Conversos y renegados. La historia del nacionalismo catalán (XIV) Macià de Coronel del Ejército a líder independentista

Proseguimos con este ciclo sobre la historia del nacionalismo catalán, cuya última entrada podéis encontrar aquí.

Francesc Macià, nacido en Vilanova i la Geltru, pertenecía a una familia de clase media alta y se enroló en el ejército, donde llegaría a ser nombrado coronel en la ciudad de Lleida. En 1888 se casó con Eugenia Lamarca, hija de terratenientes leridanos que pertenecían a una de las familias más adineradas de la zona.

Maciá era monárquico y conservador, sin embargo, comenzó a tener problemas en el ejército cuando estos atacaron la sede del semanario satírico Cu-Cut!, el cual había cogido por costumbre reírse del ejército español. Durante aquellos días, los militares también atacaron las instalaciones de La Veu de Catalunya y, en lugar de tomarse medidas contra los militares, se les dio la razón y a los autores de la caricatura se les juzgó por un tribunal militar, cuestión por lo que Maciá protestó firmemente. Estos sucesos fueron decisivos a la hora de crearse Solidaritat Catalana, una formación que, como hemos indicado en anteriores entradas, aglutinaba fuerzas desde carlistas con pensamientos de extrema derecha, hasta obreros de izquierda, pero todos ellos regionalistas.

Para Macià, presentarse por Solidaritat le causó problemas familiares ya que su suegro quería que lo hiciese por el partido conservador de Maura. No obstante, Macià creía que, difícilmente, podría representar a los catalanes desde un partido dirigido desde Madrid. Macià recalcó en varias ocasiones que su postura era la de un catalán y no la de un catalanista. Cambó, líder de Solidaritat, estaba muy feliz de que alguien con el prestigio de Macià formase parte del proyecto, sabiendo que no había nada mejor que un militar que defendiera Catalunya desde las instituciones.

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Fotograma de la película El Coronel Macià

Macià sería diputado en el Congreso desde 1907 hasta el golpe militar de Primo de Rivera en 1923 y su carrera iría irremediablemente girando hacia el nacionalismo catalán. Si en sus comienzos el Cu-Cut! le acusaría a él mismo y a Cambó, entre otros, de españolistas, diciendo Macià en el Congreso palabras como «Ser catalán es ser español de una manera más viva, más eficaz, más llena de esperanza».(…) No sólo Catalunya no es separatista ni quiere serlo, sino que precisamente todos los que estamos en Solidaridad Catalana hemos venido a ella por motivos patrioticos, para el levantamiento de una España grande honrada, pacifica y trabajadora», para una década después, acabaría diciendo «Queremos formar una nación catalana libre e independiente». En 1922 fundó una organización paramilitar llamada Estat Catalá y llegó a amenazar con la violencia en el mismísimo Congreso de los Diputados en el diario de sesiones del 23 de junio de 1923. Pero, tras el comienzo de la dictadura de Primo de Rivera, se exilió en Francia.

Antes del golpe militar de Primo de Rivera en Barcelona, se había formado la primera organización de infliencia fascista, La Traza, impulsada por Tomás Benet y que acabaría apoyando a Primo de Rivera. En esos años 20, según el historiador Enrique Ucelay Da Cal, el catalanismo se debatía entre el fascismo al estilo italiano y el comunismo al estilo ruso.

Mientras el catalanismo clásico de derechas moría tras el apoyo a Primo de Rivera, Macià se había convertido en un héroe para los nacionalistas catalanes. Macià, que siempre reconoció ser muy soñador, comenzó a planificar un plan en el que, acompañado de otros exiliados, conquistaría Catalunya desde Francia arrebatándola de las manos del Dictador. Para eso, necesitaba ayuda internacional. Es en esta época cuando desde Estat Català desarrolla su carácter insurreccional manteniendo contacto con anarquistas y comunistas, consiguiendo la ayuda económica de las comunidades de catalanes residentes en Sudamérica. En 1925 efectuó un fallido viaje a Moscú para tratar de recabar ayuda de las autoridades comunistas, manteniendo encuentros con Zinóviev y Burjarin.

De quien sí consiguió ayuda Macià fue de Musolini, que  apoyará la intentona militar. Al parecer y según dicen varios historiadores, la idea de Musolini era acabar traicionando la intentona de los nacionalistas catalanes avisando a Primo de Rivera ya que, en aquellos entonces, España y Francia colaboraban (contra Italia) por las posesiones en el norte de África. Y de este modo Italia podría encontrar aliado al gobierno español.

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Macià consiguió muy poco dinero para su intentona militar y se lanzó prácticamente solo a ella con la idea de que los mozos de los pueblos se unirían a él. Sin embargo, el grupo militar no salió de Prats de Molló, donde serían detenidos por los gendarmes locales. Por suerte, para Macià los tribunales franceses fueron benevolentes y pudo disfrutar de la libertad desterrado en Bélgica.

Tras residir unos cuantos meses en Bruselas, entró clandestinamente a Argentina, donde residió más de medio año. Después de efectuar visitas a las comunidades de catalanes en Uruguay, Argentina y Chile, llegó a Cuba en agosto de 1928. Fundó en La Habana el Partit Separatista Revolucionari de Catalunya, del cual fue presidente y en el que estudió por primera vez la posibilidad de constituir una República Catalana. Tras la caída de la dictadura de Primo de Rivera, Macià volvería a España.

Estat Català de Macià se uniría al Partit Republicà Català de Companys y al grupo l’Opinió para hacer unas conferencias de izquierdas de las que, surgiría Esquerra Republicana de Catalunya, que serían lideradas por Macià, dada su popularidad. Diez días antes de las municipales de 1931, ERC logró, no sin dificultad, realizar una lista para las municipales barcelonesas. Esquerra quería aprovechar el tirón de Macià pues, por más que tuviera fama de soñador, era visto como un patriota y un hombre de honor. Aún así, se esperaba que las elecciones fueran un duelo entre Acció Catalana y Lliga Regionalista. ERC se conformaba con 5 regidores pero, sorprendentemente, obtuvo 25 por 12 de la Lliga Regionalista. Pronto llegó la noticia de que los diversos partidos republicanos habían ganado en 41 capitales de provincia, a pesar de que los partidos monárquicos ganasen en el conjunto del Estado.

El éxito en las capitales hizo que los miembros de ERC en Barcelona se reunieran para tratar lo que debían hacer. Hubo tensas discusiones. Algunos pidieron que se declarara la independencia de Catalunya; otros, la República Catalana dentro de una Federación Ibérica; también había los que preferían una República Española; y, finalmente, los más cautos, que pedían que se esperasen a las noticias del resto del país, sobre todo de Madrid. Macià llamó a Niceto Alcalá-Zamora, preguntando cómo estaban las cosas en Madrid y éste contestó que el Rey abdicaría, pero que aún debían esperar.

