Ciudadanos (la historia) – Capítulo I

Para las autonómicas del 2003, había una gran novedad. Jordi Pujol no era candidato de Convergència i Unió, se retiraba supuestamente por la edad, aunque en Catalunya ya existía el rumor (aunque ahora algunos se hagan los sorprendidos) de que había un caso de corrupción alrededor de él. Como diría Maragall en el Parlament, “ustedes tienen un problema y el problema se llama tres por ciento”, en referencia a que supuestamente Jordi Pujol cobraba esa comisión por cada obra que se hacía en Catalunya.

El PSC volvía a ser el más votado, pero volvía a perder las elecciones. CiU debía pactar para tener mayoría, sin embargo, esta vez no le sería suficiente con el PP y realizar un pacto por la derecha. La única opción era pactar con Esquerra Republicana. CiU trató de hacer ver lo recomendable que sería realizar un pacto catalanista, pero los republicanos lo prefirieron realizar con el PSC e Iniciativa per Catalunya – Els verds, en un gran pacto de izquierdas que sería conocido como el tripartido.

Ese día, con ese pacto, nació de algún modo el sentimiento del que años más tarde nacería Ciudadanos y que, en un resumen, podríamos simplificar en la frase “Luchamos todos estos años para acabar con el catalanismo de Pujol y ahora ¿nos juntamos con los independentistas?”. Lo cierto era que, siendo justos, al PSC no le quedaba mucho más remedio si quería gobernar y lo cierto es que lo malo no era ese pacto en sí, sino todo lo que ocurrió después. Pronto, el líder de ERC, Carod Rovira, famoso por pactar un alto el fuego con ETA sólo para Catalunya, no importándole lo que le ocurriera al resto de españoles, comenzó a realizar con Maragall las bases de un nuevo Estatut para Catalunya que tendría el apoyo del gobierno central de Zapatero que había ganado las elecciones de 2004.

Se hablaba de que se reforzaba la multiculturidad de España y lo que se llamó la nación de naciones. Lógicamente, no había que ser muy avispado para saber que ERC lo que buscaba era la independencia y, se quiera reconocer o no, ese estatuto era el primer paso a una Catalunya independiente que, además, se hizo con el beneplácito del presidente del gobierno Español, José Luís Rodríguez Zapatero.

Convergència, en la oposición, apoyó ese Estatuto que, a palabras de los líderes de izquierda catalana, era tan necesario. La realidad fue que ni la mitad de la población fue a votar y que éste se aprobó a pesar de que solamente uno de cada tres catalanes lo quiso.

Eso dejaba una situación que podríamos llamar de secuestro del Parlament, es decir, que el Parlament no representaba ni por asomo a la ciudadanía. Y eso llevó a algunas personas a tomar la decisión de unirse para mostrar la realidad de Catalunya. En mayo de 2005, un grupo de intelectuales catalanes crearon una plataforma contra la situación de uniformidad nacionalista que se vivía en Cataluña. El objetivo de este colectivo era asentar las bases para fundar un nuevo partido político de carácter constitucionalista y no nacionalista. La plataforma estaba integrada por actores, profesores y escritores; entre ellos, Albert Boadella, Félix de Azúa, Miquel Porta Perales, Xavier Pericay, Iván Tubau, Félix Ovejero, Eugenio Trías, Francesc de Carreras y Arcadi Espada.

El embrión de Ciudadanos, que se llamaría Ciutadans de Catalunya, como la frase de Tarradellas, en la que el President llamaba a trabajar a todos los habitantes de Catalunya por el bien de España, se crearía a partir de ello.

“La Constitución y las lagunas de la España de las autonomías”

Para entender la historia de Ciudadanos debemos ir atrás en el tiempo, a la Transición, cuando Adolfo Suárez tuvo que realizar malabarismos para que el país pasara de un régimen totalitario y centralista a uno democrático y autonómico. La labor del que fue primer presidente de la democracia fue encomiable. El camino utilizado fue la elaboración de la Ley para la Reforma Política que fue aprobada por las Cortes franquistas y sometida a referéndum el día 15 de diciembre de 1976. Como consecuencia de su aprobación por el pueblo español, esta ley se promulgó el 4 de enero de 1977. Esta norma contenía la derogación tácita del sistema político franquista en sólo cinco artículos y una convocatoria de elecciones democráticas. Se celebraron finalmente el día 15 de junio de 1977.

Eran las primeras desde la Guerra Civil. La coalición Unión de Centro Democrático (UCD), liderada por Adolfo Suárez, resultó la candidatura más votada, aunque no alcanzó la mayoría absoluta y fue la encargada de formar gobierno. A partir de ese momento, comenzó el proceso de construcción de la democracia en España y de la redacción de una nueva constitución. Entre las elecciones y la Constitución, ocurrió un hecho que a veces no se le da la importancia histórica que tiene. La llegada del President de la Generalitat de Catalunya en el exilio, el señor Josep Tarradellas, quien recalcó la importancia de este acontecimiento porque, de igual modo que todos los entendidos dan por hecho que sin la participación del Partido Comunista no había democracia plena, tampoco la hubiera habido si lo que comenzaron a llamar “Naciones históricas” de España no hubieran gozado de cierta autonomía.

De todas las regiones del país, Catalunya y Euskadi eran las que con más ahínco reclamaban su Estatuto de Autonomía. El Presidente Suárez sabía de la importancia de ello y no dudó en reunirse con los líderes catalanes y vascos, por más que los militares no lo viesen de buen modo ya que temían a los separatistas.

El 23 de octubre, el President Tarradellas llegó a Barcelona y desde el balcón de la Generalitat reclamó la autonomía para Catalunya. Aquello era histórico para los catalanes y todos lo celebraron, desde los más nacionalistas hasta los «nouvinguts». Sin embargo, los independentistas pronto calificarían a Tarradellas de “traidor, vendido a España y comprado por la monarquía”.

