Conversos y renegados. La historia del nacionalismo catalán (I): Oda a la Patria

Muchas veces en este Blog he observado que hay muchas más visitas cuando se habla de un tema actual, cuando lo que muestro es algo relacionado con la historia. Eso ha hecho que haya tardado bastante tiempo en empezar a redactar esta serie de entradas (podéis encontrar la segunda de ellas, es decir, la que continúa a la presente clickando aquí) que quería hacer ya desde tiempo. No sé si la historia interesa mucho pero creo que, a pesar de hablar del pasado, el tema del nacionalismo catalán y la nación inventada es tan actual que a muchos interesará. Estos escritos son un reflejo de meses leyendo libros sobre el tema, de visitar páginas web  y de repasar datos y diarios en el archivo, es decir, de leer todo lo que ha llegado a mis manos sobre el nacionalismo catalán y la deriva separatista.

Cuando empecé a recapitular datos creí que habría cuestiones que causarían debate, partes de la historia que podrían no quedar claras entre cómo lo describen los independentistas y la realidad, pero lo cierto es que no pues todo está tan claro que realmente no hay debate. A través de los escritos, pues, trataré de ir escribiendo qué autor, en qué libro o en qué diario encontré lo que voy narrando.

En esta serie de entregas, hablaremos de la historia del nacionalismo catalán. Más allá de las leyendas del país milenario que nos han vendido en los últimos años, trataremos de acercarnos al verdadero nacionalismo, intentando explicar los hechos, lo acontecido y los nombres más importantes de más de un siglo de catalanismo y de la historia de Catalunya. Iremos hacia delante y atrás para explicar todo lo relacionado con el nacionalismo y cómo ha derivado al punto actual en el que el gobierno autonómico catalán desafía al Estatuto de Catalunya, a la Constitución Española y, en definitiva, a los ciudadanos en un ataque contra el Estado.

Para ello, comenzaremos en el año 1833 ya que es entonces cuando todas las historiografías catalanistas coinciden en atribuir como el origen de La Renaixença (El Renacer) a una poesía de Bonaventura Carles Aribau llamada Oda a la patria. 

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Oda a la Patria (Bonaventura Carles Aribau)

La Renaixença se podría definir como un movimiento cultural y toma de conciencia catalana que reivindicaba el uso público y cultural de la lengua catalana. Según sus seguidores, el idioma catalán estaba cerca de desaparecer a causa del «colonialismo» cultural y político castellano. El primer tinte político que se le dio fue culpar de la situación del momento de la sociedad catalana a los Borbones y a la abolición de las instituciones políticas catalanas por el Decreto de Nueva Planta, un conjunto de decretos promulgados entre 1707 y 1716 por el rey Felipe V, vencedor de la Guerra de Sucesión (dicha guerra se libró a causa de la muerte sin descendencia del Rey Carlos II El hechizado y a la reclamación del trono tanto por parte de Felipe de Borbón como del Archiduque Carlos de Habsburgo), por los cuales quedaron abolidas las leyes e instituciones propias del Reino de Valencia, del Reino de Aragón, del Reino de Mallorca y del Principado de Catalunya (16 de enero de 1716), todos ellos miembros de la Corona de Aragón y que se habían decantado por el Archiduque Carlos como heredero al trono.

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Decreto de Nueva Planta (1716)

Ya volveremos a esta Guerra de Sucesión en adelante ya que es otra de las grandes mitificaciones del nacionalismo catalán, pero ahora nos centraremos en La Renaixença y en ese embrión que, como hemos escrito antes, fue el poema de Aribau llamado Oda a la patria, tal y como reconocen todos los que escribieron sobre los inicios del nacionalismo, entre ellos Rovira i Virgili en su Historia de los movimientos nacionalistas.

Sin embargo, Aribau nunca fue nacionalista y, si repasamos su vida y obra, observaremos lo obvio que es esto. No se trata ya de que Aribau usara el castellano normalmente en su día a día, cuestión que era bastante común entre la burguesía y los intelectuales del momento ya que, por aquel entonces, hablar en castellano era visto como signo de distinción, lo que hacía que en Catalunya se hablase catalán en la zona rural y castellano en las grandes ciudades, sino que en 1817, en su discurso Sobre la posibilidad de un idioma universal. Tratado de taquigrafía, defendió que el castellano debía ser esa lengua universal. Aribau deseaba que el gobierno de España extendiera la lengua castellana a todos los rincones del país, entre otras cosas para reforzarla de cara a ser esa lengua universal.

Curiosamente, el hombre al que asocian con el inicio del catalanismo vivió gran parte de su vida en Madrid, fue co-director (junto al también catalán Manuel de Rivadeneyra) de la Biblioteca de Autores Españoles, además de colaborador en los periódicos El Español, La España La Nación,  y dirigió el diario madrileño El Corresponsal . Como pueden imaginar, por sus nombres ninguno de ellos era cercano al catalanismo.

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Bonaventura Carles Aribau (1798-1862)

Y ustedes dirán que, si todo esto es así, por qué los historiadores catalanistas dan inicio con él al nacionalismo catalán. Lo cierto es que Rovira i Virgili y otros historiadores de ideas republicanas y de izquierdas no veían con buenos ojos, como explicaremos más adelante, reconocer que la realidad es que el nacionalismo catalán surgió de la burguesía conservadora y monárquica de Barcelona, así que decidieron darle «el honor» de ser el padre del catalanismo a un republicano y de izquierdas. Además, dado que Rovira i Virgili aseguraba que el origen del catalanismo provenía de las ideas jacobinas de la Revolución Francesa, era acertado por su parte que se eligiese a un afrancesado como Aribau como origen del renacimiento del catalanismo, por más que realmente no fuese nacionalista.

La realidad de Oda a la patria es que, debido a la celebración del santo del Marqués Gaspar de Remisa, noble afincado en Madrid y nacido en Catalunya, sus empleados, entre los que estaba Aribau, deciden hacerle como regalo unas poesías escritas en diferentes lenguas. A Aribau le toca realizarla en catalán, como él mismo reconocería en una carta a su amigo Francesc Renart. Oda a la patria se publicó por primera vez en el Periódico El Vapor y realmente no tenía titulo. Lo cierto es que fue el propio periódico quien lo bautizó como La Patria y no sería hasta ocho años después cuando en 1841 Joaquin Rubio i Ors lo tituló como Oda a la patria en el prólogo de la primera edición de Lo Gaiter del Llobregat.

