Proseguimos con la respuesta a la pregunta “¿Qué es ser Liberal Progresista?”, un ciclo de entradas cuya sexta parte podéis encontrar clickando aquí:
En el siglo XX, el primer Presidente Liberal del Partido Demócrata americano fue Woodrow Wilson quien tuvo la difícil tarea de gobernar el país durante la I Guerra Mundial. Creó el Banco Central estadounidense y leyes laborales a favor de mujeres y niños, así como también entes gubernamentales anti-monopolio.
En el clásico intercambio de gobiernos, los conservadores volvieron al poder, siendo uno de los periodos más difíciles dado que, precisamente en ese momento, la gran depresión sucumbió el país y el pueblo americano volvió a votar a los liberales del Partido Demócrata. Franklin D. Roosevelt inició un programa de reformas radicales, conocido como el New Deal, para enfrentar la caótica situación social del país. Era un decidido partidario de la economía de libre mercado y combatió el desempleo con programas de obras públicas y haciendo que el Estado empleara directamente a los desocupados en planes de emergencia .
Con los liberales en el poder, se comenzó a crear el Estado de Bienestar y se estableció el derecho de todos los trabajadores a tener pensión de jubilación financiada por las aportaciones de trabajadores, patronos y Estado. De esta manera, se fundó la Seguridad Social de los Estados Unidos. Así mismo, fue el responsable de la creación del salario mínimo; impulsó importantes reformas sociales, especialmente en favor de las clases trabajadoras, y comenzó la construcción de un nuevo Partido Demócrata, de corte Liberal Progresista, que perdura hasta nuestros días. Se le acusó de socialista, no solamente por su lucha por los trabajadores, sino también porque creó fuertes vínculos con los sindicatos del país.
Roosvelt tuvo que lidiar con la Segunda Guerra Mundial a la que, en principio, no quiso intervenir. Estableció relaciones diplomáticas con la URSS como respuesta a la amenaza nazi y, finalmente, tras el ataque de Pearl Harbor, los Estados Unidos entraron en la guerra. Partidario de la vía diplomática y de mantener contactos personales con los políticos aliados, se entrevistó en varias ocasiones con Winston Churchill y Stalin y promovió la creación de la ONU. Murió en 1945, antes de que acabara la guerra y le sustituyó Harry Truman, quien continuó muchas de las medidas económicas de Roosevelt.
Truman apoyó fuertemente los derechos civiles de las personas de raza negra y eso quizá le restó popularidad en la América de la segregación racial. La victoria de los republicanos paró de golpe la igualdad entre personas de diferente raza. Por si eso fuera poco, los conservadores comenzaron la Guerra de Vietnam. En 1960 el quizá hasta entonces más progresista del partido demócrata, John Figerald Kennedy, ganaba las elecciones defendiendo fuertemente la igualdad entre blancos y negros Promovió que el Congreso aprobase reformas legales para acabar con la discriminación contra los negros y retirar las tropas de Vietnam. Como todos sabemos, el avance que el Presidente Kennedy quería para las libertades individuales acabó de golpe el día que fue asesinado. Aún así, su substituto, Lyndon B. Johnson, promulgó programas sociales que fueron aprobados por éste, como podrían ser la ayuda federal para la educación, las artes y las humanidades, el seguro de salud para los ancianos y para los pobres o las viviendas de bajo coste y renovación urbana.
Aún y con todas estas mejoras, en la época reciente, se han alternado los gobiernos conservadores de los republicanos y los liberales progresistas de los demócratas. Realmente, no hay mucho que explicar sobre estos presidentes ya que, solamente con sus nombres, sabemos cómo fueron sus gobiernos. El republicano conservador Richard Nixon tuvo que dimitir de la presidencia por el escándalo de Watergate, en el cual se acusó al Gobierno de espionaje hacía el partido demócrata, y Gerald Ford tuvo que sustituirlo. Lógicamente, perdieron las siguientes elecciones y el liberal progresista Jimmy Carter ocupó la Casa Blanca.
En los años 80, el conservador republicano Ronald Reagan basó su política exterior en la Guerra Fría contra la Unión Soviética y apoyó a los dictadores de Guatemala y El Salvador. Igualmente, emprendió una campaña contra el gobierno sandinista de Nicaragua, financiando a la contra nicaragüense a espaldas del Congreso. Además, apoyó decisivamente a Saddam Husein, cerró varios acuerdos de venta de armamento entre los que se habrían encontrado parte del arsenal químico que en un tiempo poseyó Irak y fue usado como argumento para que su sustituto en el cargo, George HW. Bush, invadiera Irak en los noventa.
En 1993 y tras doce años de conservadurismo y guerras, Bill Clinton ganaba las elecciones para el partido demócrata. Trabajó para mejorar el sistema educativo y de salud, buscó la protección del medio ambiente con su apoyo al protocolo de Kioto y trabajó para la paz de oriente medio siendo mediador de varias reuniones entre los líderes israelí y palestino. Tras sus ocho años de gobierno, le sustituyó George W. Bush con el que se acabaron los años de paz ya que, tras los atentados del 11 de septiembre, comenzaron las guerras libradas en Afganistán e Irak y los debates nacionales entorno a la inmigración, la sanidad, la seguridad social, su política económica y el trato dado a los detenidos por terrorismo marcaron su mandato. Acabó causando gran rechazo incluso a los que le habían votado y en 2007 el país entró en la mayor recesión desde los años posteriores a la Guerra Mundial.
En 2009 los americanos volvieron a apostar por el Liberal Progresismo en una elección histórica en la que Barack H. Obama fue el primer presidente de raza negra de la historia de los Estados Unidos. Obama, a pesar de la crisis financiera, consiguió remontar el mal estado del país que había heredado de Bush. Además, luchó contra las armas nucleares y el maltrato de los presos, llegando a ser condecorado con el Premio Nobel de la Paz. En sus últimos años de mandato, retiró el histórico veto a Cuba y estableció relaciones con el gobierno de dicho país.
En la actualidad, el Liberalismo progresista de los Estados Unidos tiene un rival peligroso, Donald Trump, famoso por declaraciones sexistas y xenófobas, y personaje que ha basado su candidatura en el populismo y en su lucha contra los emigrantes.