En aquel discurso de Tarradellas, pasó a la historia la frase “Ciutadans de Catalunya, ja sóc aquí” (Ciudadanos de Cataluña, ya estoy aquí). Sin embargo, se han pasado por alto otras frases que dijo, que yo escribiré en castellano y que el President dijo en catalán:

“Estoy aquí para que esta Catalunya se ponga a trabajar más que nunca, para hacerla bien fuerte y próspera, para que sea también un ejemplo para los otros pueblos de España”.

Ovacionando toda la plaza de San Jaime repleta de Senyeres, el President recalcaba lo de Ciudadanos de Catalunya, refiriéndose a todos los que vivían en la comunidad más allá de su lugar de nacimiento y llamaba a todos a trabajar por el bien de la nueva España que estaba iniciándose por aquel entonces.

El difícil gobierno de Catalunya

Dentro del Gobierno de Catalunya, está comenzando a haber las primeras fricciones entre las diversas fuerzas que lo forman. Obviamente, es difícil que el Govern de Junts pel Sí con el apoyo de la CUP avance, entre otras cosas porque no hay propuestas, no hay un camino a seguir más allá de la Declaración de Independencia.

Por eso, precisamente desde la CUP, se empiezan a impacientar y comienzan a pedir que el gobierno catalán comience a dar pasos en dirección a la salida de España y a dejarse ya de actos simbólicos. No sé si, cuando los miembros de la CUP, entre ellos los más beligerantes con Anna Gabriel a la cabeza, piden este tipo de cosas, lo hacen tratando que Puigdemont y los suyos se mojen o si verdaderamente creen que la independencia es posible.

De momento, ya amenazan con no aprobar los presupuestos, los cuales Oriol Junqueras ya avisó que «serían injustos», aunque ya sabemos que las amenazas de la CUP son un poco «light» y que, si bien cumplieron con la promesa de no investir a Artur Mas, se arrodillaron ante la «solución Puigdemont».

A mi manera de ver las cosas, veo improbable que los miembros del partido de extrema izquierda catalana tengan fuerza para obligar a Junts pel Sí a dar un paso que estos no quieran dar. El nuevo President ya avisó que la independencia no llegaría en 18 meses, como se había prometido en campaña, lo cual ya es reconocer algo.

Por ese motivo, debe de ser que Junts pel Sí ya planea subir la financiación a los diarios, radios y televisiones del régimen para seguir tratando de lavar el cerebro a los habitantes de Catalunya hasta que consigan al menos el 50% + 1 una persona para así, de ese modo, poder decir que tienen la mayoría.

Mientras esto ocurre, la CUP ha sido designada para presidir la comisión de lucha contra la corrupción, como si de verdad alguien pudiera creer que la CUP va a ser neutral en los casos que afecten a Junts pel Sí. De hecho, en la anterior legislatura, ya se vio la diferencia de trato que tuvo el por entonces líder de la CUP David Fernández, cuando amenazó con una zapatilla a Rodrigo Rato y, sin embargo, mostraba complicidad con Jordi Pujol, cuando ambos estaban en el Parlament por posibles casos de corrupción. Y eso por no hablar de los famosos abrazos con Artur Mas.

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Ciudadanos pidió presidir dicha comisión, pero se lo negaron. Eso no ha hecho que el equipo de Inés Arrimadas se quede cruzado de brazos, así que presentará una proposición de ley con la finalidad de eliminar el aforamiento de los cargos electos, de forma que diputados, consejeros y presidentes implicados en asuntos judiciales sean sometidos a la justicia ordinaria. Actualmente, estos cargos son enjuiciados en el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya.

Para que esto ocurra, hará falta el voto a favor de dos tercios de la cámara, es decir, necesitará el voto a favor de Junts pel Sí. ¿Creen ustedes que los herederos de Convergència, de Pujol, del Caso Palau, en definitiva, el partido que tiene las sedes embargadas, van a estar de acuerdo a perder el aforamiento?

Apuesten a que no, que será una más de este jueguecito de que solamente se aceptan las leyes españolas cuando les son beneficiosas a los independentistas. Estaremos atentos a lo que ocurre en Catalunya en los siguientes meses pues se presumen movimientos.

 

Fuente de la fotografía de portada: antena3.com del texto elperiodico.com

 

 

 

La decisión de Sánchez

Cada día que pasa, da la sensación de un modo más evidente que los partidos políticos no van a ser capaces de llegar al acuerdo que el pueblo les pidió el pasado 20 de diciembre. Obviamente, el pueblo no se ha equivocado a la hora de ejercer el voto como algunos quieren dar a entender.

El sistema es el que es, el pueblo vota a los diputados y estos eligen el Presidente. Sin embargo, da la sensación de que hay algunos partidos que parecen más interesados en los juegos de estrategia y de sillas que en el bien del país.

Y eso es, precisamente, lo que el pueblo no quiere pues, desde luego, no es la mejor forma para que los ciudadanos de nuestro país se reconcilien con la clase política.

Vuelvo a decir que yo defiendo la democracia representativa y también que entendería un gobierno de PSOE, Podemos e Izquierda Unida, si estos sumaran mayoría. Pero no lo hacen, así que hay que buscar alternativas y, obviamente, dichas alternativas no deben ser partidos separatistas que tengan como ruta la balcanización de España.

Repito una vez más que entiendo perfectamente que PSOE no vote a favor de la investidura de Rajoy pero, sabiendo que ellos no tienen posibilidad real de sumar una mayoría, quizá debieran abstenerse para que gane la fuerza más votada y que, a cambio de permitirles gobernar, pidan al PP cambios, incluso de nombres en el Gobierno.