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Marqués Gaspar de Remisa

El poema, escrito de un catalán para otro, hablaba de la nostalgia de alguien que vive fuera de su tierra, teniendo, así, referencias a las montañas y la mar de Catalunya pero no reivindicaciones políticas ni nada parecido. Lo cierto es que la única referencia que se hace en él al idioma catalán es para calificarlo como «la lengua de aquellos fuertes que acatan los reyes» y a Catalunya la cita como «Región« al referirse a los que, nacidos en Catalunya, no se emocionan al oír hablar en catalán.

De modo que, resumiendo, diremos que La Renaixença surgió como un movimiento cultural para evitar la muerte del idioma y las costumbres catalanas. Es cierto que la literatura catalana había ido a menos y que los más grandes escritores catalanes lo hacían en castellano, pero es falso que no se escribiera en catalán. De este modo, varios historiadores apuntan que, antes del poema de Aribau, se habían escrito 250 títulos literarios en catalán en el siglo XIX, así como también que, por temas políticos y no admitir que los inicios del catalanismo fuese cosa de la burguesía monárquica barcelonesa, Rovira i Virgili y otros historiadores acuñaron el nacimiento del movimiento a un poema escrito por un catalán que reivindicaba el castellano como lengua universal, que la usaba a diario y que escribía en ella (en toda su bibliografía solamente encontramos unas pocas poesías en catalán) y que, para más inri, iba destinado a un aristócrata que acabó siendo director del Tesoro debido a su amistad con la Reina María Cristina, es decir, a un Borbónico, un Botifler como llaman despectivamente a estos en Catalunya que, además, se había enriquecido vendiendo pertrechos a las fuerzas napoleónicas que mataban a los catalanes.

Mejor una España… ¿Roja? ¿Rota? ¿O azul?

A José Calvo Sotelo se le asocia la frase: «Es mejor una España roja que una España rota». Al parecer, la frase la dijo siendo Diputado en el Congreso, aunque hay una versión más larga de la misma cita que podría haber sido pronunciada por Calvo Sotelo en un mitín en Urumea, San Sebastián, y que dice: «Entre una España roja y una España rota, prefiero la primera, que sería una fase pasajera, mientras que la segunda seguiría rota a perpetuidad».

Algo así pensé yo mismo cuando, en Barcelona, Barcelona en Comú sacaba del Ayuntamiento a Convergència i Unió. Ada Colau era para mí algo así como un mal menor ante un ayuntamiento separatista. Meses después, tuve que reírme, aunque no tenga gracia, cuando oí a la propia Colau y a miembros de su partido decir que en Catalunya hacía falta un partido de izquierdas catalanista, más allá de que un socialista o un comunista no puedan ser nacionalistas por ideología propia, cosa que da la impresión de que las personas de izquierdas parecen olvidarse.

¿Acaso se habla de nacionalidades en la internacional socialista? «El mundo va a cambiar de base.
Los nada de hoy todo han de ser»(…) «Agrupémonos todos, en la lucha final.El género humano es la internacional». Mundo, género humano… ¿dónde hay lugar para el nacionalismo en la izquierda?

Lo importante es que en Catalunya todos los partidos de izquierda son o catalanistas o nacionalistas o independentistas. De modo que, en todo caso, en Catalunya lo que se necesita es un partido de izquierda no catalanista, no nacionalista, no separatista. Para lo demás, ya está la CUP, ERC, Podemos, PSC, etc. etc. etc.

Más preocupante es que los partidos de izquierdas nacionales, por cierto complejo histórico, apoyen el nacionalismo. Por muchas vueltas que le queramos dar, la libertad no está en dejar que una ley la pueda votar el pueblo si esa misma ley quita libertad al pueblo. El archifamoso referéndum catalán no es más que aceptar que la soberanía no está en los ciudadanos sino en los territorios, en las expansiones de tierra, tal y como ocurría en la época feudal.

Si en alguna zona de Andalucía, Castilla o Extremadura la familia de los Duques de Alba dijeran de hacer un referendúm para que en sus tierras hubiera leyes propias, Podemos y PSOE pondrían, con razón, el grito en el cielo. Pues no es muy distinto lo que quieren hacer en Catalunya. Sin embargo, la izquierda no es capaz de quitarse el complejo. Durante 40 años Franco secuestró España, sus símbolos, sus instituciones… pero no eran suyas. ¿Entonces? ¿Por qué la izquierda no se sacude el complejo y comienza a sentir España con naturalidad? ¿Por qué le avergüenza su propio país?

Ese sentimiento de la izquierda es el que hace que se asocie al nacionalismo. Como si defender la unidad de España fuese cuestión de «fachas» y no de constitucionalistas. ¿Todavía seguimos con los traumas de la Guerra Civil? Entonces, si Podemos o algún otro partido de izquierdas se presenta como nuevo, me pregunto yo, ¿se puede ser nuevo teniendo la cabeza en la Guerra Civil? ¿Prefiere la nueva izquierda una España rota para siempre que una España azul por un tiempo?

Porque ni siquiera se puede entender que ni PSOE ni Podemos se acerquen al nacionalismo por reeditos electorales puesto que ni en Catalunya ni en el País Vasco ni en Galicia gana Podemos ni PSOE, ni siquiera entre los dos juntos pueden gobernar. ¿Por qué la izquierda puede aceptar la independencia de tres regiones españolas donde eternamente gobierna la derecha con fuerzas conservadoras como Convergència, PNV y PP? ¿Verdaderamente no se dan cuenta de que España quedaría rota y que Galicia, el País Vasco y Catalunya son azules y no rojas?

¿Por qué tratamos de ver la independencia como algo progresista y de izquierdas y que, en las llamadas «naciones históricas», ganen una y otra vez fuerzas conservadoras? ¿Por qué personajes como Iceta, líder del PSC, dice que prefiere pactar con independentistas de derechas y no con el Partido Popular? ¿Para un constitucionalista de izquierdas no es menos mala una España azul temporalmente que una España rota para siempre? ¿Por qué Iceta no tiene narices a decir eso ante unas elecciones catalanas? Y es que, antes de las autonómicas, calcó el discurso de Ciudadanos, de hecho, hasta Podemos en Catalunya calcó dicho discurso, motivo por el cual Colau y los suyos no apoyaron a Iglesias en su momento. ¿Es lícito que Podemos quiera recoger en las autonómicas catalanas el voto de los constitucionalistas y en las generales el de los independentistas?

Yo no quiero una España azul, ni una España roja. Mi deseo es que haya una España naranja o una España de mezcla de colores. Lo que sí sé es que no quiero una España rota, que no quiero un país de pueblos enfrentados, de vecinos y de familias que no se miran a la cara y, desgraciadamente, en ese camino vamos. Lo que sí sé es que prefiero una España azul o roja temporalmente que una España rota para siempre.

