En estos años en los que en Catalunya se ha trastocado la historia malintencionadamente para favorecer al proceso independentista, creo que es bueno que, de vez en cuando, miremos al pasado y repasemos la verdadera historia de Catalunya, esa historia en la cual los catalanes siempre han formado parte importante de España. Hoy es el aniversario del asesinato del General Joan Prim i Prats, presidente del Consejo de Ministros (del Gobierno), nacido en Reus y quien, en las elecciones de 1869, tuvo como rival al también catalán Francesc Pi i Margall.
Con sólo 19 años, entró en el ejército para participar en la I Guerra Carlista del lado de los Isabelinos. Al no tener preparación castrense ni ser miembro de la nobleza, comenzó de soldado raso. Al terminar la guerra, tenía 26 años, había tomado parte en 35 acciones, convirtiéndose en uno de los coroneles más jóvenes y su nombre era ya un símbolo de valor.
En 1841 se presentó a diputado por la provincia de Tarragona y obtuvo el escaño. Le nombraron Subinspector de Carabineros de Andalucía, puesto donde consiguió evitar que los partidarios de devolver la regencia a María Cristina pudieran entrar en España por Gibraltar.
Prim, que como buen catalán era catalanista y como buen español era españolista, se enemistó con Espartero por desfavorecer a la industria textil catalana y, sobre todo, cuando bombardeó la ciudad de Barcelona debido a una revuelta de trabajadores. Prim, que era monárquico pero creía en las libertades de la Constitución de Cádiz, el 30 de mayo de 1843 encabezó un levantamiento en Reus contra el Regente. Espartero se vio obligado a abandonar el país y la intervención de Prim en su caída le valió los títulos de Conde de Reus y Vizconde del Bruch.
Le nombraron gobernador de Barcelona para que acabara con la revuelta «radical» conocida como «de la Jamància» que estalló a mediados de agosto de 1843 en Barcelona. Prim se enfrentó a la multitud y sometió a un asedio terrible a la ciudad de Barcelona durante un mes hasta que se rindieron. En los meses siguientes, fue tomando una a una las ciudades sublevadas, fue nombrado General en Puerto Rico y, a su vuelta en 1851, se presentó de nuevo a Diputado, convirtiéndose en uno de los defensores del mundo catalán en Madrid. Esto lo demostró sobre todo abogando por una política proteccionista para el «trabajo nacional», es decir, para la industria, que esos momentos sólo existía en Catalunya.
La noche del 11 de enero de 1857, Prim fue detenido, acusado de haber alentado las insurrecciones que se habían producido contra el Gobierno de Narváez. Condenado a seis meses, la pena fue conmutada por destierro en la ciudad bajo palabra de no intentar escapar. A pesar de no poder hacer campaña, fue elegido por una mayoría abrumadora Diputado por el distrito de Reus.
Comenzó la Guerra en Marruecos y Catalunya organizó un batallón de voluntarios, pagado por la Diputación Provincial de Barcelona, que desembarcó en Marruecos a principios de febrero de 1860 bajo el mando de Prim, el cual les arengó en catalán «Recordeu que sou l’orgull de la pàtria». (Recordad que sois el orgullo de la patria). Con los cañones conquistados al enemigo en esa batalla, se construyeron los famosos leones del Congreso de los Diputados.
La Revolución de 1868 o La Gloriosa fue un levantamiento revolucionario que tuvo lugar en septiembre de 1868 y supuso el destronamiento de la reina Isabel II, quien se exilió en Francia, y el inicio del período denominado Sexenio Democrático. A partir del triunfo de la Revolución, se intentará crear en España un nuevo sistema de gobierno. Por primera vez, se celebran unas elecciones por sufragio universal masculino.
La coalición de liberales, moderados y republicanos se enfrentaba a la tarea de encontrar un mejor gobierno que sustituyera al de Isabel. Al principio, las Cortes rechazaron el concepto de una república para España y Serrano fue nombrado regente mientras se buscaba un monarca adecuado para liderar el país. Previamente, se había aprobado una constitución de corte liberal que fue promulgada por las Cortes en 1869.