Pedro Sánchez no parece contemplar esa posibilidad y cada día son más las voces dentro de su partido que le recomiendan que se olvide de formar gobierno con Podemos y con el apoyo de los partidos independentistas.

En una entrevista en EL PAÍS, Felipe González volvía a alinearse con los que rechazan el pacto con la extrema izquierda e instaba a que PP y PSOE tuviesen miras de Estado y no impidiesen la formación de Gobierno.

Ayer mismo, Joaquín Leguina, José Luís Corcuera y otros históricos socialistas que se reunían para comer refrendaban las palabras de González y pedían a Sánchez que no formara gobierno con Pablo Iglesias.

Muchas veces antes de las elecciones, hemos hablado de que debería haber una segunda transición en España. Ahora, después de los resultados y viendo que el bipartidismo está tocado y no hundido, deberíamos comenzar a pensar que no habrá de momento una nueva transición pero que sí debe haber un gobierno de transición, porque a ninguno de nosotros se nos escapa que, tanto si gobierna Rajoy, como si lo hace Sánchez, difícilmente será un gobierno de cuatro años y que lo más probable sea que no se acabe la legislatura. Pero, lógicamente, es mucho mejor que vayamos a las urnas en dos o tres años que no una repetición en mayo.

Obviamente, cuando hablo de que a mi entender debería haber gobierno, no estoy diciendo en ningún caso que PSOE o Ciudadanos deban entrar en el gobierno de Rajoy ni que deban votar sí al PP. Hablo de la abstención, permitirle gobernar y que, a partir de ahí, pongan junto a Podemos la lupa en todo lo que haga el gobierno que se forme.

Esta forma de gobernar está consiguiendo grandes resultados en las comunidades de Madrid y Andalucía, donde Ciudadanos dejó gobernar a la fuerza más votada pero, en seguida como oposición que es, está siendo implacable con el gobierno.

Como dijo Mariano Rajoy y en esto sí tiene razón, la pelota está ahora en el tejado de Pedro Sánchez que debe decidir si estar cerca de los partidos que defienden la Constitución y el Estado de Derecho o, por el contrario, aceptar el chantaje de Pablo Iglesias en el que, no sólo le pide la presidencia, sino los ministerios con los que controlaría las fuerzas de seguridad, la prensa y el dinero.

 

Fuente de la fotografía de portada: cuatro.com

 

La mafia valenciana del PP pone en jaque a Rajoy

Cuando escuché que la Guardia Civil había desarrollado una operación contra la corrupción centrada en ayuntamientos de la provincia de Valencia que fueron gobernados por el PP, la Diputación Provincial y la Generalitat, sonreí pero obviamente no porque me hiciera gracia un caso más de corrupción del PP en España, sino porque, al oír la noticia, me vinieron a la mente muchas de las frases que los enemigos de la Nación (Separatistas y Podemitas, sobretodo) suelen decir.

Me vino a la cabeza cuando los independentistas y sus financiados medios de información (o de desinformación, según se mire) decían y todo el mundo daba por hecho que era cierto, que la Guardia Civil había entrado en la sede de Convergència para dañar la imagen de estos para que Junts pel Sí no ganara las elecciones. Es decir, que todo el mundo daba por cierto que en España no había separación de poderes y que era el Gobierno de «Madrit» quien enviaba a las fuerzas del Estado.

Y bien, ¿ahora qué?. Ahora que Mariano Rajoy se está jugando con negociaciones el ser o no ser Presidente del Gobierno, ¿quién ha mandado a los Guardias Civiles a detener a 24 miembros del Partido Popular? Pues, miren señores, las cosas son así. Los Jueces no van a estar mirando la actualidad del país para hacer justicia ni los miembros de seguridad van a mirar el calendario electoral para hacer sus acciones.

Porque España, aunque a algunos les duela, no es una República Bananera y, obviamente, esta operación no se hace ahora para perjudicar al PP ni antes para perjudicar a Convergència, del mismo modo que tampoco se le ha pedido a Monedero que pague a Hacienda para perjudicar a Podemos, sino que, simplemente, la Justicia tiene su propio calendario.

Pedro Sánchez está aprovechando el enésimo caso de corrupción en los Populares para negar la posibilidad de llegar a un acuerdo con Rajoy pero, como ya he dicho en otras ocasiones, a mi manera de ver, los Socialistas deberían pedir la cabeza de Mariano y de algunos otros salpicados por estos casos, a cambio de abstenerse en la votación de investidura y dejar que gobierne alguien del PP que no esté manchado.

Eso sí, llegado este momento, quizá también sea ya la hora de que el propio Mariano Rajoy comience a plantearse la posibilidad de ser él quien dé un paso al lado. Y, sí, sé que muchos dirán que el Presidente en funciones no está imputado, pero no es menos cierto que, cuando en el PP no hay primarias, sino que es el dedo divino de Rajoy quien elige los cargos, responsabilidad de lo que ocurre en su partido sí tiene.

Los medios de comunicación ya comienzan a hablar de la posibilidad de que acabe siendo Presidente algún «Puigdemont» del Partido Popular. La mayoría de ojos miran a Pablo Casado, incluso miembros importantes e históricos del PSOE como Felipe González están comenzando a posicionarse en contra de la posibilidad de que gobierne Pedro Sánchez, y básicamente por dos cosas: una, porque no quieren entregar su alma a Pablo Iglesias y, dos, porque no se puede gobernar un país cuando necesariamente necesitas que quienes quieren romper el Estado den el visto bueno.