La España conservadora se queda sin oposición política

Los resultados de las elecciones en Galicia y el País Vasco han dejado a las claras que en este país las políticas conservadoras se van quedando sin oposición. El conservadurismo al que nos referimos no es sólo el del PP, que gobierna en la mayoría de autonomías de nuestro país, sino que también el PNV en el País Vasco y Convergència (disfrazada de Junts pel Sí) lo hacen. Yo, personalmente, como persona de ideales liberales, tengo claro que todas las ideologías, también el conservadurismo, tienen cosas acertadas. De modo que no veo como una tragedia que esto ocurra, por más que yo sea de ideales progresistas. Lo que sí considero que es un drama es observar que no hay oposición, que no hay alternativa a estas políticas.

Desde que Podemos se decidió a hacer políticas radicales de extrema izquierda, la política se ha radicalizado terriblemente y España se está partiendo en bandos. En las elecciones generales, eso está llevando a problemas para componer gobierno y así llevamos prácticamente ya un año con un Gobierno en funciones; en las elecciones autonómicas, es mucho peor ya que, además del tema ideológico, está también presente el nacionalismo, que es protagonista hasta en los lugares donde no hay nacionalismo ya que, por poner un ejemplo, nadie pone en duda que para los gallegos el PP sea su partido «regional», del mismo modo que ocurre en Andalucía con el PSOE.

La presencia de Podemos, la posibilidad de que, como ha ocurrido en Euskadi, este partido pudiera pactar con Bildu ha reforzado al PNV que, abandonando (al menos de cara a la galería) cualquier tipo de separatismo, ha conseguido que personas que habían votado a PP y C’s en las elecciones generales hayan votado en esta ocasión al PNV, el único partido que podía vencer al pacto de los de la Capucha y la Goma 2, quedando, así, dañadas las fuerzas más centradas ideológicamente.

En Galicia, el PP ha subido 6 puntos desde las elecciones generales, imagino que, en parte, porque es visto como el partido regional por muchos gallegos, pero también porque muchos querían evitar la posibilidad de que Podemos pudiera llegar a gobernar junto a PSOE y BNG. En Galicia, Podemos, PSOE y Ciudadanos han perdido apoyo respecto a las Generales y eso demuestra que la España Conservadora se queda sola. En Euskadi, tres cuartos de lo mismo pues PSOE, Podemos y Ciudadanos han perdido apoyo, mientras que en ambos casos los partidos nacionalistas de izquierdas, BNG y Bildu, han subido respecto a las Generales.

En Euskadi, hay quien habla de batacazo de fuerzas como C’s, igual que en Galicia, pero la realidad es que en tierras vascas el partido naranja ha bajado 1,5% respecto a las Generales, mientras que Podemos ha perdido el 14% de los votos pasando de ser primera a tercera fuerza y dejando claro aquello que tanto he comentado en este blog sobre el voto en negativo que los independentistas vascos daban a la formación de Pablo Iglesias en las Generales, creyendo que les traería la negociación para romper España.

España se está partiendo en dos, cuestión que ya ha ocurrido en nuestro país y que ya sabemos qué desastrosos resultados ha traído. La radicalidad izquierdista y los nacionalismos están beneficiando a las fuerzas conservadoras de modo evidente y en prácticamente todo el país. Sin embargo, no acabamos de ver que la forma de conseguir equilibrio no es compensando un voto extremo con uno extremo del otro lado sino que el equilibrio se consigue votando al centro. Ese debe ser el reto de Ciudadanos, conseguir hacer entender algo que en el fondo es evidente.

Fuente de la fotografía de portada: electomania.es

Recuperar el sentido común en Cataluña

No hace tanto, el Partido Popular y Convergència i Unió eran algo así como hermanos siameses. En Catalunya muchos votantes del PP votaban a CiU y, en cambio, muchos votantes de CiU en las Elecciones Generales votaban a los Populares pues, al fin y al cabo, representan cosas similares, siendo ambos el partido que quería conservar en España los poderes que tenían desde tiempos muy lejanos. Con la deriva separatista, Convergència ha variado su ruta, pero el que fuera el partido de Pujol no dejaba de representar a esas familias que eran franquistas con Franco y monárquicas con el Rey, con tal de estar con el poder.

En realidad, la crisis política española es en gran parte a causa del divorcio del PP con CiU, dos partidos que en algunos asuntos han actuado como mafias sicilianas que tenían un pacto de no agresión, un pacto que a mí como catalán me duele especialmente ya que con él han tenido a mi tierra como campo de juego. La catalanofobia ha sido parte central del gran plan pues que los catalanes fueran mal vistos daba votos la PP en el resto de España y creaba una actitud hostil hacia Catalunya que beneficiaba a Convergència en mi tierra.

Sin embargo, el Partido Popular no cuidó a Jordi Pujol y la lucha de los medios de comunicación y de Ciudadanos en el Parlament, además de la inestimable ayuda de la ex del hijo de Pujol, Maria Victoria Álvarez, ha destapado muchos de los asuntos de la familia que durante años ha actuado (y sigue haciéndolo) en Catalunya como si de una familia real se tratara.

El independentismo de Convergència no es más que una cortina de humo, un tirar para adelante, con tal de salvar la cabeza de Jordi Pujol y los demás implicados en el saqueo que se ha hecho en Catalunya por parte de estos caraduras que se han vendido como padres de esta. Fingir que el dinero no ha «trincado» Convergència y decir que España nos roba han sido el truco de magia para que en todos estos años en mi tierra no se haya hablado del mayor caso de corrupción de Europa perpetrado por Pujol y los suyos. La independencia lo ha tapado todo.

El problema es que lo de la Independencia, que era un objetivo y para eso llevan treinta años comiendo la cabeza a los niños en los colegios y la televisión catalana, se tuvo que adelantar y, claro, nos topamos con el problema de que en Catalunya la mayoría de las personas no son independentistas y éste es en el himpas donde nos encontramos ahora, tratando de hacer tiempo hasta que los separatistas sean el 50% +1.

Para que eso ocurra, se dan todas las posibilidades: hacer votar a los menores de 18, a los extranjeros, incluso la ANC ya ha dicho que no votarán los ciudadanos de Catalunya sino el pueblo catalán, es decir, sólo votarían los nacidos en Catalunya.

Hay que reconocer que en Convergència listos son. Artur Mas se ha quitado de en medio y, como Presidenta del Parlament (que es quien verdaderamente está cometiendo irregularidades), han puesto a Carme Forcadell quien, en realidad, no es del partido.