El 14 de abril Lluís Companys, queriendo obtener más protagonismo del que debía, acudió junto con otros miembros de su partido al ayuntamiento sin consultarlo con Macià. Entró por la fuerza y llegó al despacho del alcalde, el cual no estaba allí. Aún sin constituir el nuevo ayuntamiento, se nombró alcalde. A pesar de no estar ni entre los diez candidatos más votados, Companys salió al balcón, izó la bandera tricolor y proclamó la República.

En cuanto le comunicaron a Macià lo que había hecho Companys, éste fue hacia el ayuntamiento, se cruzó con él, quien trató de darle un abrazo que Macià rechazó, y fue hacia el balcón donde añadió que lo que se proclamaba era la República Catalana. Cuando volvió dentro del consistorio, insultó y estuvo apunto de llegar a las manos con Companys. Uno defendía la República de toda España y el otro la de Catalunya sin España.

EL DIA POR DELANTE Convocatòria exposició Francesc Macià. Una Catalunya lliure, justa, pròspera i gloriosa, organitzad per la Fundació Josep Irla

Macià no aceptó Companys como alcalde de Barcelona y, finalmente, Jaume Aiguadé i Miró dirigió el consistorio. Macià se autoproclamó Presidente del Gobierno de la República Catalana “en nombre del pueblo”, por más que lo que se había celebrado eran municipales y que él sólo se presentase por Barcelona y no por toda Catalunya. Solamente le votó el 31% de los barceloneses. Macià daba un golpe de Estado en Catalunya y anunciaba que negociaría la Federación Ibérica con el Presidente de la República Española.

Tres días después, tres ministros del Gobierno Provisional llegaban a Barcelona para negociar, alcanzando un acuerdo por el que Macià renunciaba a la República Catalana, a cambio del compromiso del Gobierno Provisional de presentar en las futuras Cortes Constituyentes un estatuto de autonomía para Catalunya y de permitir al Gobierno de Catalunya utilizar en adelante la denominación de Generalitat. 

El 20 de noviembre de 1932 se realizaron las primeras elecciones a la Generalitat. La Coalición Esquerra Catalana obtendría 67 escaños (52 de ERC) de los 85 totales. Macià sería President hasta el día de su muerte en diciembre de 1933.

En los últimos días de la Guerra Civil y con la más que aparente victoria del bando sublebado, Josep Tarradellas mandó a un funcionario que recogiera el corazón de Maciá que se encontraba en una urna dentro de la tumba. Tarradellas se lo llevó en un acto patriótico y como símbolo del corazón vivo de la Generalitat en el exilio. Cuarenta años después y ya en democracia, Tarradellas entregó el corazón a la famila de l’Avi, sin embargo, cuando abrieron el ataúd, observaron que el corazón de Macià siempre había estado allí y nunca se supo a quién pertenecía el que durante décadas había guardado Tarradellas. Esto no era más que una anécdota pero que refleja muy bien lo que es el separatismo catalán: ilusión que sustituye a la realidad e ilusión… sin corazón.

La muerte del dictador

Lunes por la mañana en el trabajo, toca tertulia futbolística, comentar lo que pasó entre tal y cual equipo, debates entre moderados y forofos. Decía Valdano, exjugador, exentrenador, exdirector general, excomentarista, que dijo aquello de que «el fútbol es un estado de ánimo». Valdano es de ese extraño núcleo de futbolistas con aires de intelectual, aprendiz de todo y maestro de nada (lo digo como halago), que ha dejado para la historia frases inteligentes sobre fútbol, política y vida.

En el programa deportivo El Transistor de José Ramón de la Morena, le preguntaban a Valdano sobre la figura de Fidel Castro. El exfutbolista, que nunca ha escondido sus inclinaciones por el comunismo, respondió que «Es una persona de la que hablan muy bien las personas situadas muy a la izquierda y muy mal los que están situados muy a la derecha». Imagino que no quiso mojarse mucho; no sabemos si por no defender a un dictador o por no tener que oír las críticas de sus camaradas en el caso de que pensara hablar mal del dictador cubano.

Obviamente, hay voces más autorizadas a la hora de hablar de Cuba que la de Jorge Valdano, pero me llamó la atención esa frase y las diferencias entre los que son muy de izquierdas y muy de derechas. ¿Y los que no somos ni lo uno ni lo otro qué debemos pensar sobre Fidel? Pues ahí está la trampa de la superioridad moral que las personas muy de izquierdas quieren ejercer sobre los demás. Si yo hablo hoy mal del dictador, ya me sitúan «muy a la derecha».

La misma superioridad moral es la que lleva a líderes de la extrema izquierda española a alabar la figura del dictador. Mientras Alberto Garzón se dejaba los dedos retuiteando alabanzas sobre el cubano, Iglesias hablaba de las luces y las sombras. Las sombras son muertes, torturas, privar la libertad… ¿las luces? Estamos tratando de averiguarlo todavía.

En el maravilloso País de Catadisney, vemos a la CUP alabar y homenajear al dictador, me imagino que por aquello del derecho a decidir, ¿no? Como todo, el mundo sabe que Fidel Castro convocaba elecciones cada dos por tres… espero que esos que en algún momento han pensado que eran independentistas pero que en realidad no lo son vayan tomando nota de qué país están diseñando estos demagogos.

Entre los medios de comunicación, me sorprendió el titular de EL PAÍS, Muere Fidel Castro, símbolo del sueño revolucionario. No me imagino a este diario haciendo un reportaje sobre Hitler titulado «Cuando murió el sueño nacional socialista» o uno de Franco diciendo «Cuando murió el sueño fascista». Pero parece ser que ser un dictador de izquierdas o de derechas cambia mucho, sobre todo cuando en las redes se ha recordado el titular de El País de cuando murió Pinochet, Muere Pinochet sin responder de sus crímenes ante la justicia.

Entonces, ¿somos demócratas o no lo somos? ¿O solamente lo somos cuando gobierna alguien con ideas parecidas a las nuestras? Más allá de ideologías, la libertad y los derechos de los ciudadanos deberían ser la lucha de todos los demócratas, sobre todo de la izquierda, y en una dictadura estos no son posibles, por más que el dictador se diga socialista o comunista.

Fidel Castro ha muerto y hasta a los dictadores hay que desearles que descansen en paz. ¿Los que le alaban? Bueno, me tendrán que explicar muy despacio cómo las mismas personas que critican la monarquía de España defienden que en Cuba, antes de morir el dictador, éste dejase en el cargo a su hermano Raúl. Murió Fidel, pero sigue la dictadura en Cuba. A pesar de eso, por televisión pudimos ver en Miami una mujer de color de 90 años saltar y reír por la muerte de Castro y diciendo «Quería que se muriera antes que yo». Sería de ultraderecha diría Valdano.

