Que Catalunya está partida es una obviedad. Sería simplista hacerlo entre independentistas y no independentistas, porque en medio hay mucho más. No voy a volver al tema de ayer y a sumar si hay más del SÍ o del No porque no hay bando del No. Hay un bando que no reconoce estas elecciones como un referéndum y otros que sí y en eso, obviamente, han perdido los del Sí porque solamente han logrado convencer al 36% del total de la población. Pero, como he dicho, entre los independentistas y los que no quieren la independencia hay un gran matiz de grises.
Debemos olvidarnos de los que quieren la independencia Sí o Sí y de los que dicen «tú eres español porque lo pone en el carnet». Y entre los demás tratar de acercar posturas, si es que se puede, porque no podemos estar cada dos por tres mirando si el porcentaje es el 47, el 49 o el 51 por ciento. Así no es cómo se hacen las cosas.
El diálogo es importante pero, ciertamente, mientras los del Sí-Sí hablen de Declaración Unilateral de Independencia, jamás podrá haber ese diálogo. Fuera de la Ley, de la Constitución y del Estatut de Catalunya no hay nada, no hay debate, no hay forma, ya no de acercar posturas, sino ni siquiera de reunirse.
El sentimiento independentista no es algo fuera de la Ley, lo que está fuera de la Ley es la independencia. De modo que el camino que ellos deben tomar es tratar de cambiar la Constitución y no quejarse como hasta ahora de que no tienen una mayoría necesaria para cambiarla, porque no hay nada más antidemocrático que quejarse de que no se tiene la mayoría para buscar algo, porque si algo hay que tener claro es que hay que aceptar las mayorías y que los que no piensan como nosotros no son nuestros enemigos, sino nuestros compatriotas y que, aunque no defendamos sus posturas, hay que defender su derecho a expresarlas.
La política en Catalunya no puede ser una batalla hasta el desgaste como algunos quieren. Pero lo cierto es que soy bastante pesimista con el futuro. En Catalunya comienza a haber una guerra civil que hasta ahora es dialéctica y esperemos que quede ahí por el bien de todos. Pero difícil es saber lo que puede ocurrir ahora, cuando es complicado incluso saber si habrá un nuevo gobierno en Catalunya o si se tendrán que repetir las elecciones.
Lo cierto es que, si son honestos, si verdaderamente quieren el bien de los catalanes, tras el No de las elecciones del domingo debería haber unas elecciones normales. Cada uno con sus siglas y ver qué ocurre. El proceso de Mas no puede seguir, ya no hay más trampas, ya da igual que se inflen cifras en las manifestaciones porque las urnas ponen a cada uno en su sitio y nadie va a creerse ahora que el independentismo es capaz de hacer que millones de personas vayan desde todos los puntos de Catalunya a una manifestación y que, sin embargo, no crucen la calle para ir a votar.
Las votaciones han hablado. Catalunya es diversa y eso es la clara demostración de que nadie puede hablar en el nombre de todos los catalanes como hacen Artur Mas y Oriol Junqueras. Pero, claro, si ellos siguen diciendo que hay votos en Catalunya de Sí que es Pot, PSC y Unió que son del Sí, poco podemos hacer. Pero, en fin, ellos sabrán, porque si siguen repitiendo eso una y otra vez, esos votantes de esos partidos querrán dejar clara su postura en las próximas elecciones e, irremediablemente, se sumarán a Ciudadanos.