A veces, las cosas son más fáciles de lo que nos las planteamos, pero parece que el poder está cegando a más de uno. Pedro Sánchez no debe aceptar esa «sonrisa del destino», porque es malo para el país y malo también para él. Y, sí, sé que la posibilidad de que gobierne el PP no es muy halagüeña, pero no debemos olvidar que lo haría bajo la atenta mirada de las otras tres fuerzas y que, de no hacer bien lo que debe, o incluso si finalmente los casos de corrupción salpican más arriba, PSOE, Podemos y Ciudadanos tienen la carta del voto de censura.

Y eso no es interpretar los votos, eso sí que es lo que los españoles han votado. Nadie tiene mayoría y los demás tendrán que estar encima del partido que gobierne. Si es el PP o es el PSOE es indiferente. Lo que sí está claro es que en los próximos años difícilmente va a haber mayorías y, sin mayorías, difícilmente habrá corrupción organizada como ha ocurrido estos años en la Catalunya de Convergència, en la Valencia del PP o en la Andalucía del PSOE.

 

Fuente de la fotografía de portada: eldiario.es

La importancia de ser el centro

En estos días de negociaciones, se discuten cuestiones que a la vista de los ciudadanos quizá no gozan de ningún interés pero que, sin embargo, para los partidos sí son de relativa importancia, como podría ser el hecho de saber dónde deben sentarse en el Congreso de los Diputados cada uno de ellos.

El pasado 13 de enero, día de la sesión constituyente, a las 8h de la mañana, ya había en la puerta miembros de los diferentes partidos, a pesar de que las puertas se abrían a las 10h. ¿El porqué? Nadie quería que le quitaran el sitio. El PP quería los asientos de la derecha y los miembros del PSOE temían que Pablo Iglesias se sentara en el que debería ser para Pedro Sánchez. Finalmente, Populares y Socialistas se sentaron donde siempre y las primeras espadas de Podemos y Ciudadanos acabaron en la misma fila.

Ahora, cuando están en las negociaciones oficiales para la ubicación de los partidos en los escaños, Podemos y Ciudadanos habían expresado su voluntad de situarse en el centro. El problema es que los dos partidos querían disponer de las filas de abajo. ¿Y qué importancia tiene eso? Pues ninguna en realidad, salvo que los dos partidos emergentes querían mostrarse como el centro político. Esto no es un capricho nuevo, hace cuatro años fueron PNV y UPyD los que discutían por estar en el centro del Congreso. Finalmente, los nacionalistas vascos lo ocuparon básicamente por antigüedad. Probablemente y aunque sea una anécdota, en realidad, el cambio político comenzará en la visión del Parlamento, con los nacionalistas un poco más alejados de la mesa.

Como curiosidad, hay que recalcar que en el Parlament de Catalunya, tras las elecciones del 27 de septiembre, se rompió la costumbre de colocarse a derecha e izquierda según la ideología y la selección se hizo con los independentistas a un lado y los constitucionalismos al otro, repartiendo la cámara casi a la mitad y beneficiando a los miembros de Catalunya Sí que es Pot, a los que se les colocó más abajo de lo que les tocaría, en un intento de los separatistas de mostrar que la marca catalana de Podemos no era ni del Sí ni del No a la independencia.

Ciudadanos ha venido reclamando el centro político durante todo el año y quiere ese espacio también en la cámara. Sin embargo, Podemos, por más que quiera mostrarse transversal, todo el mundo sabe que es un partido de extrema izquierda, más allá incluso del comunismo clásico. Para el partido de Iglesias, era cuestión de dejarse ver en una zona visible; para Ciudadanos, sin embargo, es el deseo de colocarse donde ideológicamente le pertoca. Finalmente, la mesa constituida días atrás ha decido que Ciudadanos esté en el centro junto a PNV, relegando a los diputados de Podemos que ocuparán los de toda la parte superior izquierda, desde la cuarta fila hacia arriba.

«Es una cacicada y mandan a los representantes de cinco millones de electores al gallinero, separados» se ha quejado Iñigo Errejón. La decisión ha sido adoptada en la Mesa del Congreso, sobre una propuesta de la vicepresidenta Celia Villlalobos y con los votos de PP, Ciudadanos y la representante del PSOE, Micaela Navarro. El presidente del Congreso, Patxi López, no ha votado para que se busque otra solución con acuerdo. La decisión es revisable pero se aplicará para los primeros plenos.

Ver dónde se sentarán finalmente los Diputados es más que nada una curiosidad para los que lo vemos desde fuera, pero seguro que en Ciudadanos están muy contentos de demostrar en la legislatura la importancia de ser el centro.

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Así quedará el hemiciclo: Fotografía propia extraída de elpais.com

 

Fuente de la fotografía de portada: libertaddigital.com

 

 

Independentismo con azúcar

No, no es 28 de diciembre, no es el Día de los Santos Inocentes, no es una broma, todos los medios de comunicación se han hecho eco de ello. Y, sí, sé que suena a chiste, a broma pesada, pero no lo es. Ada Colau ha visto la necesidad de formar un nuevo partido en Catalunya, un partido de izquierdas y nacionalista ya que, según ella (y esto sigue sin ser broma), es «para impulsar un espacio político necesario que no estaba presente».

¿Qué no está presente? ¡Qué no está presente! Pero si en Catalunya solamente hay partidos de izquierda nacionalista. Veamos… dentro de Junts pel Sí está Esquerra Republicana de Catalunya, que en sus listas ha incluido a Estat Catalá, además se unieron Solidaritat Catalana per la Independencia (SI), Reagrupament, Catalunya Sí, Catalunya Acció, Avancem y Moviment d’Esquerres (MES) a lo que, además, como claramente independentista, hay que sumar a la CUP que, dentro de su candidatura, llevaba a Endavant y Arrán. Sin olvidarnos, por otro lado, de los que apuestan por el derecho a decidir, tales como Iniciativa per Catalunya (ICV) EUiA, los cuales formaron Catalunya Sí que es Pot junto a Podem y, en este resumen, sin dejar de mencionar también al PSC pues fue con él y el triparito que formó que comenzó esta locura nacionalista.