Rubí la primera ciudad catalana que celebrará el día de la Constitución

En 1992 la ciudad de Rubí, mi ciudad, fue objeto de un gran estudio sociológico. Se debía al hecho de que la abstención electoral en Catalunya era sistemáticamente mayor en las elecciones autonómicas que en las generales. Exactamente, un 12,3%. Esa abstención afectaba, sobre todo, al PSC, que llegaba a perder medio millón de votos, lo que llevaba a que, mientras el PSC-PSOE ganaba en Catalunya todas las generales, el PSC perdía todas las autonómicas o, dicho de otro modo, cuando los votantes votaban bajo la tutela del PSOE, no había dudas; pero cuando lo hacían al PSC, dado su nacionalismo catalán, muchos socialistas preferían quedarse en casa.

En aquel 1992, en las elecciones autonómicas de Catalunya, en Rubí únicamente fueron a votar el 57% de la población y el PSC consiguió 6,030 votos. Sin embargo, sólo un año después, para las generales acudieron a las urnas un 72,4% y el PSC consiguió 12.950 votos, es decir, más del doble.

Sobre por qué el PSC insistía en su catalanismo, a pesar de restarle votos, ya hemos hablado muchas veces en este blog. En el Partido de los Socialistas de Catalunya, sus votantes son de clase obrera y constitucionalistas, sus élites son burguesas y nacionalistas. Vuelvo a escribir las palabras del líder socialista Joan Reventós, quien destacaría en sus memorias inacabadas, Tal com ho vaig viure (Tal y como lo viví), que “Los socialistas nos hubieran partido en dos mitades. Y preferí la hegemonía de Pujol”.

Según pude leer en el libro de Antonio Robles, Del fraude histórico del PSC al síndrome de Catalunya, los resultados de las elecciones de Rubí llevaron a un equipo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de la Universidad Autónoma de Barcelona, dirigido por Josep María Colomer, a realizar el estudio antes referido y cuyo resultado fue incontestable: la abstención afectaba a los partidos de izquierda y nada a CiU.

Sin embargo, sabemos lo que ha ocurrido después, el PSC ha tendido la mano siempre a los partidos nacionalistas, mientras que los socialistas iban desangrándose electoralmente. Si en el 2007 en Rubí el PSC tenía 12 concejales, el último pacto del Tripartit en el Parlament, en el que los socialistas catalanes definitivamente abrazaron el nacionalismo catalán, llevó a que en 2011 consiguiera sólo 8 y en 2015 únicamente seis. Resumiendo, desde los «coqueteos» del PSC, primero al nacionalismo y después al independentismo, el PSC de Rubí pasó del 40% de los sufragios al 20%.

Ahora, tras un intento de moción de censura de los nacionalistas (en su derecho están) y de Iniciativa por Catalunya y Vecinos por Rubí (traicionando a sus votantes), el Partido de los Socialistas en Rubí ha comenzado a variar su discurso y sus hechos. Rubí se convertía el pasado jueves en la primera ciudad de Catalunya en aprobar una moción para celebrar un día tan importante como el de la Constitución, fecha que ponía fin a los 40 años de dictadura franquista en los que las libertades de los españoles estaban secuestradas.

Más allá de las diferencias ideológicas, PSC, C’s y PP están obligados a entenderse en Catalunya, más allá de izquierda, centro y derecha, más allá de socialdemócratas, socioliberales y conservadores. La unión de los constitucionalistas es importantísima en un momento como éste, en el que los nacionalistas están tratando de dividir al pueblo catalán.

Ahí, entre los constitucionalistas, también debería estar ICV, pero estos están esperando a que el primo de Zumosol, Podemos, les salve de la desaparición. Al parecer, el partido que es heredero del PSUC y que gobernó Rubí durante muchos años aún no se ha preguntado el porqué han pasado de ser una fuerza a la que votaban prácticamente dos tercios de la ciudad a acabar siendo una fuerza mínima con solamente dos concejales. Si se lo preguntan, la respuesta es fácil: sus votantes son constitucionalistas y no nacionalistas catalanes y, si a una moción de celebrar la Constitución el líder de ICV dice textualmente «Un No como una casa», mal futuro tienen si no les salva el primo de Zumosol.

El Sí a la Constitución en Rubí por parte del grupo de gobierno de PSC, a más de C’s y PP no debería ser noticiable, pero tristemente en mi tierra, Catalunya, sí lo es. Ojalá esto sea el comienzo de algo grande en estas tierras pues nada desearía más que una unión entre constitucionalistas para conseguir aquello que dijo Suárez de conseguir, que en las instituciones sea normal lo que a nivel de calle es simplemente normal. Que Rubí es constitucionalista lo sabemos todos, que Catalunya es constitucionalista lo sabemos todos, pero eso no es visible a nuestros ojos porque, históricamente, PSC e ICV han traicionado sistemáticamente a sus votantes. Ahora da la sensación de que el PSC de Rubí quiere dejar de hacerlo, que van a ser lo que sus votantes quieren, es decir, la representación del PSOE en esta ciudad.

El futuro dirá cómo avanzan los acontecimientos, pero que Rubí, la decimosexta ciudad más grande de Catalunya, pierda los complejos y decida celebrar el Día de la Constitución es histórico y, quién sabe, quizá en unos años como rubinense me pueda sentir orgulloso de que en Rubí comenzase todo y poder decir aquello de que en Rubí nació la Catalunya que, sin complejos, se declara constitucionalista.

PNV-PSOE, ¿el menos malo de los pactos?

Me decían el otro día que cómo podía ver Ciudadanos con buenos ojos el pacto de PNV con PSOE y que si esa unión no era algo parecido al Tripartit que hubo en Catalunya, el cual prendió la mecha del separatismo radical en mi tierra. Me lo decían con el trasfondo que existe en Catalunya de que quizá C’s, con su expansión nacional, esté perdiendo en parte su esencia.

Los partidos políticos, como el clima, son cambiantes por naturaleza por el simple hecho de que el decorado por el paso del tiempo no es siempre el mismo. Sin embargo, y como dijo Winston Churchill, «Hay políticos que cambian de partido por sus ideologías y otros que cambian de ideología por su partido«. Los primeros son los buenos políticos, los segundos son políticos profesionales.

Yo, personalmente, opino que hay que ser comprensivo con los cambios, siempre que estos no traicionen su esencia y siempre y cuando no haya una nueva formación que esté más cerca de ti de lo que estaba la anterior. Porque la democracia debería ser eso, personas votando a quienes les van a representar y no representantes variando según su electorado.

Pero, respondiendo a la pregunta «¿Es este caso como el del Tripartit de Catalunya?», respondemos que no del todo, porque aquí se han quedado fuera los más radicales a diferencia de lo que ocurrió en Catalunya. La posibilidad de un pacto Bildu-Podemos hacía tiritar y no de frío, precisamente, al más pintado.

