Si tengo que hacer un análisis sobre los resultados de Ciudadanos, podría decir aquello de «me remito a mi anterior declaración», instando a leer mi entrada del día de las elecciones. Voy a volver a repetirme diciendo que las elecciones, la política, no son una carrera, que el objetivo principal no es ganar las elecciones sino que todos los españoles tengan verdadera representación en el Congreso de los Diputados.
Aún así, yo ya he dicho otras veces también que no critico ni juzgo a aquellos que votan por aquello del voto útil, porque en el pasado yo también voté a uno con tal de que no ganara el que me parecía peor. Por eso, entendía que, en unas elecciones disfrazadas de segunda vuelta, Ciudadanos fuese a perder fuerza.
¿Qué debemos criticar a Ciudadanos? Pues, seguramente, que no pudiera convencer a los votantes de que no eran esa segunda vuelta sino unas nuevas elecciones, así como también de que el domingo a las 9h de la mañana las urnas iban a estar vacías. Pero estarán conmigo en que eso era muy difícil, más cuando los demás partidos intentaban venderlo como una segunda vuelta.
De modo que los que habían confiado en Ciudadanos hace seis meses tenían que decidirse entre ayudar a un partido a ganar o votar al partido naranja, aún y a sabiendas de que no era posible que Albert Rivera fuese el nuevo Presidente del Gobierno.
En unas elecciones marcadas por el hastío de los ciudadanos, hartos ya de elecciones y de que no se formara gobierno, que un partido como Ciudadanos conservara el 13% de los votos es una proeza. Así lo siento, no trato de poner paños calientes. Prácticamente, el mismo porcentaje de españoles que hace 6 meses votaron a Ciudadanos ha preferido dar su confianza a quien cree que les va a representar, por más que supiera que no iba a ser la fuerza más votada.
Cuando pase un tiempo, quizá nos demos cuenta del gesto de madurez que ha tenido el votante de Ciudadanos este 26 de junio, especialmente si nos comparamos con Podemos, que ha perdido más de un millón de votos y ha bajado 3,23 puntos en seis meses, cuando las encuestas decían que sí competía por la Presidencia. Sin embargo, C’s, como he dicho, únicamente ha bajado 0,88, a pesar de que sus votantes sabían que no sería fuerza más votada. Es claro y evidente que, mientras Ciudadanos se consolida y ya sabe cuántos son, Podemos y sus 27 partidos satélites aún no saben con cuántas personas pueden contar, porque ni siquiera saben cuántos votaron a ellos, cuántos a sus partidos regionales, cuántos a Izquierda Unida y cuántos a sus otras formaciones.
Creo que el hecho de que C’s haya tenido ocho diputados menos, a pesar de mantener el 13% de voto, ha hecho que muchas personas vean el resultado con cierta amargura. Pero C’s, que podía haber hecho las cosas mejor y que, lógicamente, tiene cosas a mejorar, no es el culpable de que exista una injusta ley electoral. Todos estaremos de acuerdo en que es extraño que, perdiendo 8 décimas, se hayan perdido 8 escaños, como es extraño también que el PSOE mejore en votos y pierda 5 escaños o que PACMA no obtenga representación teniendo los mismos votos que el PNV que, en cambio, consigue 5.
A mi modo de ver, Ciudadanos debe poner sobre la mesa la reforma electoral a la hora de permitir gobernar con una abstención a la fuerza más votada. No digo que sea lo único que deba negociar, pero creo que sí debería ser una prioridad porque, por más que pensemos que hay cosas más urgentes, la realidad es que pocas cosas pueden haber más urgentes que la igualdad de todos los españoles.
Esta es mi forma de ver los resultados electorales de C’s. Sé que muchos de los que me están leyendo se habrán sentido decepcionados con los votos que ha tenido el partido; esa es buena señal pues hay que tener ambición, hay que tener la mirada siempre al frente, superando retos y consiguiendo objetivos. Pero, por encima de gobernar, de más diputados o menos, tenemos que tener claro que no hay cosa más importante que estar representado en la cámara, cosa que los que han votado por el mal llamado voto útil no tendrán.
Fuente de la fotografía de portada: www.elmundo.es