Los que sí son de Convergència, Homs, Mas y demás personas que han tenido que ir a declarar por el butifarréndum del 9 de noviembre, tratan de hacerse los fuertes pero lo cierto es que, tras el último 11 de septiembre en el que acudieron un millón de personas menos que el año anterior, se empiezan a oír muchas voces que reculan. Desde Convergència se comienza a dudar, ya se descarta realizar el referéndum unilateral y hablan de cómo hacer uno vinculante.

La CUP, que son conscientes de que no habrá independencia y de que, probablemente, vayamos a nuevas elecciones, tratan de no romper el pacto con Junts pel Sí para que la sociedad tenga claro que ellos son los verdaderos independentistas.

Lo triste de la Catalunya que viene es que en ella quizá Podemos o el nuevo partido que creen Colau y los suyos pueden verse beneficiados cuando los que han votado independentismo en el futuro abandonen esa opción. Los partidos que apuestan por un referéndum sin decir si quieren el Sí o el No son aún más dañinos para esta tierra que los propios independentistas.

Catalunya debe volver al «seny», al sentido común y no dejar de defender sus posturas, no dejar de defender su cultura y su lengua, pero siempre teniendo en cuenta que la cultura y la lengua castellanas son tan catalanas como el catalán. En realidad, es ese el punto de unión que los catalanes tenemos y por el cual deberíamos resolver las diferencias. No necesitamos que el PP machaque a Catalunya, no sólo porque crea independentistas, que sí los crea, sino porque quien está desinchado el globo separatista es el propio pueblo catalán.

Espero que llegue el día en el que los que están más cerca del idioma y la cultura catalanes defiendan la catalanidad de las costumbres y el idioma castellanos, así como los que estamos más cerca del idioma y la cultura castellanos tenemos que defender también la españolidad de las costumbres y el idioma catalanes. Ese es el verdadero punto de unión y no enfrentar a la sociedad como quieren hacer los separatistas y Podemos.

El debate interno de los partidos, ¿positivo o negativo?

Que la política se haya convertido en una suerte de espectáculo televisivo de grandes audiencias hace que, a mi parecer, se esté desnaturalizando. A día de hoy, quien más o quien menos se considera un experto en política aunque quizá eso no es del todo nuevo. En España siempre ha habido 40 millones de Presidentes del Gobierno y 40 millones de seleccionadores nacionales de fútbol, pero sí es cierto que ahora, además de creer que sabríamos dirigir el país, también creemos que sabemos dirigir a los propios partidos.

En estos últimos tiempos, me he dado cuenta de que la prensa y con ello la opinión pública, que a mi parecer en España siempre confía más en lo que dicen los periodistas que en los que les dice su propia lógica, ha conseguido que veamos como debilidades de las formaciones políticas el debate interno como si, de algún modo, la fortaleza de un partido político estuviese o no en parecer una estructura sólida o como si el pensar diferente supusiera obligatoriamente no estar unidos.

Los debates de la calle y de la prensa están, en mi opinión, afectando a las formaciones que tratan de ocultar dichos debates internos cuando estos son la esencia de la democracia. Sin estos debates, la política estaría muerta y no avanzaría. Sin embargo, parece que los partidos políticos están algo nerviosos con esto y hablo de partidos en plural.

Las formaciones están compuestas de personas, las cuales cada una son de su padre y de su madre, y que aunque tengan una base ideológica común, no las interpretamos todos del mismo modo. No obstante, como he dicho, los partidos quieren ocultar el debate interno y creo que, cuando eso se hace, no es más que miedo de las cúpulas a que otros con mejores o con, al menos, nuevas ideas les quiten la silla.

En el Partido Popular la siempre polémica Rita Barberá y Esperanza Aguirre ya han tenido sus más y sus menos con algunas de las jóvenes promesas, como Andrea Levy, a la que han acusado entre otras cosas de no tener clara la ideología. En el partido conservador, da la sensación de que las discrepancias están entre el antiguo PP, el que proviene de la Alianza Popular fundada por un Ministro de Franco, y una nueva hornada de jóvenes políticos que han nacido en democracia y no cargan con políticas del pasado.

En los socialistas, las discrepancias parece que son debidas a otras cuestiones y no al cambio generacional; parece que hay una parte del PSOE que aceptó el cambio de Felipe González y que abogan por ser un partido constitucionalista por encima de todo, una formación que, definitivamente, dejó la utopía socialista por la más sensata socialdemocracia. En este barco están, además del expresidente, Guillermo Fernández Vara o Susana Díaz entre sus nombres más destacados. Resumiendo, personas más cercanas al centro. En realidad eso ha sido el PSOE durante muchos años, sin embargo, el miedo a que Podemos les adelantara por la izquierda les ha hecho virar su ruta.

Hablando de Podemos aquí parece que el debate interno esté entre los que quieren tener posiciones socialdemócratas, donde al parecer está Errejón, y el lado de extrema izquierda y anticapitalista en el cual destacan, entre otros, Teresa Rodríguez. El caso de hacia dónde debería andar la formación morada es quizá el más complicado porque, si Podemos no abandona el extremismo, nadie querrá pactar jamás con ellos; sin embargo, si hace eso, dejará de ser Podemos.

Ciudadanos, que en su primera época en Catalunya tuvo problemas sobre dónde debía situarse, parece ahora quien tiene menos problemas internos, lo cual no es ni bueno ni malo, imagino que la cercana expansión a todo el territorio español hace que no haya debate en cuanto al líder ni en cuanto a sus ideas. También el hecho de que no gobierne en ningún lado más que en algunos municipios hace que no haya grandes debates internos, cuando lo normal en una formación de centro sería que hubiese más debate que en las demás formaciones.

Sin embargo, sí hay muchas voces entre las personas que iniciaron el proyecto naranja que no están contentas con la actual deriva de la formación. Muchos de estos hombres que están ya fuera de C’s, no obstante, no han intentado quedarse dentro de la formación para crear ese debate  que, a mi parecer, es tan sano, a pesar de que desde fuera se vea como algo que debilita a las formaciones. Aún así, tal y como he dicho antes, creo que el debate  mueve la democracia pues, si un partido se queda quieto, no avanza y los españoles deberíamos estar contentos de que los haya y de que, con un poco de suerte, esos debates sean ganados por las mejores opciones para nuestro país.

Mi última reflexión es sobre cómo serían unas elecciones con listas abiertas en las que, no sólo pudiésemos votar al Partido, sino que también lo hiciéramos a los candidatos. ¿Qué hubiera pasado si, más allá de que el PP fuese la fuerza más votada, los españoles hubieran podido elegir qué candidato querían? ¿Hubiera sido más fácil llegar a un acuerdo de este modo?

