

Carme Forcadell no puede empezar un discurso diciendo que quiere ser la Presidenta de todos y acabar esa misma locución gritando «Viva la República Catalana». Para algunos, esas palabras pueden ser una anécdota, pero no lo es. Es la clara demostración de que el soberanismo no quiere diálogo ni democracia, sino imponer su pensamiento sobre el de los demás.

De ahí que, al día siguiente, Junts pel Sí y la CUP pactasen «el inicio del proceso de creación del estado catalán», en un proceso «constituyente ciudadano, participativo, abierto, integrador y activo para preparar las bases de la futura Constitución Catalana» […] «y declaren que los partidos trabajarán para la creación de un estado independiente en forma de República Catalana».

La primera lectura que tenemos de eso es que la CUP, la izquierda abertzale catalana, los mismos que ayer mismo en otro tema defendieron a unos anarquistas que habían colocado unas bombas y que fueron detenidos por los Mossos, ha perdido toda credibilidad ya y pronto dejará de recibir votos de quienes los ven como un grupo simpático y algo alocado que quiere cambiar el mundo, dándose cuenta de lo que verdaderamente son, un grupo violento, más cercano al comunismo más violento y a grupos vascos, por suerte ya desaparecidos.

Baños dijo la misma noche electoral que habían perdido el referéndum y que, por lo tanto, no había Declaración de Independencia. No sabemos qué le habrá prometido la alta burguesía catalana para que cambiara de opinión pero, por lo visto, todo tiene un precio y, quizá, si le dan un poco más de eso que le han dado, pronto Baños incluso vote a favor de la investidura de Artur Mas.

Porque Junts pel Sí ya ha dicho que es una línea roja que no se va a trazar, que Mas debe ser President, lo cual deja todo muy claro que nadie puede creer que todo esto no esté organizado por Convergència, única y exclusivamente para eludir los jueces españoles. CiU nunca ha hecho nada por Catalunya en España, ni por la cultura catalana en España. Solamente ha hecho que confundir y lo siguen haciendo hasta al punto de que en el resto de España ya se debe creer que corrupción en catalán se dice independencia.

La reacción de Mariano Rajoy, para mí, ha sido correcta. No seré yo quién defienda a Rajoy, pero en un conflicto entre Constitucionalistas y Golpistas, hay que tratar de apoyar a Rajoy que, nos guste más o menos, es el Presidente de todos los españoles, de los que le votaron y de los que no le hemos votado.

La reacción de la oposición en Catalunya ha sido discutible. Ciudadanos organizó una carta de convivencia democrática que PSC y PP aceptaron. Sin embargo, al final los socialistas, como es habitual en Catalunya, se echaron atrás. Aún y así, el Parlament suspende temporalmente la moción de Junts pel Sí y la CUP.

Lo que habría que esperar es que en estos días PSC y Catalunya Sí que es Pot firmen por la convivencia democrática, más allá de que después cada uno tenga ideologías distintas y modo de trabajar diferentes. De hecho, en la carta redactada por Ciudadanos no había lugar para la ideología, solamente a la defensa de la legalidad vigente y al respeto a la Constitución. Y, si no lo van a hacer, que el PSOE no tenga la poca decencia de utilizar otra vez la bandera española. Señor Iceta, ¿dónde está ahora la bandera?

Un paso atrás

Parece que Artur Mas comienza a dar pasitos atrás. Sí, cierto es que no son excesivamente llamativos, pero ha venido a decir que esperará al resultado de las elecciones generales para negociar con el gobierno que salga, lo que da a entender que no hará esos actos de desobediencia que la CUP le pedía o quizá que comienza a tomar consciencia de que el partido de Baños no le hará presidente haga lo que haga.

También es un pequeño pasito que, por primera vez desde hace mucho tiempo, separe lo que es el actual gobierno del PP de España en sí. Dijo también que: «deseo que salga un Gobierno lo más plural posible» y que para él «el referéndum ya está hecho».

Sí es cierto que recalcó que estaba dispuesto a hablar, aunque siempre buscando un referéndum definitivo, algo que difícilmente podrá darse ya que la única de las cuatro fuerzas que parece abierta a un referéndum es Podemos y, a día de hoy, se ve improbable que pueda ganar el 20 de diciembre. Sea como fuere, para que haya ese referéndum debe haber un cambio en la Constitución o una nueva Ley.

Lo que sí podría interpretarse como una declaración de intenciones sería saber si Junts pel Sí o bien Convergència y Esquerra se presentarán a las elecciones generales. La CUP ya ha dicho que no tiene intención de presentarse ya que no creen que deban estar en Madrid cuando su anhelo es la independencia. En raíz a eso, tampoco deberían presentarse Convergència ni ERC, aunque sí entendería que lo hiciese Junts pel Sí ya que, sin estar en las Cortes, no podrían cambiar la Constitución y, sin cambiar la Constitución, no habrá referéndum nunca.

Da la sensación que, al menos a corto plazo, Artur Mas descarta la Declaración Unilateral de Independencia y en el momento que estamos creo que eso no es poco y, como digo y repito siempre, no por que crea que la independencia pueda llegar, sino por miedo a lo que el enfrentamiento pueda traer en las calles.

En Catalunya estos días se sigue hablando del monotema y ha llegado el momento en el que en esta tierra el juego de moda es tratar de adivinar qué es lo siguiente que va a pasar. Curiosamente, la investidura del próximo President ha pasado a un segundo plano, parece algo lejano, como si todos diésemos por hecho que en la primera votación no habrá acuerdo y que las negociaciones se acelerarán cuando pase ese día.

Mientras, el Partido Popular y el PSOE hablan ya de buscar soluciones. El PP de Albiol quiere hablar con la parte de Junts pel Sí que pertenece a Convergència, siempre y cuando abandone el soberanismo, y el PSC con la parte de Esquerra de la coalición, con la idea de sumar a Catalunya Sí que es Pot y hasta a la CUP, si bien es cierto que en mayoría parlamentaria estos pactos no tendrían sentido ya que no llegarían a los 68 diputados en ningún caso.

Puede que todo esto sólo sean fuegos de artificio, que solamente se busque observar cómo reaccionan los demás. Los pactos parece que están lejos a día de hoy y que Mas quiera esperar al 20 de diciembre puede darnos un respiro en esta vorágine de actualidad política en la que llevamos unos meses.