A veces la aritmética es así de compleja, no queda más remedio que elegir entre susto o muerte. Ahora lo que toca es esperar que el PSE sea sensato y lleve al PNV a su terreno y no al contrario. Si no ocurriera así, obviamente, el problema lo tendrían principalmente los socialistas y lo cierto es que no están para muchos sustos más.

Sobre el PNV, estoy seguro de que se puede luchar por el idioma, la cultura, el folclore y las tradiciones vascas y, a su misma vez, trabajar por el bien del común de los españoles. Es más, es una oportunidad única para que los nacionalistas muestren su sensatez y expliquen al resto de España las peculiaridades de Euskadi sin amenazas de por medio.

A tantos  kilómetros de distancia, no voy yo a opinar sobre el camino que el PNV va a tomar. Desde el resto de España, todos ven al PNV y a Convergència como hermanos siameses pero, sin vivir el día a día de las tierras vascas, no me atrevo yo a decir que sea así. Hace poco más de una década, aquí en Catalunya no pensábamos que Convergència iba a acabar así; sí es cierto que habíamos oído eso del «avui paciència i demà indepèndencia» pero, sinceramente, la mayoría no pensábamos que llegarían tan lejos y tan pronto.

Imagino que tendremos que ir fijándonos en los síntomas que vayan apareciendo, siempre teniendo en cuenta que el pacto de nacionalistas y socialistas es un mal menor, que verdaderamente peor sería un pacto entre los que fueron ETA y los que a nivel nacional se comportan como el brazo político de ETA .

En Barcelona, ya me ocurrió a mí que sonreí con la victoria de Colau sobre Convergència en las municipales, hice mía esa frase acuñada a Calvo Sotelo «mejor una España roja que una España rota» pero, sinceramente, hoy creo que la nación puede romperse más por Podemos que por los nacionalistas.

¿Es el País Vasco una nación? A preguntas como estas no valen medianías, no se permiten respuestas como la de sí a nivel cultural. Porque el sí de Bildu y de Podemos no sería a nivel cultural, no hemos de engañarnos. Si Euskadi es una nación a nivel cultural, da igual llamarle nación que región que provincia, pues el término nación en España tristemente siempre se ha usado para dividir a las personas.

No debería seguir ese debate estéril entre la España grande y libre y la España estado de naciones. La mejor España posible es la diversa pero unida, la que se enriquece de todos los idiomas y todas las culturas que habitan en nuestro país. Pero, para luchar por eso, no debemos perder el tiempo en batallas regionalistas que no llevan a ninguna parte. Y me da igual que sea la Convergència de Catalunya, el PNV del País Vasco, el PP de Madrid o el PSOE de Andalucía. Quien ataca a una región de España nos ataca a todos.

Cataluña XII (de 1980 a 2016) Lo que el nacionalismo nunca te contará

Con la llegada de la democracia, el catalanismo de derechas, de CiU, como dijimos en nuestro anterior capítulo, tuvo más apoyos que el de izquierdas. Convergència i Unió no se declaraba separatista pero sí fuertemente catalanista y en su bando ingresaron muchas familias que provenían de la Lliga y que después habían colaborado con el franquismo.

En las primeras elecciones municipales, muchísimos de los alcaldes que ganaron con Convèrgencia ya eran alcaldes del Movimiento Nacional Franquista. Pero la relación de CiU con el franquismo no acaba ahí pues muchos de los actuales convergentes son o fueron franquistas o son descendientes de ellos. Voy a poner algunos ejemplos:

Miguel Montaña: escogido como diputado por CiU en las elecciones catalanas de 1984, fue nombrado alcalde de Lleida por Franco en 1974 y confirmado por Arias Navarro después. Además, fue consejero local del Movimiento Nacional y procurador de las cortes franquistas.

Enrique Olivé: escogido diputado en el Parlamento autonómico por las listas de CiU en 1980, fue designado por Franco alcalde de Tarragona entre 1949 y 1954, coincidiendo con los años más duros de la dictadura.

José Maria Coll: fue uno de los fundadores de la plataforma nacionalista Omnium cultural y elegido diputado de CiU en el Parlament en 1984 y otra vez en 1988. Por su inquebrantable lealtad al régimen franquista, fue nombrado alcalde de Sant Celoni entre 1959 y 1966, aunque ya era concejal desde 1954.

Santiago March Blanch: antes de la Guerra, formó parte de la Lliga Regionalista. Se alistó en el requeté durante la Guerra Civil. Presidió la FET-JONS de Badalona, localidad de la cual fue alcalde entre 1954-1961. En 1957 entregó la medalla de oro de la ciudad a Francisco Franco; le encantaba organizar desfiles por la ciudad. Edificó sedes e instalaciones deportivas para la Sección Femenina y el Frente de Juventudes. Fue diputado provincial desde 1951 hasta 1961 y en 1977 apareció en las listas del partido de Jordi Pujol.

Joaquín Molins López-Rodo: excandidato a alcalde de Barcelona y portavoz de CiU en el Congreso entre 1996 y 1999, es sobrino de Laureano López-Rodo, ministro estrella de Franco. Por la rama lateral, la presencia en CiU de familiares directos de jerarcas franquistas es enorme.

Mientras el catalanismo de izquierdas era totalmente separatista y radical, en 1978 se funda la banda terrorista Terra Lliure que cometió más de 200 atentados, entre ellos cinco víctimas mortales y varias decenas de heridos. Durante su existencia, los cuerpos de seguridad llegaron a detener a 300 personas vinculadas a la organización. La banda se disolvió en 1991 y muchos de sus miembros dirigentes y militantes ingresaron en Esquerra Republicana de Catalunya.

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Además, tanto el Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC) como el Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) se declaran abiertamente catalanistas, por más que sus votantes no lo sean. El caso del PSC es especialmente trascendente ya que, desde el inicio de la democracia, esta formación, dirigida por una parte de la burguesía catalana, ha tratado de hacer equilibrios entre sus dirigentes catalanistas, a menudo nacionalistas catalanes y alguna vez hasta independentistas, y sus votantes, mayoritariamente catalanes venidos desde otros puntos de España, que están totalmente en contra del nacionalismo catalán y que votan al PSC creyendo que estos y el PSOE son el mismo partido y pensando que tienen la misma ideología y los mismos fines.

Ya contaba Oriol Bohigas en Entusiasmos compartidos y batallas sin cuartel que Joan Reventós, presidente de Convergència socialista, le advirtió del “peligro de un triunfo en solitario del PSOE en Catalunya”. En aquella época, la Federación Catalana del PSOE tenía gran implantación social, pero no era nacionalista, mientras que Reagrupament era nacionalista pero no tenía apoyo social.

De este modo, Joan Reventós entiende que la única salida es aliarse con el PSOE, pues así conseguiría los votos de las personas que votaban a Felipe González y se los llevaba a una formación en realidad nacionalista. El propio Reventós escribiría en sus memorias inacabadas Tal com ho vaig viure (Tal y como lo viví) que Los socialistas nos hubieran partido en dos mitades. Y preferí la hegemonía de Pujol”.