El Barça y su independencia deportiva

Soy catalán y soy del Real Madrid. Ese es uno de los pecados más grandes que se pueden cometer en Catalunya. Hace unos días, Toni Freixa, directivo del Barça, decía que no se puede ser del Real Madrid y ser catalán, es decir, Toni Freixa se cree con la potestad de decir a personas como yo, que hemos nacido en Catalunya, que no somos de aquí.

Dicen las encuestas que en esta tierra hay un millón de madridistas, es decir, el Real Madrid es el segundo equipo de Catalunya. Muchas veces, los nacionalistas catalanes achacan eso a que los que vinieron desde otros puntos de España no estén adaptados y, no sólo eso, sino que además afirman que vinieron a traer el castellanismo, su lengua, sus costumbres o, incluso, su equipo de fútbol (al que, para hacer más terrorífica la historia, acusan de ser el equipo del Dictador Franco).

En la Psique nacional-catalanista, los que vinieron desde otros puntos de España somos castellanos; tienen tan absorbido el cerebro con el hecho de que un idioma y una nación son lo mismo que no entienden que los que vinieron desde otros puntos de España y nosotros sus hijos no somos castellanos, sino que los hay que son andaluces, extremeños, gallegos, aragoneses, murcianos… y, obviamente, castellanos sólo son los que vinieron de Castilla.

Cuando los líderes separatistas dicen cosas como que Franco mandó trenes llenos de pobres emigrantes para que mezclaran su sangre con la sangre pura de los catalanes para, de este modo, anular Catalunya, sus costumbres y su idioma, no es difícil hacer creer que una parte de ese plan para acabar con Catalunya es que esos pseudo-catalanes de padres de fuera se hagan del Real Madrid, para ellos clara institución del colonialismo.

Yo soy del Real Madrid porque en mi casa nunca vi nacionalismo, también porque en mi casa nunca me obligaron a ser de un equipo u otro. Esas cosas que ocurren en muchas familias catalanas en las que se hace socio del Barça a un recién nacido, como si el Barcelona fuese parte del linaje familiar, en mi caso no sucedieron.

Así que, cuando naces en un núcleo familiar en el que los equipos de fútbol son sólo equipos de fútbol, uno se hace del que mejor le cae, del que más le gusta o, como en mi caso, uno se hace del Real Madrid simplemente porque tu futbolista preferido ha fichado por ese equipo. Mi padre es seguidor del Real Betis así que en ese equipo fue en el que comencé a fijarme. En el equipo verdiblanco jugaba un excelente lateral izquierdo que corría la banda como una gacela con las medias bajadas. Gordillo, que jugaba también en la Selección, fichó por el Real Madrid y poco después yo también me aficioné a ese equipo.

Esa es mi verdadera historia. Sé que no es tan emocionante como que un Dictador mandara a mis padres en un tren para acabar con Catalunya y que, para ello, tuvieran hijos que fueran del Real Madrid pero, lo siento, esa es la verdad. Eso no quita que, cuando vas creciendo, cuando te das cuenta de cómo son las cosas, muchos como yo sí hayamos utilizado al Real Madrid como símbolo de nuestra rebeldía y como bandera de que hay otra forma de ser catalán.

Obviamente, hay muchos más hijos de andaluces, gallegos, extemeños, murcianos, etc. que son del Barcelona, que hijos de catalanes que son del Real Madrid pero, simplemente, se debe a eso, porque para los que vinieron de fuera normalmente el fútbol no es parte del nacionalismo, es solamente un deporte.

Tras el partido del Barcelona con el Celtic de la Copa de Europa, donde las asociaciones soberanistas quisieron repartir 30.000 esteladas, ha vuelto la polémica entre si se debe mezclar la política con el deporte o si el Barcelona está politizado. A mí, personalmente, no me parce un pecado que se mezcle, hasta cierto punto, la política y el deporte. De hecho, el Barcelona, para bien o para mal, siempre ha estado politizado. En tiempos del Dictador Franco, para muchos el Barcelona era la vía de escape para mostrar su catalanidad y, como escribió Manuel Vazquez Montalban, «El Barça es el ejército de un país desarmado». De ahí viene la famosa frase que dice que el Barcelona es más que un club, porque no es sólo fútbol, sino que también es sentimiento y, por qué no decirlo, también política.

Hace unas semanas, me invitaron a ver el Barcelona – Betis en el Camp Nou y acepté. Hacía catorce años que no iba al estadio del equipo culé. Ahora había novedades como que en el minuto 17 y 14 segundos se grite «Independència». Sabedor de que eso iba a ocurrir, me fijé en cuántos cantaban y lo hicieron no más de una quinta parte de los aficionados, en realidad, una minoría muy minoritaria, por más que quizá por televisión parezca que todo el campo es un clamor. En el partido contra el Celtic, he visto fotos de las gradas y sus esteladas, las cuales la UEFA no permite; me puse a contar la gente que no las mostraba y eran cerca del 80%. De modo que, siendo madridista como soy, les pido que no asocien al Barcelona con el independentismo reconociendo que sí, que los separatistas se aprovechan del club, lo utilizan. Lo de intentar repartir 30.000 esteladas (aunque no lo consiguieran) no fue más que un acto desesperado de darse publicidad días después de que la asistencia a la manifestación del 11 de septiembre bajara en un millón de personas.

Están nerviosos, el Proceso se muere, están utilizando todo lo que tienen a mano, también al Barcelona pero, como madridista, les pido que no culpen al Barça de esto, al menos no culpen a los barcelonistas, pues solamente son una víctima más del secuestro a Catalunya perpetuado por los separatistas. Y algunos me dirán que el Barça invitó a los organizadores del acto al palco y, sí, es verdad, y la UEFA seguro que toma cartas en el asunto, pero los directivos tampoco son el club. Lo que pasa es que en este régimen nacional-catalanista, las influencias de los que dirigen el país llegan a todas partes, también a quien puede o no puede ser candidato a la presidencia del Barcelona.

Fuente de la fotografía de portada: www.marca.com

La Diada y el traje nuevo del emperador

Dice la historia que, hace muchos años, vivía un rey que era comedido en todo excepto en una cosa: se preocupaba mucho por su vestuario. Un día oyó a Guido y Luigi Farabutto decir que podían fabricar la tela más suave y delicada que pudiera imaginar. Esta prenda, añadieron, tenía la especial capacidad de ser invisible para cualquier estúpido o incapaz para su cargo. Por supuesto, no había prenda alguna sino que los pícaros hacían lucir que trabajaban en la ropa pero estos, en realidad, se quedaban con los ricos materiales que solicitaban para tal fin.