En las elecciones del 15 de enero de 1869, se debía dilucidar quién sería Presidente del Gobierno. Las alternativas a Joan Prim, líder de la coalición progresista liberal, eran el ya mencionado y también catalán Francesc Pi i Margall y el pretendiente al trono Carlos María de Borbón, quien lideraba la comunión católica-monárquica.
De modo que, para que nos entendamos, Prim defendía una monarquía, a pesar de que aún se debía decidir quién sería rey, ya que para Prim había unos requisitos indispensables, entre ellos que el monarca no fuera Borbón, ya que entendía que los Borbones eran los causantes del retraso de España y, a más, debía ser un hombre de corte liberal y que aceptase una España más democrática. Mientras tanto, Pi defendía la República y Carlos una monarquía con él, un Borbón, como monarca. Finalmente, más de dos tercios de los españoles eligieron al catalán General Prim como Presidente del Gobierno y como máxima autoridad para decidir quien debía ser Rey de España.
Una vez en la presidencia, encontrar al monarca ideal no fue tarea fácil. El General Prim siempre negó la posibilidad de los Borbones. Mientras tomaba la decisión, hubo grandes presiones, dentro incluso del mismo partido, pues unos comenzaban a pensar en que lo mejor era la República, cosa a la que el General Prim se oponía, y otros, sin embargo, apostaban por Antonio de Orleans, Duque de Montpensier, uno de los aristócratas que había financiado la Revolución contra Isabel II (era su cuñada). El Duque de Montpesier no era la opción preferida del General Prim, pero fue una posibilidad que no se descartó hasta que los diarios narraron que había matado a su primo Enrique de Borbón en un duelo en las afueras de Madrid.
Prim no podía permitir que «el Rey de España tuviera las manos manchadas de sangre». El preferido de Prim era Amadeo de Saboya, hijo del Rey de Italia y quien lo reunía todo para el cargo: procedente de una antigua dinastía (vinculada con la española), progresista, bautizado católico… A primera instancia, el candidato italiano dijo no porque la tensión que había en toda Europa y el crecimiento del sentir republicano le hacía pensar que podía acabar todo en una nueva guerra.
Prim no quería equivocarse en el candidato al trono, sin embargo, el tiempo pasaba y los nervios crecían. Los monárquicos creían que, mientras más días pasaran, más cerca estaba la posibilidad de la República. Eso hizo que entre algunos grupos monárquicos se opinara que el problema era Prim y, por ese mismo motivo, se comenzase a planear cómo librarse de él. De hecho, incluso se pararon algunos intentos de atentado contra su persona.
A pesar de aquellos intentos de atentado, el General Prim se negó siempre a reforzar la seguridad sobre su persona ya que era de la opinión de que, si lo hacía, también debería hacerlo con el resto de diputados. Prim y su gobierno volvieron a dialogar y convencieron a Amadeo de Saboya de que fuera el nuevo Rey de España. El italiano aceptó, siempre y cuando así lo quisiesen los miembros de la Cámara.
Finalmente, con 191 votos a favor Amadeo de Saboya, éste fue declarado Rey de España. El 27 de diciembre, a la salida del Congreso y a la altura de la calle del Turco, una emboscada asaltaba el coche de caballos donde tirotearon al General Prim, quien milagrosamente no murió y pudo ser llevado a su casa donde los médicos lucharon por salvar su vida.
Sobre su muerte el día 30 de diciembre, hay mucho escrito. Fuese cómo fuese, tal día como hoy murió un catalán y español universal, que dedicó su vida a la lucha por la unidad de la nación, defendió a Catalunya en el Congreso y luchó porque los catalanes fuesen los más españoles de todos ya que vivían entre dos culturas y dos lenguas españolas, cosa que otros españoles no podían decir. Ya moribundo y según los historiadores, preguntó a sus ayudantes qué día era. Cuando le contestaron que 30, añadió «Hoy llega el Rey y yo me voy, Viva el Rey, Viva España».