Proseguimos con este ciclo sobre la historia del nacionalismo catalán, cuya última entrada podéis encontrar aquí.
Francesc Macià, nacido en Vilanova i la Geltru, pertenecía a una familia de clase media alta y se enroló en el ejército, donde llegaría a ser nombrado coronel en la ciudad de Lleida. En 1888 se casó con Eugenia Lamarca, hija de terratenientes leridanos que pertenecían a una de las familias más adineradas de la zona.
Maciá era monárquico y conservador, sin embargo, comenzó a tener problemas en el ejército cuando estos atacaron la sede del semanario satírico Cu-Cut!, el cual había cogido por costumbre reírse del ejército español. Durante aquellos días, los militares también atacaron las instalaciones de La Veu de Catalunya y, en lugar de tomarse medidas contra los militares, se les dio la razón y a los autores de la caricatura se les juzgó por un tribunal militar, cuestión por lo que Maciá protestó firmemente. Estos sucesos fueron decisivos a la hora de crearse Solidaritat Catalana, una formación que, como hemos indicado en anteriores entradas, aglutinaba fuerzas desde carlistas con pensamientos de extrema derecha, hasta obreros de izquierda, pero todos ellos regionalistas.
Para Macià, presentarse por Solidaritat le causó problemas familiares ya que su suegro quería que lo hiciese por el partido conservador de Maura. No obstante, Macià creía que, difícilmente, podría representar a los catalanes desde un partido dirigido desde Madrid. Macià recalcó en varias ocasiones que su postura era la de un catalán y no la de un catalanista. Cambó, líder de Solidaritat, estaba muy feliz de que alguien con el prestigio de Macià formase parte del proyecto, sabiendo que no había nada mejor que un militar que defendiera Catalunya desde las instituciones.
Macià sería diputado en el Congreso desde 1907 hasta el golpe militar de Primo de Rivera en 1923 y su carrera iría irremediablemente girando hacia el nacionalismo catalán. Si en sus comienzos el Cu-Cut! le acusaría a él mismo y a Cambó, entre otros, de españolistas, diciendo Macià en el Congreso palabras como «Ser catalán es ser español de una manera más viva, más eficaz, más llena de esperanza».(…) No sólo Catalunya no es separatista ni quiere serlo, sino que precisamente todos los que estamos en Solidaridad Catalana hemos venido a ella por motivos patrioticos, para el levantamiento de una España grande honrada, pacifica y trabajadora», para una década después, acabaría diciendo «Queremos formar una nación catalana libre e independiente». En 1922 fundó una organización paramilitar llamada Estat Catalá y llegó a amenazar con la violencia en el mismísimo Congreso de los Diputados en el diario de sesiones del 23 de junio de 1923. Pero, tras el comienzo de la dictadura de Primo de Rivera, se exilió en Francia.
Antes del golpe militar de Primo de Rivera en Barcelona, se había formado la primera organización de infliencia fascista, La Traza, impulsada por Tomás Benet y que acabaría apoyando a Primo de Rivera. En esos años 20, según el historiador Enrique Ucelay Da Cal, el catalanismo se debatía entre el fascismo al estilo italiano y el comunismo al estilo ruso.
Mientras el catalanismo clásico de derechas moría tras el apoyo a Primo de Rivera, Macià se había convertido en un héroe para los nacionalistas catalanes. Macià, que siempre reconoció ser muy soñador, comenzó a planificar un plan en el que, acompañado de otros exiliados, conquistaría Catalunya desde Francia arrebatándola de las manos del Dictador. Para eso, necesitaba ayuda internacional. Es en esta época cuando desde Estat Català desarrolla su carácter insurreccional manteniendo contacto con anarquistas y comunistas, consiguiendo la ayuda económica de las comunidades de catalanes residentes en Sudamérica. En 1925 efectuó un fallido viaje a Moscú para tratar de recabar ayuda de las autoridades comunistas, manteniendo encuentros con Zinóviev y Burjarin.
De quien sí consiguió ayuda Macià fue de Musolini, que apoyará la intentona militar. Al parecer y según dicen varios historiadores, la idea de Musolini era acabar traicionando la intentona de los nacionalistas catalanes avisando a Primo de Rivera ya que, en aquellos entonces, España y Francia colaboraban (contra Italia) por las posesiones en el norte de África. Y de este modo Italia podría encontrar aliado al gobierno español.
Macià consiguió muy poco dinero para su intentona militar y se lanzó prácticamente solo a ella con la idea de que los mozos de los pueblos se unirían a él. Sin embargo, el grupo militar no salió de Prats de Molló, donde serían detenidos por los gendarmes locales. Por suerte, para Macià los tribunales franceses fueron benevolentes y pudo disfrutar de la libertad desterrado en Bélgica.