Sintiéndose algo nervioso acerca de si él mismo sería capaz de ver la prenda o no, el emperador envió primero a dos de sus hombres de confianza a verlo. Evidentemente, ninguno de los dos admitieron que eran incapaces de ver la prenda y comenzaron a alabar a la misma. Toda la ciudad había oído hablar del fabuloso traje y estaba deseando comprobar cuán estúpido era su vecino.

Los estafadores hicieron como que le ayudaban a ponerse la inexistente prenda y el emperador salió con ella en un desfile, sin admitir que era demasiado inepto o estúpido como para poder verla. Toda la gente del pueblo alabó enfáticamente el traje, temerosos de que sus vecinos se dieran cuenta de que no podían verlo, hasta que un niño dijo:

«¡Pero si va desnudo!»

La gente empezó a cuchichear la frase hasta que toda la multitud gritó que el emperador iba desnudo. El emperador lo oyó y supo que tenían razón, pero levantó la cabeza y terminó el desfile.

Las asociaciones independentistas Òmnium (no significa «odio» en catalán, no) y ANC (Asamblea Nacional Catalana, no crean que significa Algunos Nazis Catalanes), junto con el gobierno ladrón del 3% y su maquinaria para lavar cerebros, basados en dos grandes pilares como son los medios de comunicación subvencionados por la Generalitat y la enseñanza, donde desde bien pequeñitos se adoctrina a los catalanes en el Nacional-Catalanismo y en el odio al resto de España, supondrían algo parecido al cuento que acabamos de contar.

Las asociaciones financiadas por la Generalitat, es decir, pagadas por todos los catalanes, han sido claves en todo este proceso soberanista, han dedicado millones de Euros al Procés, a enfrentar a los catalanes y a sembrar odio. Las performances separatistas han sido vistas como una gran fiesta estudiantil a la cual este año se le ha dedicado menos dinero (¿tendrá algo que ver con los registros en la sede de Convergència?) y eso ha derivado a que se haga menos publicidad y la Diada haya sido «light».

A eso hemos de sumar que el síndrome del traje del emperador ha empezado en Catalunya y que muchos comienzan a darse cuenta de que esto es una farsa que no hay donde cogerla; muchos ya saben que el emperador está desnudo.

El Síndrome del Emperador comienza en la enseñanza, a los niños de Catalunya desde muy pequeños se les cuenta una historia inventada de su tierra en la que no se explica la relación con el resto de España sino que se pone énfasis en ciertas historias y leyendas para fingir que es una nación milenaria. Como es obvio, los estudiantes necesitan aprobar de modo que deben aprender esa falsa historia, llegándose a la paradoja de que los que más estudios tienen más engañados están y los que no tienen acaban diciendo que ven al emperador desnudo por vergüenza, ya que los estudiosos sí ven las telas.

Pero en Catalunya la mayoría silenciosa comenzó a decir que veía al emperador desnudo y, poco a poco, los que han defendido el separatismo comienzan a ver que no pueden seguir fingiendo, que el Procés es un acto nacionalista rancio que recuerda a otros del siglo pasado y que ya sabemos cómo terminaron.

La cuestión irá lenta pero cuando en el trabajo, en casa, en el barrio, muchos pierdan el miedo y digan que el emperador está desnudo, es decir, que no son independentistas, el hermano, el compañero y el vecino se atreverán a decir que ellos tampoco.

Los Mas, Pujol y compañía han secuestrado a Catalunya y ya es momento de que ese secuestro acabe y que Catalunya se devuelva a los suyos, a los ciudadanos de Catalunya.

 

Fuente de la fotografía de portada: okdiario.com

La fiesta de la nación inventada

El 11 de septiembre es un día triste para muchos catalanes porque no es el día en el que todos nos juntamos a celebrar el día de nuestra tierra sino que se trata del día en el que una parte (la más pequeña) nos dice a otra parte (la más grande) que no somos bienvenidos en el sitio donde hemos nacido. El separatismo catalán se sostiene en una parte de racismo, una parte de clasismo y una gran parte de ignorancia y, aclaro, ignorancia no en tono despectivo sino de ignorar gran parte de la historia de su propia tierra, en parte por que el adoctrinamiento escolar y los medios de comunicación del régimen nacional-catalanista cuentan sólo una parte de lo que ocurrió, dan un titular sin explicar el contenido.

Un día ya escribí que el separatismo se divide en tres partes: los que inventaron el cuento, los que se creen el cuento y los más peligrosos, los que viven del cuento. El 11 de septiembre no ha sido una fecha histórica como Día de Catalunya sino que ha sido en democracia cuando se escogió como tal, de igual modo que ya en democracia es cuando se le da oficialidad al beligerante, violento y sectario himno de Els Segadors. Que este día y este himno, que sirven para dividir y no para unir a los catalanes, tengan oficialidad democrática es una demostración más de que en el tema separatista no hay nada que pactar con el gobierno de la Generalitat porque cada concesión que se hace a la oligarquía catalana es usada por estos para agredir a una parte de su propio pueblo.

El 11 de septiembre se considera que es el día en el que Catalunya cayó totalmente en manos borbónicas en la Guerra de Sucesión. Pero hasta eso es mentira pues ese día cayó Barcelona pero aún hubo otras ciudades que estuvieron en manos austricistas unas semanas más. Para la oligarquía  burguesa barcelonesa, Catalunya es Barcelona, ríanse ustedes del centralismo español pero, bueno, eso es sólo una anécdota, hay cuestiones mucho más importantes en ese 11 de septiembre que los separatistas venden como el día que se perdió la nación catalana, cuando en realidad era una guerra simplemente para decidir quién sería rey de España.

La defensa de Barcelona por parte de los austricistas fue militarmente heroica, pero esos héroes no luchaban por Catalunya ni como región, ni como país, ni como nada de nada. De hecho, en el bando que se lee ese día a los barceloneses no se nombra a Catalunya en ningún momento, sino que siempre se habla de España.

«quedando esclavos con los demás engañados españoles y todos en esclavitud del dominio francés ; pero con todo se confía en que todos , como verdaderos hijos de la Patria , amantes de la libertad, acudirán a los lugares señalados , a fin de derramar gloriosamente su sangre y vida por su Rey, por su honor, por la Patria y por la libertad de toda España».

Éste es un extracto de ese pregón, pero pueden buscarlo en las redes entero si quieren y verán que no hay ni una sola referencia a Catalunya, a la nación catalana y menos aún al separatismo.