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La sensación de no haber oposición al catalanismo de Convergència hace que, progresivamente, elección tras elección, voten menos personas, sobre todo no nacionalistas que se sienten huérfanos de partidos. CiU gana las elecciones de 1984, 1988 y 1992 consiguiendo la mayoría absoluta, si bien en las elecciones del año olímpico únicamente fue a votar el 54% de los catalanes.

Precisamente los Juegos Olímpicos de Barcelona supusieron un espaldarazo único para Barcelona y toda Catalunya; la ciudad había vivido de espaldas al mar y, a raíz de ese 1992, se reinventaría. Además, todas las instituciones españolas se volcarían para tratar de que aquellos fueran los mejores Juegos de la historia y que la imagen de Barcelona, Catalunya y de toda España quedara fortalecida.

En las elecciones de 1995, la participación subió 9 puntos y ello llevó a que, como ocurre siempre en tierras catalanas, a más participación menos voto catalanista. CiU perdía la mayoría, obteniendo 60 diputados y perdiendo 10 y consiguiendo gobernar gracias a la abstención tanto de PSC como de PP, que querían estar a buenas con la formación catalanista a la espera de unas próximas elecciones generales, en las cuales Pujol devolvió el favor a Azmar. Eso sí, a cambio, pidió la cabeza del único líder que luchaba contra el nacionalismo catalán, Aleix Vidal-Quadras. Jose María Aznar la entregó en bandeja de plata.

Las sombras de la corrupción y el pacto con el PP habían perjudicado mucho al partido de Pujol y, en las elecciones de 1999, el PSC fue la fuerza más votada con un estrecho margen de menos de cinco mil votos. Pero la Ley Electoral, que favorece a las zonas más despobladas, hace que CiU consiga 56 diputados y PSC 52. El pacto del Majestic sigue presente y el PP da la gobernabilidad a Jordi Pujol, quien pronto anunciaría que sería su última legislatura.

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La política catalana se polariza entre derecha e izquierda. En 2003 el PSC vuelve a ser la fuerza más votada, pero CiU vuelve a tener más diputados, 46 por 42 de los socialistas. Sin embargo, esta vez los partidos conservadores no suman y se forma un tripartito entre PSC, ERC e ICV. A raíz de ese momento, el PSC realizará políticas totalmente cercanas al nacionalismo catalán, especialmente con la idea de hacer un nuevo estatuto en el que colaborará también CiU y en el que los castellanoparlantes quedarán relegados a ciudadanos de segunda.

Eso hace que una serie de intelectuales decidan lanzar una plataforma para la construcción de un partido político; de ahí nacerá Ciudadanos. Tras la aprobación del Estatuto con sólo un 49% de votantes y un 73,9% de votos positivos, el Tripartit adelanta las elecciones. En 2006 el PSC comienza a pagar sus coqueteos con el separatismo, la participación baja un 7% y CiU será la fuerza más votada, consiguiendo 48 diputados. Sin embargo, PSC, ERC e ICV vuelven a sumar fuerzas y repiten Tripartit. Ciudadanos, que según las encuestas no iba a entrar en el Parlament, consigue 3 y se muestra como el azote del separatismo catalán.

En 2010, cuando ya se empieza a observar que el nuevo Estatuto es la semilla de un proceso separatista, el PSC es totalmente castigado y Artur Mas gana las elecciones consiguiendo 62 diputados. Desde entonces y debido al gran éxito de la manifestación del 11 de septiembre, CiU, la misma CiU que era hija del franquismo y nieta de la Lliga, se compromete a hacer de Catalunya un estado y se declaran independentistas. Con ese propósito, Artur Mas adelanta las elecciones a 2012 para comprobar si tiene respaldo para el proyecto.

La participación sube un 8%, CiU pierde 8 puntos y 12 escaños, la suma de las fuerzas separatistas baja un 2% y obtienen el 48% de ellos; el PP sube ligeramente su porcentaje de votos y Ciudadanos duplica sus votos y triplica sus escaños. Sin embargo y a pesar de todo eso, Artur Mas lo considera un triunfo e inicia el proceso soberanista.

Tras gastarse el dinero de la sanidad y la educación en embajadas, fiestas y manifestaciones separatistas, Artur Mas promete hacer un referéndum de independencia ilegal. El gobierno no le da el permiso y, finalmente, el President se inventa un referéndum en el que pueden votar los menores de dieciocho y los extranjeros y cuyo recuento lo harán los propios voluntarios separatistas.

Finalmente, menos de un tercio del electorado va a votar y de ellos el 80% dicen Sí.Así, pues, Mas promete unas elecciones que, según él, serán un referéndum. PSC e ICV, que se habían declarado a favor del derecho a decidir, se alejan de esas posiciones y Unió decide romper su relación histórica con Convergència. Sale a la luz el caso Pujol y los catalanes conocen que el expresident y su familia han cometido el mayor caso de corrupción de la historia de España.

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Eso hace que Mas retrase las elecciones. Las encuestas le dan una caída en picado y sólo convocará elecciones si hay una coalición de todas las fuerzas y asociaciones separatistas. Finalmente, sólo la CUP da el No a Artur Mas y la nueva coalición toma por nombre Junts pel Sí. La fecha que se elige es el 27 de septiembre, para que la campaña comience el día 11 con la celebración de la manifestación.

Junts pel Sí, desde un principio, hace de las elecciones autonómicas un referéndum de Sí o No a la independencia. La participación llega a un histórico 75%, la unión de Convergència y Esquerra logra la victoria con el 39,6% de los sufragios, es decir, pierden 5 puntos. Con la suma de la CUP, sin embargo, suman 47,8% de los votos y el líder cupaire Baños anuncia que han perdido el referéndum.

Ciudadanos sube de los 9 a los 25 diputados y consigue ser segunda fuerza, habiendo por primera vez en la historia de Catalunya una verdadera oposición.

Junts pel Sí y la CUP negocian un gobierno, el partido de extrema izquierda finalmente dará la presidencia a  Junts pel Sí, si no lo lidera Artur Mas. Cuando todo apunta a unas nuevas elecciones, llegan a un acuerdo y Carles Puigdemont se convierte en President anunciando que, en 18 meses, Catalunya será un estado independiente, a pesar de que, finalmente, anuncien que en septiembre de 2017 se hará un nuevo referéndum ilegal. Las últimas encuestas dicen que el independentismo ha bajado 7 puntos y que, en unas hipotéticas elecciones, la suma Junts pel Sí y CUP no obtendría mayoría.

Cataluña XI (de 1939 a 1980) Lo que el nacionalismo nunca te contará

Al acabar la Guerra Civil con la toma de Madrid (podéis encontrar la anterior entrada de este ciclo aquí), el Dictador Franco prohibió las asociociones y partidos políticos, así mismo cualquier tipo de gobierno autonómico. El President Lluís Companys se exilió en Francia, como muchos otros republicanos españoles.