De modo que, ¿de verdad hace falta un nuevo partido de izquierda nacionalista? ¿Y los que son de izquierda no nacionalista a quién votan? ¿Deben seguir votando a partidos que dicen no ser independentistas pero sí lo son o al menos su cúpula lo es? En Catalunya, como se pudo ver en estas últimas elecciones autonómicas, las personas cada vez lo tienen más claro. Saben que si votas nacionalismo es siempre lo mismo, dar el voto a la oligarquía catalana, de ahí el auge de Ciudadanos.

Hace poco, un lector me preguntaba qué era eso de la oligarquía catalana y, dado que observo que hay algunos que no me acaban de entender, lo voy a explicar lo más claro que sé. La oligarquía catalana consiste en que, a pesar de que los diez apellidos más comunes de Catalunya sean García, Martínez, López, Sánchez, Rodríguez, Fernández, Pérez, González, Gómez y Ruíz, nunca nadie que se apellide así esté en el Gobierno.

Imaginamos que la idea de Colau es que muchos de esos partidos antes referidos acaben en coalición con el nuevo partido y que repitan el éxito de En Comú Podem en las elecciones generales, donde fueron la fuerza más votada, uniendo el voto de los que votaban a Podemos como partido de izquierda y el de los independentistas que querían que el Presidente fuese un Pablo Iglesias que había prometido un referéndum de autodeterminación en Catalunya.

Si eso es así, tendremos el trabajo de siempre para el cual nació Ciudadanos en su día, el de hacer entender a las personas que este partido será lo mismo que fue el PSC en su momento, un partido catalanista que recogerá el voto de los constitucionalistas de izquierda, de catalanes que también se sienten españoles y europeos, para después dárselo a la oligarquía que en estos tiempos se viste de independentismo.

Habrá que hacer entender a los catalanes que no se puede hacer un referéndum ni tan siquiera para que gane el No y se acabe, porque no funciona así. En el momento en el que un gobierno de España acepte una consulta, ya estará reconociendo que Catalunya es independiente y entonces ya dará igual el Sí que el No.

Habrá que seguir explicando que el derecho de autodeterminación únicamente existe para los pueblos oprimidos y para las colonias y que Catalunya, obviamente, no es ni lo uno ni lo otro.

Habrá que explicar que votar a En Comú o como se llame este partido solamente es el desesperado intento nacionalista para llegar a ese ansiado 50% +1, que creen que es suficiente para creerse legitimado, por más que nunca haya tanto por ciento suficiente para saltarse la Ley y traicionar la Constitución y el Estatut de Catalunya.

Habrá que trabajar y mucho para que vuelvan a errar el tiro y que el partido de Colau quite votos a los independentistas, pero no a los constitucionalistas, a los que creemos que la soberanía está en el pueblo y no en los territorios, a los que creemos que la política la marcan los ciudadanos y no el Govern de Catalunya, para los que creemos en un país de personas libres e iguales, para los que sabemos que ser catalán es un lugar de nacimiento, un sentimiento o incluso una filosofía de vida pero no una ideología pues el hecho de nacer en Catalunya no te hace creer en una cosa u otra, no te hace ver las cosas de una u otra manera. Porque cada uno es catalán a su manera, que tan catalán es el que vota a Ciudadanos, al PSC, al PP o a la CUP; que tan catalán es el que es del Barcelona como del Espanyol o del Madrid o del Betis; que tan catalán es el que ve TV3 como TVE, La Sexta o Telecinco. Porque, para ser catalán, solamente hace falta haber nacido en Catalunya o amarla y respetarla como si lo hubieras hecho.

 

Fuente de la fotografía de portada: 20minutos.es

Los adversarios de España están en casa

Que en los últimos años España se ha radicalizado es un hecho. Hace diez años, no hubiéramos creído a quien nos hubiera dicho que en una década la extrema izquierda y los nacionalistas iban a formar casi un tercio de la población de nuestro país.

Sabemos quiénes son los culpables de que esto haya ocurrido. Las malas políticas del bipartidismo, la corrupción y la crisis económica. Todo eso fue lo que llevó a las protestas del 15M, de cuyas reuniones, a pesar de que en un principio casi todo el mundo aplaudiera, progresivamente la mayoría de gente se ha ido apartando a medida de que se iba observando que en ellas no se quería reparar el sistema sino acabarlo de romper.

En España hay todo tipo de partidos políticos, pasando desde el extremo de la derecha al extremo de la izquierda, constitucionalistas, regionalistas y nacionalistas, pero siempre tengo la sensación de que muchas personas no saben qué opción es la más cercana a la suya y, lo que es peor, tampoco tratan de descubrirlo.

Con esto no digo que los votos que ha conseguido Podemos sean debido al desconocimiento del electorado, todo lo contrario pues creo que verdaderamente hay muchas personas cercanas a lo que predica Podemos, es decir, vivir lo más cercano posible a una dictadura comunista, pero también considero que hay muchos otros que votan con el mal llamado voto útil y el voto de castigo.

Podemos y los medios de comunicación afines han hecho una campaña basada en decir que todos menos ellos son derecha y que la derecha es, a la vez, Franco, monarquía, Merkel, Margaret Thatcher, los bancos, los taurinos y un largo etcétera que, si lo añadiese entero, nunca acabaría.

Precisamente, esta postura ha conseguido que miles de personas no voten a Ciudadanos, a pesar de que coincidan con sus ideas, porque les han dicho que son de derechas y ellos no van a votar a un partido de derechas. ¿Centro? La extrema izquierda ya se ha ocupado de hacer creer que todo el que reconozca no ser de izquierdas es de derechas y, tristemente, muchos lo creen así.