Tras residir unos cuantos meses en Bruselas, entró clandestinamente a Argentina, donde residió más de medio año. Después de efectuar visitas a las comunidades de catalanes en Uruguay, Argentina y Chile, llegó a Cuba en agosto de 1928. Fundó en La Habana el Partit Separatista Revolucionari de Catalunya, del cual fue presidente y en el que estudió por primera vez la posibilidad de constituir una República Catalana. Tras la caída de la dictadura de Primo de Rivera, Macià volvería a España.
Estat Català de Macià se uniría al Partit Republicà Català de Companys y al grupo l’Opinió para hacer unas conferencias de izquierdas de las que, surgiría Esquerra Republicana de Catalunya, que serían lideradas por Macià, dada su popularidad. Diez días antes de las municipales de 1931, ERC logró, no sin dificultad, realizar una lista para las municipales barcelonesas. Esquerra quería aprovechar el tirón de Macià pues, por más que tuviera fama de soñador, era visto como un patriota y un hombre de honor. Aún así, se esperaba que las elecciones fueran un duelo entre Acció Catalana y Lliga Regionalista. ERC se conformaba con 5 regidores pero, sorprendentemente, obtuvo 25 por 12 de la Lliga Regionalista. Pronto llegó la noticia de que los diversos partidos republicanos habían ganado en 41 capitales de provincia, a pesar de que los partidos monárquicos ganasen en el conjunto del Estado.
El éxito en las capitales hizo que los miembros de ERC en Barcelona se reunieran para tratar lo que debían hacer. Hubo tensas discusiones. Algunos pidieron que se declarara la independencia de Catalunya; otros, la República Catalana dentro de una Federación Ibérica; también había los que preferían una República Española; y, finalmente, los más cautos, que pedían que se esperasen a las noticias del resto del país, sobre todo de Madrid. Macià llamó a Niceto Alcalá-Zamora, preguntando cómo estaban las cosas en Madrid y éste contestó que el Rey abdicaría, pero que aún debían esperar.
El 14 de abril Lluís Companys, queriendo obtener más protagonismo del que debía, acudió junto con otros miembros de su partido al ayuntamiento sin consultarlo con Macià. Entró por la fuerza y llegó al despacho del alcalde, el cual no estaba allí. Aún sin constituir el nuevo ayuntamiento, se nombró alcalde. A pesar de no estar ni entre los diez candidatos más votados, Companys salió al balcón, izó la bandera tricolor y proclamó la República.
En cuanto le comunicaron a Macià lo que había hecho Companys, éste fue hacia el ayuntamiento, se cruzó con él, quien trató de darle un abrazo que Macià rechazó, y fue hacia el balcón donde añadió que lo que se proclamaba era la República Catalana. Cuando volvió dentro del consistorio, insultó y estuvo apunto de llegar a las manos con Companys. Uno defendía la República de toda España y el otro la de Catalunya sin España.
Macià no aceptó Companys como alcalde de Barcelona y, finalmente, Jaume Aiguadé i Miró dirigió el consistorio. Macià se autoproclamó Presidente del Gobierno de la República Catalana “en nombre del pueblo”, por más que lo que se había celebrado eran municipales y que él sólo se presentase por Barcelona y no por toda Catalunya. Solamente le votó el 31% de los barceloneses. Macià daba un golpe de Estado en Catalunya y anunciaba que negociaría la Federación Ibérica con el Presidente de la República Española.
Tres días después, tres ministros del Gobierno Provisional llegaban a Barcelona para negociar, alcanzando un acuerdo por el que Macià renunciaba a la República Catalana, a cambio del compromiso del Gobierno Provisional de presentar en las futuras Cortes Constituyentes un estatuto de autonomía para Catalunya y de permitir al Gobierno de Catalunya utilizar en adelante la denominación de Generalitat.
El 20 de noviembre de 1932 se realizaron las primeras elecciones a la Generalitat. La Coalición Esquerra Catalana obtendría 67 escaños (52 de ERC) de los 85 totales. Macià sería President hasta el día de su muerte en diciembre de 1933.
En los últimos días de la Guerra Civil y con la más que aparente victoria del bando sublebado, Josep Tarradellas mandó a un funcionario que recogiera el corazón de Maciá que se encontraba en una urna dentro de la tumba. Tarradellas se lo llevó en un acto patriótico y como símbolo del corazón vivo de la Generalitat en el exilio. Cuarenta años después y ya en democracia, Tarradellas entregó el corazón a la famila de l’Avi, sin embargo, cuando abrieron el ataúd, observaron que el corazón de Macià siempre había estado allí y nunca se supo a quién pertenecía el que durante décadas había guardado Tarradellas. Esto no era más que una anécdota pero que refleja muy bien lo que es el separatismo catalán: ilusión que sustituye a la realidad e ilusión… sin corazón.