Las autoridades franquistas pidieron la extradición a los alemanes que habían conquistado militarmente gran parte del país galo. El 13 de agosto de 1940, Companys sería deportado, llevado a Madrid y después a Barcelona, donde sería recluido en el Castillo de Montjuïc. Allí sería juzgado y fusilado, el 15 de octubre de 1940, por rebelión militar.

La ejecución de Companys ha sido clave a la hora de vender la Guerra como algo entre España y Catalunya, dando a entender que Catalunya fue totalmente contraria al bando nacional. Sin embargo, como ocurrió en toda España, en Catalunya también había partidarios de uno y otro bando, más allá de los aliados políticos de los que ya hablamos en parte en nuestra anterior entrada.

Fotograma de la Pelicula «Companys Un proceso a Cataluña»

Sin embargo, los catalanistas de derechas acabaron en gran mayoría en el franquismo. Nombres de la Lliga como Eusebi Bertrand i Serra, quien ya en guerra escapó de la Catalunya de Companys para huir a la España Nacional, o Joan Ventosa i Clavell, que dió grandes cantidades económicas para mantener la nuevo régimen, por no hablar de Eduardo Aunós, que pasó de diputado de la Lliga a ser Ministro de Justicia de Franco en 1943, son buenos ejemplos de ello.

Además de políticos, hubo muchos catalanes universales que apoyaron el fascismo, como Dalí que en 1949 regresó a Catalunya. La tragedia de la Guerra le cogió muy cerca ya que su hermana Anna Maria sufrió la represión por parte del bando republicano por pertenecer a una familia burguesa. Acusada falsamente de espionaje, estuvo diecisiete días encarcelada en varias prisiones donde sufrió múltiples torturas y violaciones. Sufrió una fuerte crisis nerviosa que le salvó la vida puesto que, a raíz de esta crisis, salió en libertad.

Josep Pla, Juan Antonio Samaranch, Jose María de Porcioles, Josep Gomis, Narcís de Carreras… son otros de los nombres de catalanes que apoyaran a Franco. Hay casos particulares, como el de Josep Maria Pons i Gurí, que durante la República fue Presidente de l’Acció Catòlica y de la Lliga; pasó la Guerra escondido y, tras la victoria nacional, volvió a la vida pública para ser alcalde de Franco en Arenys de Mar. Fue Diputado Provincial hasta 1954 y, tras la muerte de Franco, se enroló en Convergència.

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Dedicó sus días a rescatar la historia de las instituciones de la Catalunya medieval y en 1987 recibió la Medalla de Oro de la Universidad Pompeu i Fabra. Publicó en catalán durante el franquismo Estudi dels pilots (1960), El llibre de la Universitat de la Vila de Blanes (1969) y Senyors i pagesos (1978).

El idioma catalán estuvo prohibido totalmente hasta 1941, si bien es cierto que fue perseguido hasta 1946. Ese mismo año, se permitió el teatro en dicha lengua, así como también el Orfeó y la edición de algunos libros en catalán. Sin embargo, en Catalunya se ha repetido tanto la historia de que el catalán estuvo totalmente prohibido que, aún hoy en día, los catalanes jóvenes creen que hubo una persecución a cualquier tipo de cultura catalana. Albert Branchadell, en su obra L’aventura del catalá , reconoce que «las dificultades del catalán durante el franquismo fueron de más a menos«.

En 1947 se organizó el premio literario Joan Martorell a la novela en catalán; en 1954 la obra La Ferida Luminosa tuvo 100 representaciones en el Teatro Romea; en 1955 al autor Segarra le concedieron la Gran Cruz de Alfonso X por su obra en catalán; en 1956 nacía el premio Lletra d’Or al mejor libro editado en catalán; en 1961 Fèlix Millet i Maristany, banquero y excombatiente franquista en Burgos, crea Òmnium Cultural que en 1967 tendría reconocimiento nacional como asociación de la cultura catalana… Sí, han leído bien, una de las asociaciones que más luchan ahora por el separatismo catalán fue fundado por franquistas. En 1968 nació el premio Josep Pla para la novela en catalán y en 1969 el Premi d’Honor a les Lletres Catalanes.

También hubo revistas infantiles en catalán durante el franquismo. De este modo, por ejemplo, en 1951 apareció L’infantil que en 1973 pasó a llamarse Tretzevents, así como también en los medios de comunicación, poco a poco, se comenzó a utilizar el catalán. En 1949 Radio Barcelona realizaba un programa en el cual se hablaba de libros en catalán, en 1952 se graba la película en catalán El Judes y en 1964 TVE comenzó a emitir el programa Teatro Catalán y en 1967 el informativo en catalán Marenostrum. 

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En lo estrictamente político, la Generalitat continuó en el exilio. A la muerte de Companys, Josep Irla, presidente del Parlament de Catalunya, elegido en 1938, asumió interinamente el cargo de la presidencia de la Generalitat en el exilio y en 1945 formó un gobierno. A partir de su dimisión en 1954, un grupo de antiguos diputados del Parlamento catalán, reunido en la embajada española en México (porque el gobierno mexicano no había reconocido el régimen de Franco), decidió mantener la continuidad institucional y eligió como presidente de la Generalitat a Josep Tarradellas, que en 1937 había sido primer consejero del gobierno catalán y consejero de Finanzas.

La designación de Tarradellas era polémica para los más nacionalistas ya que estaba alejado de los pensamientos separatistas. Siempre instó a los catalanes a integrarse con el resto de España, que los catalanes debían dejar de ser victimistas y abandonar sus prejuicios nacionalistas.

Sin embargo, su actitud no sólo fue siempre contraria a la independencia y a los «Países Catalanes», lo que ha hecho que para muchos separatistas sea visto como un traidor a Catalunya. Josep María Benet fue muy crítico con él: «Tarradellas no es un hombre responsable. Manda a base de órdenes y presiones. Fuera de la liturgia, en Cataluña no se ha hecho nada por la preautonomía y se están cometiendo graves errores como, por ejemplo, la congelación de la Asamblea de Parlamentarios. Ahora resulta que diputados y senadores nos hemos de reunir para discutir diversos temas, y no sabemos cómo hacerlo para que nuestro presidente no se enfade(…)Los partidos piensan como yo, pero no hablan porque están dentro del Gobierno y tienen miedo. Nadie se atreve a enfrentarse con el presidente, yo lo hago porque soy independiente(…)Tarradellas no sabe lo que es gobernar; su única obsesión en estos momentos es crear una importante secretaría de la Generalitat para controlarlo todo. Para colmo, no existen las demás nacionalidades, sólo existe el Gobierno de Madrid; a éste sí que le tiene un gran respeto».