Las personas deberían pensar más en lo importante que es ser libre y ser libre no es no aceptar el orden, no aceptar la Ley, como muchos piensan. Ser libre, sobre todo, es pensar por uno mismo y así llegaremos a entender por qué, ante un mismo hecho, las personas reaccionamos de distinto modo.

La extrema izquierda se ha apoderado de la moral, ellos miran por el bien de los más desfavorecidos y los demás no tienen moral. Ante ese decorado, alguien que no piense por sí mismo se acerca a la extrema izquierda porque ellos tienen moral.

Ante una familia que no tiene dinero para pagar los libros del colegio, por ejemplo, todos sentimos compasión, los de derecha, los de centro y los de izquierda, y todos pensamos que, en un Estado de Derecho, todo niño debe estar escolarizado y con su material dispuesto.

Normalmente, la solidaridad hace que esos niños acaben teniendo libros. De hecho, en casi todas las poblaciones hay una serie de ayudas para que esto ocurra. Sin embargo, hemos de comprender que eso es un parche, que lo importante no es que haya ayuda a los más desfavorecidos, sino que no haya desfavorecidos. Así que, lo que ocurre es que, si no hay desfavorecidos, ¿a quién le pedirá el voto Podemos?

A los miembros del partido morado les interesa que haya desfavorecidos para poder seguir viviendo bien. Ellos, a cambio de ese voto, te dan una pequeña limosna y tú te sientes agradecido para votarles otra vez. Así es como funcionan.

Sin embargo, si tú dices que tu idea es hacer crecer el Estado para que nadie necesite ayudas, la gente lo entiende y se pone a tu favor. Por eso es que los partidos populistas tratan de hacer ver que el Estado es malo, que el Estado es el enemigo y la gente lo cree, por más que el Estado somos cada uno de nosotros.

Pero, cuando necesitas una limosna y alguien te la da, le escuchas y, si te pide que seas desleal, lo eres. Desleal a tu país, a tu pueblo y a ti mismo, sólo que no te das cuenta. Pablo Iglesias dijo «A los iraníes les interesa que se difunda en España un discurso de izquierdas porque afecta a sus adversarios, lo aprovechamos o no lo aprovechamos».

 

Lo que deja claro que el ser desleal al Estado va bien a Podemos. Pero eso es ir contra uno mismo, porque el país no es el Rey ni el Presidente ni la bandera ni el himno. El país somos cada uno de nosotros. Entonces, cuando tú explicas eso, ellos te llaman fascista, siendo curioso que, precisamente los comunistas sean, a día de hoy, los únicos que aún no han olvidado la dictadura franquista.

Por eso ocurre que la cúpula de Podemos tiene su redes sociales llenas de ataques a la corona, a los cuerpos de seguridad, al ejército, etcétera. Porque las personas identifican que eso es el Estado y todo lo que sea Estado va contra lo que proponen Iglesias y los suyos. Los que no somos de extrema izquierda nos frotamos los ojos viendo que un hombre que se presenta a Presidente del Gobierno dice que acepta el dinero de un país extranjero para desestabilizar su propio país. Sin embargo, todos esos que les han convencido de que el Estado no es el pueblo creen que todo es bueno para desestabilizar a los que han creado esta época de crisis y corrupción, no entendiendo que las elecciones están para eso, para cambiar los Gobiernos.

Si un niño le dijese a su padre, «Papa, ¿nosotros por qué somos de Podemos?», éste difícilmente sabría qué contestar, salvo «son de los nuestros, defienden a los desfavorecidos» o «porque a mi abuelo lo mataron en la guerra», y eso, en mi opinión, es poco bagaje para confiar tu futuro y el de tus hijos a un político puesto por dictaduras comunistas como Venezuela e Irán.

 

Fuente de la fotografía de portada: archivo.globovision.com

Segunda ronda de contactos

A día de hoy, sigo pensando que la peor de las posibilidades que se barajan en la política española es la repetición de las elecciones y, sí, sé que ante la posibilidad de un pacto que situara a Pablo Iglesias de vicepresidente y controlando todos los ministerios más importantes, a muchos les parecerá que la posibilidad de nuevas elecciones no está tan mal.

En mi opinión, unas nuevas elecciones serían un fracaso de España como país, una malísima imagen en el extranjero y, lo que es peor, una decepción para aquellos ciudadanos que ya descreen de la política y que quizá les supondría acabar de perder la confianza en el sistema para siempre.

Ya he escrito otras veces que defiendo la democracia representativa y que entiendo que el pueblo elige a los diputados y que son estos los que eligen al Presidente. De modo que no me rasgo las vestiduras porque el Presidente no sea el más votado y entendería y aceptaría que el PSOE gobernara con los votos de Podemos e Izquierda Unida, si entre los tres tuvieran mayoría, pero no es así.

Eso sí, lo que no entiendo es que aún y en este caso, Podemos e Izquierda Unida pidieran estar en el Gobierno. Una cosa es permitir la gobernabilidad y otra querer entrar en un gobierno a tres en el cual Podemos, que es la cuarta fuerza más votada (no contando a sus socios Compromís, En Comú y En Marea), exija al PSOE cómo debe ser el gobierno y, para rizar el rizo, colocando a un independentista a negociar el referéndum.

PSOE+Podemos+Compromís+En Marea+Izquierda Unida suman 161 escaños y, en contra, tendrían 163. Con lo cual, necesitarían que alguno de los partidos nacionalistas se sumara al bloque y eso sería pervertir las elecciones ya que ERC o Bildu, que quieren dejar de ser españoles, no deberían formar parte del gobierno del Estado y Convergència, PNV y Coalición Canaria, más allá de su nacionalismo, son de derechas. Así que la posibilidad de un acuerdo es posible, pero pervertiría el voto de los españoles.