Hay otros separatistas que sí reconocen que no había nada relacionado con el catalanismo en esa defensa de Barcelona, pero que también señalan esa fecha como en la que el catalán comenzó a prohibirse en tierras catalanas. Lo cierto es que estos tienen parte de razón, pero manipulan también lo que ocurrió ya que se refieren al Decreto de Nueva Planta que Felipe V aplicó a todos los antiguos reinos, condados y señoríos, convirtiéndolos en regiones, tal y como todos los reinos de Europa hicieron en su día, centralizando sus posesiones.

José Patiño y el catalán Francesc Ametller fueron quienes redactaron dicho decreto. A raíz de ahí, las causas de la Real Audiencia se redactaron en castellano, pero no supliendo al catalán, sino al latín, que es como se redactaban hasta entonces. El castellano era la lengua que se utilizaba en las instituciones de gobierno, por los funcionarios y por determinadas élites que consideraban su uso un factor de prestigio social y cultural, mientras que el catalán quedaba reducido al ámbito privado y familiar. Más doloroso fue en realidad para Catalunya el hecho de que que se cerraran todas su universidades, a excepción de la Cervera, donde las clases y los escritos eran en castellano.

El toque nacionalista a ese día se dio pasado más de un siglo cuando el renacimiento literario catalanista, «La Renaixença», reescribió antiguas historias y leyendas para que el catalanismo literario tuviese éxito. Del literario se pasó al catalanismo político que en estos últimos días, convertido en separatismo, trata de dividir la sociedad en buenos y malos catalanes. El renacimiento del catalanismo se suele dar como punto de inicio con el poema de Aribau «Oda a la Partria», en realidad un poema escrito por un catalán hacia otro que, fuera de su tierra, la añora. Realmente, pues, no hay ningún toque nacionalista en dicho poema, además de que Aribau no sólo no era nacionalista catalán sino que ese poema iba destinado al Marqués Gaspar de Remisa, un noble borbónico con grandes lazos con la entonces reina regente María Cristina.

Aribau no es el único padre del catalanismo que no era nacionalista y mucho menos independentista. De hecho, todos los grandes mitos del catalanismo dejaron claro en sus escritos que defender el catalán, defender las costumbres de esta tierra y defender a Catalunya no debían verse como un ataque a España. De ese modo, Milà y Fontanals dijo en su discurso de los Juegos Florales de 1859:

«Con un entusiasmo mezclado de un poco de tristeza, le damos aquí a esta lengua una fiesta, le dedicamos un filial recuerdo, le guardamos la menos un refugio. A los que no hagan memoria de las ventajas que trae olvidarla, diremos que a estas ventajas preferimos retener un sentimiento en un rincón de nuestro pecho, y si en este sentimiento alguien quisiera ver peligros, discordias o una disminución del amor a la patria común, podríamos responder que eran bien catalanes muchos de los que ensangrentaron la sangre de Lepanto y de los que cazaron las águilas francesas; y podríamos repetir un aforismo ya usado al tratar de uno de los mejores catalanes y más ardientes españoles (se refiere a Antonio Capmany) que nunca ha habido: No puede querer a su nación, quien no ama a su provincia».

O Víctor Balaguer que en su libro «Añoranzas» escribió:

«¿Soy yo por ventura regionalista como ahora se dice? No lo sé. Creo que sí, pero en el sentido y con el alcance que yo doy a la voz regionalismo, que todavía no ha definido ni fijado la Academia. Soy, sí, regionalista; pero no de esos al uso. No lo soy hasta el punto de faltar a mi patria española por mi hogar catalán, que la patria está por encima de todo».

Muchos de estos que se creen separatistas a día de hoy seguro que, incluso, desconocen lo que pensaban los padres del catalanismo político, personas como Valentí Almirall o Prat de la Riba, nombres de cabecera del separatismo de hoy. Así, Almirall escribió en sus últimos años de vida:

«Que los separatistas por odio y malquerencia sigan los procedimientos que crean que mejor les lleve a su objetivo, pero no finjan, ni mientan, ni pretendan engañarnos. El odio y el fanatismo sólo pueden dar frutos  de destrucción y tiranía; jamás de unión ni concordia. Pretender buscar la armonía entre las regiones españolas que han de vivir unidas, por el camino de los insultos o al menos de los recelos (…) nuestra propaganda siempre ha tenido el mismo ideal. Jamás hemos entonado ni entonaremos Los Segadors, ni usaremos el insulto ni el desprecio para los hijos de ninguna de las regiones de España».

O cómo Prat de la Riba, en el diario «La Veu de Catalunya», aseguraba que ya antes del Decreto de Nueva Planta los catalanes de la época habían aceptado el castellano como lengua propia:

«El castellano no se ha impuesto por decreto en Catalunya , sino por adopción voluntaria, lenta, de nuestro pueblo, efecto del gran prestigio que iba adquiriendo la lengua castellana. Éramos libres, teníamos completa autonomía política, con cortes más soberanas que las propuestas por las bases de Manresa y ya se hablaba y se escribía en castellano, y en castellano hemos de leer uno de los discursos más ardientes que  se hicieron en el Salón de Sant Jordi en las ultimas cortes catalanas». 

El 25 de octubre de 1979, día que se votó el Estatuto de Catalunya, sería un buen día para celebrar el Día de Catalunya, así como también el 23 de abril, Día de Sant Jordi y quizá el día más bonito para todos los catalanes. Pero el 11 de septiembre no significa nada para la mayoría de nosotros. Aún así, lo hemos respetado, como también respetamos un himno que nos amenaza con cortarnos el cuello pero, dada la deriva separatista de los últimos tiempos, sólo podemos decir que no es nuestro día, que este es el día de los que se avergüenzan de la bandera milenaria de Catalunya y han inventado una nueva, esa «estelada» que no significa nada. Es el día de los que deben sentir cierto complejo por ser catalanes y han inventado una Catalunya nueva.

España es un país de malos hermanos

El mismo día del NO a Mariano Rajoy, vi la película Toro dirigida por Kike Maíllo. La voz peculiar de ese grandísimo actor, José Sacristán, dice en un momento del film «España es un país de malos hermanos» y qué gran día para esa frase cuando ves a las dos (o tres o cuatro) España enfrentarse en el Congreso de los Diputados.

Entre esos malos hermanos españoles, hay algunos que viven indignados porque creen que España debería ser un país más avanzado, con una economía más saneada y con un mayor peso dentro de los países de la Unión Europea. Pero estos mismos no se dan cuenta de que las luchas internas, las peleas entre bandos y hasta las antiguas rencillas son las que nos hacen estar retrasados, algo que, además, siempre fue así.