Tras la muerte de Franco, regresó nuevamente a España, después de realizar varias negociaciones con Salvador Sánchez-Terán y el Presidente Suárez, quien le reconoció la legitimidad del cargo que ostentaba, nombrándole Presidente del Gobierno Preautonómico de Coalición en 1977. El 23 de octubre del mismo año, en el balcón del Palau de la Generalitat, gritó a la multitud concentrada en la plaza de Sant Jaume «Ciutadans de Catalunya, ja sóc aquí!». Fue muy simbolico no referirse a los Catalanes sino a todos los ciudadanos de Catalunya.

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En dicho discurso, instaba a los ciudadanos de Catalunya a trabajar para ser ejemplo para todos los pueblos de España, lo que supuso que todos los ciudadanos de Catalunya, fuesen del color político que fuesen o hubiesen nacido dónde quiera que fuese, lucharan por el estatuto de autonomía cuyo referéndum fue el 25 de octubre de 1979 y fue votado con un 88% de votos afirmativos, si bien es cierto que la participación fue muy baja con un 59,7%.

El 20 de marzo de 1980 se celebrarían las primeras elecciones autonómicas en Catalunya desde 1932. En ellas, la fuerza más votada fue la de Convergència i Unió de Jordi Pujol con el 27,8% de los sufragios. El PSC-PSOE de Joan Reventós consiguió el 22,3%; el PSUC de Josep Benet el 18,7%; la UCD de Anton Cañellas el 10,6%; ERC de Heribert Barrera, partido que había gobernado antes de la Guerra, consiguió el 8,9%; y, sorprendentemente, el Partido Andalucista conseguía el 2,6% de los votos, obteniendo dos escaños. De este modo, la normalidad democrática volvía a Catalunya y Jordi Pujol era proclamado President de la Generalitat.

Sin ética política ni periodística

Da la sensación de que, por el hecho de que ya se haya formado gobierno,  gracias al desbloqueo institucional, hay una relajación colectiva en cuanto a lo que a la política se refiere. Sin embargo, siguen muchos frentes abiertos, demasiados, y siguen ocurriendo hechos preocupantes para la sociedad española.

No obstante, en España no nos preocupamos de lo que nos acontece a día de hoy, cuando hay cuestiones tan destacables como que nos estemos acostumbrando a ver habituales que haya agresiones a personas por su ideología política, sobre todo en Catalunya donde, sí, hace unos días, era Miguel García de Ciudadanos quien era agredido, pero ahora los altercados han llegado por parte de una persona de estética skin a una carpa de la antigua Convergència.

Estas agresiones no deberían utilizarse para el «y tú más», al contrario, deberían servir para hacernos reflexionar a todos sobre hacia dónde nos está llevando la ruptura en Catalunya, algo que, sin duda, sí es culpa de los líderes independentistas y su proceso, que no es más que un callejón sin salida en el que muchas personas van a quedar dañadas.

No hace falta ser Nostradamus para saber que en Catalunya estas agresiones, estos enfrentamientos van a ir a más. Pero, ¿cómo no los va a haber, cuando hay un Gobierno que quiere saltarse las leyes y unos gobernantes que, no sólo ya no gobiernan para todos los catalanes, sino que solamente lo hacen para los que piensan como ellos? Sino, que no se escondan a la hora de decir que los que no somos independentistas no somos verdaderos catalanes.

La ética política está por los suelos y lo está por culpa de muchos actores, tantos que no me llegaría el blog para dar todos los nombres. A pesar de eso, tengo la sensación de que, en lugar de ir a pensamientos centrados y sensatos, muchos se están radicalizando en sus ideas y eso me parece un error. Estos días hemos hablado de los regionalismos y de esas peleas dialécticas como las que hemos vivido recientemente entre las presidentas de Madrid y Andalucía.

En momentos de crisis, solamente la unión de todos los ciudadanos puede hacer que la nación salga del bache. Pero da la sensación de que en España no estamos por estas, sino que incluso la prensa está por el frontismo, hasta el punto de vivir un hecho tan poco ético como que La Sexta ofreciera unas declaraciones off the record del Presidente Adolfo Suárez, una vez fallecido y en un momento en el que ya no puede explicar lo que quiso decir.

Sin embargo, no se ha creado apenas debate sobre esto, a pesar de su gravedad. Yo nací en 1979 y no viví la Transición, pero sí he intentado informarme mucho sobre ella, ya que me parece uno de los momentos más interesantes de la historia de la España reciente, y en mi opinión, la prensa fue clave en dicha Transición, los periodistas fueron actores importantísimos a la hora de alcanzar la normalidad democrática en nuestro país.

A pesar de ello, últimamente, imagino que desde que la política se ha convertido en parte del Prime Time televisivo, estamos dirigiéndonos hacia un periodismo amarillista que no respeta ni a los muertos.

Refiriéndonos al asunto de Suárez, además ha ocurrido que una gran parte de la población no ha entendido las palabras del que fuera presidente. En los debates que tengo con mis conocidos y que son parte importante para las reflexiones que escribo en este blog, me he dado cuenta de que muchas personas entendieron que hay Rey porque Suárez lo introdujo en el referéndum que votó el pueblo el día de la Constitución. Sin embargo, no es así. Suárez se refirió al hecho de que incluyó al Rey y a la Monarquía en la Ley de la Reforma Política que las Cortes aún franquistas votaron a favor, haciéndose el harakiri y enterrando a Franco por segunda vez.

Dice Suárez que evitó el referéndum Monarquía-República que pedían las fuerzas extranjeras (aunque no lo diga en el vídeo, se está refiriendo sobre todo al gobierno alemán del SPD) pero, obviamente, ese no era el momento del debate pues en ese momento lo único que era importante era que la reforma se aprobara, dejando los debates posteriores para después.

La legitimidad del Rey para un demócrata no está en esa aprobación de las Cortes franquistas, sino que proviene del voto positivo de la Constitución que marcaba al Rey como Jefe del Estado y que fue votada por las Cortes Democráticas que surgieron tras las elecciones de 1977. Ese legitimidad se amplía aún más cuando, el 6 de diciembre de 1978, el pueblo español lo reafirma en el referéndum.

No escribo en este blog sobre si es mejor una república o una monarquía, ese es otro debate, pero sí opino que, para debatir si en ese momento era bueno o no ese debate, antes deberíamos ponernos las gafas de esa época y, obviamente, en ese momento no fue Suárez quien legitimó al Rey, sino que fue el monarca quien legitimó a Suárez y juntos trabajaron por hacer de esta una democracia con una Constitución que ha sido ejemplo para otras que se han redactado después.

En el programa de Susana Griso, Espejo Público, se preguntaban ayer cuánto prescribe un off the record. Yo opino que nunca, más cuando se habla de alguien que ha fallecido. ¿Por qué dijo eso Adolfo Suárez? Obviamente, yo no lo sé pero, como persona que he tratado de informarme sobre su figura, si me preguntaran, diría que Suárez pecó de uno de sus defectos, la vanidad.