A mi manera de ver, entendiendo que el PSOE no quiera investir a Rajoy, hubiera pedido una posibilidad alternativa al PP como, por ejemplo, abstenerse en la investidura a cambio de que Rajoy y todos los que de un modo u otro se puedan ver salpicados por la corrupción no pudieran formar parte del gobierno entrante. Pero eso no se ha planteado, ni eso ni nada parecido, porque Pedro Sánchez no ha tenido miras de Estado. Si hubiera planteado algo así y el PP se hubiera negado, Pedro Sánchez tendría más legitimidad para tratar de formar gobierno.

No acierto a adivinar qué buscó Pablo Iglesias humillando a Pedro Sánchez y al PSOE. La «sonrisa del destino» fue un duro palo para muchos miembros del PSOE, entre ellos Rubalcaba o Ximo Puig que ayer mismo ya calificaban de «chantaje» a las palabras del líder de Podemos. Pero la sensación que tengo es que Iglesias lanzó «el ordago» sabiendo que no iba a haber ese pacto entre socialistas, comunistas, populistas y separatistas. El comunicado del PSOE dejó claro que no van a arrodillarse ante la propuesta de Pablo Iglesias.

Mariano Rajoy estuvo astuto, reconoció que aún no puede formar gobierno y ganó tiempo. Ahora habrá una segunda ronda de conversaciones con el Rey en el que quien verdaderamente se la juega es el PSOE. Los socialistas tienen dos vías: una, dejar de lado a Podemos y buscar un acuerdo con Ciudadanos, o dos, aceptar un pacto con Podemos e Izquierda Unida y que, como mucho, podrá ofrecer esos 161 votos a favor. Si eso pasara, Mariano Rajoy lo tendría fácil para seguir ganando tiempo ya que, siendo el último en hablar con Felipe VI y sabiendo lo que van a hacer los demás, podría aceptar intentar formar gobierno, por más que sepa que no lo conseguiría; podría aceptar que Sánchez formara gobierno, siempre y cuando Podemos no esté en él, o incluso, en el caso de que Sánchez se presentara con esos 161 votos, sumando a Podemos y sus satélites y a Izquierda Unida. Mariano Rajoy podría sugerir al Rey aceptar que no realizase gobierno, pero que sus 123 diputados apoyasen la investidura de Rivera que, en ese caso, contaría con 163 votos, 2 más que Sánchez, lo que podría llevar al Rey Felipe a ofrecer formar Gobierno al líder de Ciudadanos antes que a Pedro Sánchez. De ese modo, Rajoy volvería a poner la pelota en el tejado de Sánchez ya que tendría dos opciones, abstenerse para que gobierne Ciudadanos o negarse y repetir elecciones. Unas elecciones a las que llegaríamos con Rajoy pudiendo decir que miró tanto por el bien del Estado que hasta ofreció la Presidencia a otro, mientras que Sánchez llegaría a esas supuestas elecciones apareciendo como el culpable de la repetición al no haber querido aceptar ninguno de los posibles gobiernos que el Rey planteó.

 

Fuente de la fotografía de portada: elperiodicodecanrias.com

In Maduro

La comedia romántica nunca falla en taquilla, ya saben, chico conoce chica, chico pierde chica, chico recupera chica y, mientras salen los créditos, se ve a la pareja feliz en un coche rojo que se aleja en una carretera recta y larga que se pierde en el horizonte.

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias están ahora en ese momento de la película en el que el amor se recupera y los enamorados se olvidan de todo lo malo que ha ocurrido en los últimos días. ¿Que tú me llamaste populista bolivariano?Qué más da, también yo dije que no entraría en un gobierno que no estuviese liderado por Podemos y, mira, ahora quiero ser Vicepresidente. Pero ya se sabe que en las peleas de enamorados se dicen cosas que no se piensan y, al final, lo bonito es la reconciliación. THE END.

Pablo Iglesias se quitó la máscara ayer, si es que no lo había hecho ya antes. No quiere reformar la política, sino adaptarla a su modo de pensar. Quiere hacer juegos electorales, no para formar un Gobierno, sino para forzarlo.

No solamente quiere elegir al Presidente, sino también al Vice y poner a los Ministros, entre ellos uno de Comú en Podem para defender el referendúm en Catalunya y que acabaría con el derecho constitucional que dice que todos los españoles tienen los mismos derechos y deberes y que son iguales ante la Ley.

Después, el mismo Iglesias ha llamado a Alberto Garzón para decirle que, con sus dos diputados, se ha ganado el derecho a ser Ministro también. Casi nada. De este modo, Iglesias queda como que quiere que toda la izquierda esté representada, cuando la realidad es que lo que busca sumando a IU es sumar más votos que PP + Ciudadanos y siempre poder decir que lo ha querido la mayoría del pueblo.

«La posibilidad de que Sánchez sea presidente es una sonrisa del destino que podría agradecer» ha sentenciado Iglesias con total desfachatez y mientras plantea un golpe contra el Estado que necesitará de la complicidad de los independentistas para llevarse a cabo.

Pedro Sánchez ha quedado en hablar después de que Rajoy intente formar gobierno, cosa que sabe que es imposible, que el PP no va a tener previsiblemente más votos a favor que los de sus 123 diputados y eso no les va a valer ni en primera ni en segunda votación.

Después, llegará el turno del PSOE y esperemos que, por entonces, el lado sensato del PSOE ya haya sacado de la cabeza de Pedro Sánchez la idea de vender España a la suma de Podemos con los separatistas, que los socialistas de Extremadura y Andalucía, cuyos líderes se han mostrado tan contrarios al pacto con los morados, les recuerden que 27 de los 90 escaños socialistas les pertenecen a ellos y que, sin ellos, las cuentas no salen.