Ya hemos votado dos veces, el Congreso ha dicho No a Rajoy y también ha dicho No a Sánchez; el pueblo está harto y la mayoría de los políticos piensan más en ellos que en el bien del país. Sin embargo, hay personas que defienden que el PP y el PSOE sigan en el No y lo defienden porque son antagonistas enfrentados desde que el tiempo es tiempo. ¿Y no es momento de que todo cambie ya?

El PP ha gobernado durante 4 años aprovechando su mayoría absoluta de espalda a todos los demás partidos… no vamos a entrar una vez más en los fallos de la Ley Electoral pero sí vamos a recordar que, aunque el PP tenía mayoría absoluta de Diputados, solamente tenía el 44,6% de los votos, de modo que gobernaron sin importarles la opinión de más de la mitad de los españoles.

Sí es cierto que el momento crítico del país puede haber sido motivo para que los populares tuvieran que trazar su plan por encima de todo y no oír a los demás, cosa que no justifico, pero que contemplo como una posibilidad. Lo que tengo claro es que, sea la actitud del PP comprensible o no, son los votantes quienes tienen que decidirlo y en las elecciones de 2015 los populares perdieron más de tres millones y medio de votos. Sin embargo, sin hacer autocrítica, no salieron de la frase de «hemos ganado las elecciones». De hecho, en este mismo blog, cuando he criticado la postura del PP, algunos lectores votantes populares me justificaban en qué han ganado con un no hay más que hablar. Pero sí hay que hablar y la clara demostración es que, pasado un año, Mariano Rajoy aún no ha conseguido formar gobierno.

En mi opinión, Mariano Rajoy no es el Presidente ideal y las políticas del PP no son las más adecuadas para que España vaya hacía adelante. En eso seguro que estoy de acuerdo con la mayoría de votantes de Ciudadanos, PSOE y Podemos, pero antes del No, No y No, hay que tener muy en cuenta que unas terceras elecciones van a beneficiar probablemente al PP. Cuando hablo con alguien sobre qué resultados podrían dar unas terceras elecciones, me doy cuenta de que muchas personas confunden sus deseos con la realidad. Yo espero que no tengamos que ir a votar de nuevo, no sólo por el cansancio o porque sería un fracaso político, saliendo el bipartidismo reforzado, sino porque creo que se puede llegar a un mejor acuerdo ahora que con el panorama que podría quedar después.

El PSOE sabe que, haciendo las cosas «medio bien», unas elecciones nuevas les beneficiarían en número de Diputados, dado que la bajada de Podemos va a ser histórica. Muchos nuevos votantes que apostaron todo a Podemos saben que el voto morado es perdido puesto que, en un panorama de pactos, no tiene sentido votar a un partido con el que, salvo los independentistas y los proetarras, nadie va a pactar. Así, pues, el voto útil para la izquierda es el Partido Socialista. La cuestión es saber si para los socialistas es más importante acabar con Podemos o intentar ser útiles para España en un momento tan delicado como el actual.

Eso sí, Pedro Sánchez no va a cambiar de opinión y sólo un Congreso General del PSOE podría cuestionar si la formación socialista debe cambiar el sí por una abstención para que el PP pueda formar gobierno y, ciertamente, opino que una abstención tanto de Ciudadanos como del PSOE es la mejor de las opciones que tenemos a día de hoy. Unas abstenciones que sirvan para arrancar la investidura y que, desde el día uno, supongan una oposición feroz y valiosa para la salud de la política nacional.

 

Fuente de la fotografía de portada: elpais.com

Ciudadano Moisés (Algo se muere en el alma cuando un amigo se va)

Detrás de la política, lejos del Parlament, del Congreso de los Diputados, de las ruedas de prensas, de los flashes, de las declaraciones a la prensa… hay seres humanos, muchos seres humanos y muy buenos seres humanos. Moisés era uno de esos, una persona en la sombra, todo corazón y que, a cualquier cosa que le pidieras, te decía sí.  Lo conocí a finales de 2014, cuando trabajábamos ya encarados para las municipales de mi ciudad. Estábamos ilusionados con que entraran cuantos más concejales mejor en el ayuntamiento.

A Moisés no le importaba estar más alto o más bajo en las listas municipales, él era un canchero, un hombre de calle que lo mismo te ponía una carpa que se recorría la ciudad tratando de que los flyers del partido llegaran al mayor número de casas posibles. Y todo siempre con muy bueno humor, no pudiendo evitar hacer una broma sobre todo.

En las elecciones municipales, nuestro presupuesto era escaso. Así que hicimos un estudio para repartir el programa de C’s Rubí solamente en los barrios donde más votantes podíamos tener. «¿Te vienes conmigo a repartir, Moisés?» le dije y él, como siempre, dijo que sí. Dos días seguidos pateándonos la ciudad. Ese segundo día repartiendo en mi barrio, en Ca n’Oriol, donde hay cuestas por todos lados, con su chispa de siempre, Moi dijo: «¡Tío, hay que conseguir que nos voten la gente  que vive en el llano, que eso de que sólo nos voten donde hay cuesta no puede ser!».

La noche del 24 de mayo, cuando conseguimos ser la tercera fuerza más votada en Rubí, irrumpiendo en el consistorio con 4 concejales y siendo el colegio de la zona de las cuestas el único donde fuimos primera fuerza, me escribió un mensaje diciéndome «¡Qué crack eres, cómo lo sabías que ahí ganábamos eh, cómo para no haber ganado después de la «panzá» que nos pegamos subiendo y bajando cuestas!».

Por personas como Moi vale la pena toda la dedicación, todo el esfuerzo que se realiza por cumplir un sueño. Estés donde estés, siempre te recordaremos cómo eras feliz, jovial, lleno de vida. A veces decimos aquello de que siempre se van los mejores, en este caso es totalmente verdad. Moisés, nunca te olvidaremos, descansa en paz y, de algún modo y en algún lugar, volveremos a vernos. Te recordaremos en los amaneceres cuando la noche negra deje paso al amanecer naranja.

Para acabar, me gustaría ponerte una canción de esas Heavy Metal malas de cojones tuyas, pero no me viene a la mente más canción que esa que dice que «algo se muere en el alma cuando un amigo se va». Así que, como no puedo homenajearte con una canción, te dedico esta entrada en este humilde Blog. ¿Quién te iba a decir que ibas a ser portada de él, eh? Que le ibas a quitar protagonismo a Albert Rivera, a Rajoy, a Sánchez… ¡pero te lo mereces! ¡¡Te queremos, Moi!!