Si no es así y finalmente hay un gobierno PSOE-Podemos-IU con la ayuda de los nacionalistas, no le veo yo largo recorrido pero sobretodo porque, como todos sabemos, el plan de Podemos es acabar con los socialistas y formar un nuevo bipartidismo junto a Partido Popular.

Como siempre digo, que Pablo Iglesias mintiera, que tratara de engañar a los posibles votantes, que advirtiese que Rivera sería vicepresidente de Rajoy, cuando era lo que tenía pensado para él, no hará perder votos a Podemos para unas siguientes elecciones porque los votantes de Podemos no están engañados, son y defienden lo mismo que es y defiende su líder. Pero sí es cierto que habrá una minoría que se sientan engañados, que verdaderamente se den cuenta de que Iglesias se ha reído en sus caras. Por estas personas y sólo por ellas, sí me gustaría que hubiese unas nuevas elecciones para que pudieran decirle a Iglesias «ya no confíamos en ti».

Y tú, ¿de qué lado estás?

En estos días en los que en las tertulias no se hace más que tratar de adivinar si Pedro Sánchez será Presidente o no, si su partido le dejará pactar con Podemos o no o si, finalmente, de alguna forma dejará que gobierne el PP o no, para mí todo esto pasa ya a un segundo plano. Y es que hay algo que me preocupa mucho más: ver el enfrentamiento social que hay.

Muchas personas critican que Pablo Iglesias se comporte como si hubiese ganado las elecciones, pero no se dan cuenta de que, verdaderamente, Iglesias y los suyos han ganado, no las elecciones, sino algo mucho más importante, el hecho de instalar en España una ola de enfrentamientos entre buenos y malos, entre los que están conmigo y los que están contra mí, y eso es lo peor que le puede ocurrir a un país.

Sobretodo porque España ha sido históricamente un país enfrentado y ahora que, tras la Transición, por primera vez parecía que podíamos enterrar a las dos España, ha vuelto el guerracivilismo de siempre y eso es algo que me entristece profundamente.

Podemos, en el intento de cambiar el miedo de bando, ha conseguido que ahora el miedo esté en medio, en los ciudadanos de a pié, en las personas que no se sitúan ni en un extremo ni en otro y que asisten atónitos a todo lo que está ocurriendo.

Hemos llegado a un punto en el que ayer veía a gente de extrema izquierda quejándose de que la mesa del Congreso no había dejado formar grupo propio a IU, ERC, Bildu y Compromís, al que no tenían derecho y por el que se pensaban repartir  5 millones y medio de euros. ¿Pero no querían nueva política? ¿No se quejaban de los excesivos gastos en política?

Por más que ya no te sorprenda nada, aún me choca ver a las personas de extrema izquierda que defienden por sistema a partidos como Bildu. ¿Pero de verdad se nos ha olvidado que Bildu es ETA, señores? ¿Que el que le pegó el tiro en la nuca a Miguel Angel Blanco, si sale de la cárcel, no va a dejar de ser un etarra? ¿Que por haber cumplido la pena, de la noche a la mañana, no va a pasar a ser un bilduista? Txapote seguirá siendo un etarra y ser un etarra es ser un asesino, por más que te disfraces.

Yo pido, por favor, que alguien me explique por qué Izquierda Unida prefiere sentarse a negociar con Bildu, antes que con Ciudadanos, por ejemplo. Porque eso no tiene sentido, ¿o sí? Quizá sí lo tiene porque, después de ver que ayer Izquierda Unida celebraba el nacimiento del asesino Lenin que se llevó la vida de más de 4 millones de personas, te das cuenta de que todo es lo mismo. Pero, entonces, me pregunto ¿de verdad la gente quiere matar al vecino de al lado? ¿De verdad se quiere matar al hermano que no piensa como tú? ¿Así de enferma está la sociedad española? ¿Esto lo ha traído Podemos o estaba ya y Podemos se ha beneficiado de ello?

¿Qué clase de país somos? ¿Qué clase de tribu? ¿De verdad se puede permitir que en el Ayuntamiento de Barcelona un concejal de la CUP diga que le va a cortar la cabeza al Rey? ¿De verdad tendremos que esperar que alguien se haga daño para empezar a darnos cuenta de lo que está pasando? Y, es más, ¿debemos ver natural que este enfrentamiento de bandos llegue al Congreso? Porque yo entiendo y defiendo que la democracia es representativa y entiendo y defiendo que los Diputados eligen al Presidente e, incluso, entiendo y defiendo que no tiene porque gobernar el que más votos saque si no encuentra apoyos, pero siempre y cuando haya una alternativa real. Es decir, si PSOE, Podemos e Izquierda Unida sumaran mayoría, entendería que formaran gobierno pero, ¿meter ahí a los nacionalistas? ¿Qué ocurre? ¿Los nacionalistas de derecha sí pueden ser socios del PSOE y del PP no? ¿Qué concepto distingue a la derecha catalana y vasca de la del Partido Popular?

A nadie se le escapa que si PNV o Convergència están en contra del PP es por antiespañolismo, porque ven más temible rival a los Populares que a los Socialistas en el intento de balcanizar España. Entonces, ¿en qué momento PSOE y PNV pueden entenderse? ¿En el antiespañolismo? ¿O es que el PSOE se va a atrever a negociar la soberanía nacional que pertenece al pueblo por estar en el poder?

Si Pedro Sánchez recibe el apoyo de la derecha vasca o catalana, ya no habrá bandos de derecha e izquierda, sino de los que quieren reforzar el Estado y los que quieren destruirlo, de los que respetan la Constitución y de los que no. Entonces, Pedro, ¿tú de qué lado estás?

 

Fuente de la fotografía de portada: larazon.es