En una entrevista hecha por una mujer, quizá quiso darse importancia de más pues no olviden que, durante la Transición, un restaurante llegó a bautizar uno de sus platos como un «Suárez». ¿En qué consistía? En una Chuleta de Ávila poco hecha. ¿Pero quién soy yo para interpretar una pregunta de alguien que ya no está con nosotros? No soy nadie, por eso no hay que lanzar este tipo de preguntas y por eso los periodistas no tienen que mostrar grabaciones de las que el entrevistado no puede ya contestar.

 

Fuente de la fotografía de portada: lasexta.com

La fiebre regionalista llega al PP de Madrid

La xenofobia, el racismo, el clasismo, ya sea regionalista, autonomista, nacionalista o como queramos llamarlo, se están convirtiendo en una plaga en nuestro país. Si ayer hablábamos de los podemistas Echenique y Teresa Rodríguez, que defienden que Aragón y Andalucía son también naciones, ahora llega el turno de la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, que entonó aquello del «Espanya ens roba» de los nacionalistas catalanes, sólo que lo hizo «en madrileño» diciendo aquello que Madrid está pagando la Sanidad y la Educación de Andalucía.

Bonita cantinela esta que se está expandiendo por todo el territorio nacional que dice que unas autonomías dan de comer a otras. Hay que insistir en que es MENTIRA que en unas autonomías se paguen más impuestos que en otras a la Hacienda Pública. Un madrileño, un catalán y un andaluz que ganen 30.000 euros al año pagan los mismos impuestos, lo que ocurre es que en Madrid y Catalunya hay más personas que ganan 30.000 euros al año que en Andalucía.

A mí, que no creo en los frontismos ni en los bandos, me entristece pensar que estas palabras salgan de la boca de un miembro del PP, de aquellos que se supone que están más al centro. Si el Partido Popular, que desde la Transición hasta hoy ha ido abandonando sus posiciones conservadoras, comienza ahora a dar marcha atrás, se quedará aún más aislado.

Cifuentes ha reaccionado rápido, ha dicho que no era eso lo que quería decir; pero no es verdad, sí era eso lo que quería decir, lo que ocurre es que quizá no expresó lo que quería expresar. Su menosprecio quizá no fue por el hecho de ser andaluces, sino porque a los andaluces muchas veces se les ve desde otros puntos de España como aférrimos al socialismo, es decir, lo de Cifuentes no era una lucha de autonomías, sino de partidos, pero en el fondo recurriendo a los viejos tópicos que dicen que el PP es el de los ricos y el PSOE el de los pobres.

La lucha de clases es algo que nos llevaría a un debate eterno. Pero mal camino es ese de que las luchas no sean ya por sectores o por oficios, sino que, además, también sean por autonomías, y peor camino es el de señalar con el dedo a otras zonas de España. Porque muchos de esos que pagan impuestos, que según Cifuentes son para Andalucía, también son andaluces, que no se olvide de eso la Presidenta de Madrid.

Si el problema del paro es mayor en unas regiones que otras, quizá parte de culpa sea de esta absurda lucha entre  regiones  y con esto volvemos al tema de la entrada de ayer: si los gobiernos autonómicos buscaran el bien global y no ensalzaran el autonomismo, regionalismo o nacionalismo, por más que dé votos, otro gallo cantaría.

No querría acabar esta entrada sin dejar mi opinión en otro tema relacionado con las declaraciones de Cifuentes. No siendo yo sospechoso sobre el nacionalismo catalán, pregunta, ¿cuántas portadas, horas de televisión y radio se hubieran dado sobre estas declaraciones si en lugar de hacerlas Cifuentes las hubiese hecho Puigdemont?

Sí, ya sé que me dirán que nadie teme por el secesionismo madrileño, pero no creo que ese sea el tema. La cuestión es que hay que desaprobar todo este tipo de regionalismo y menosprecio a algunas zonas de este país, porque esto es una pescadilla que se muerde la cola. Cuando Antonio Sanz dijo que no quería que en Andalucía ganase las elecciones un partido catalán (refiriéndose a C’s), los votantes del PP sonreían. Pues ese regionalismo, autonomismo o nacionalismo, como lo queramos llamar, es el que como un boomerang ha vuelto a los andaluces del PP en palabras de Cifuentes.

El aragonés Echenique y la andaluza Teresa Rodríguez también quieren que Aragón y Andalucía sean naciones

La extrema izquierda española, en su desesperado intento por balcanizar España, está llegando a actos tan hilarantes como que Pablo Echenique diga ahora que Aragón es una nación y que Teresa Rodríguez pida ahora en Andalucía algo así como su propio derecho a decidir.

Electoralmente, puedo entender dicha táctica: si a los nacionalistas les ha ido bien, ya no sólo en Catalunya y Euskadi, sino también en Valencia y Galicia y, de algún modo, el PSOE triunfa donde es visto casi como su partido autonómico, como es en el caso de Andalucía y Extremedura y el PP en ambas Castilla y en Madrid, ¿por qué no seguir buscando rédito del regionalismo o nacionalismo o como lo queramos llamar?

A la larga, eso no puede ser bueno; es normal que pongamos delante nuestra patria chica, a mi me preocupan más los problemas de Rubí que los de Barcelona, los de Barcelona que los de Catalunya, los de Catalunya que los de España, los de España que los de Europa y los de Europa que los del mundo, pero también me preocupa más la unidad del mundo que la de Europa, la de Europa que la de España, la de España que la de Catalunya…

Mirar las pequeñeces que nos separan de quien tenemos al lado es hoy un problema pequeño, pero con el tiempo será más grande y todo por el beneplácito de la extrema izquierda española cuyo complejo, por cierto, está destruyendo la nación, fingiendo reivindicar las autonomías.

Las Comunidades Autónomas no necesitan que Podemos ni ningún otro partido les defienda sus derechos porque, para ello, ya está nuestra Constitución que, desde su creación, ensalza las autonomías, para muchos quizá hasta demasiado.

Yo, personalmente, no creo que las autonomías tengan un poder excesivo. Lo que sí ocurre es que los nacionalistas han abusado de la buena fe con la que todos los españoles aprobaron la Carta Magna.

El rédito electoral no puede ser una excusa para romper una nación, porque este país ha pasado por guerras, muchas de ellas entre hermanos, se han asesinado muchos presidentes del gobierno y, sin embargo, ahora, por más que no todo sea perfecto, estamos viviendo el momento de más paz, igualdad y libertad de nuestra historia.

Ciertamente, para el bien de nuestra nación, es más peligroso Podemos que los nacionalistas, porque los morados han convencido a una buena parte de españoles de que ellos y sólo ellos representan al pueblo y que ellos y solamente ellos van a luchar por las personas de a pie.

El otro día, oí decir a Félix Ovejero que es triste que haya fronteras en este mundo, pero que más triste es que quieran poner fronteras donde no las hay. Pero ese pensamiento va calando, hay muchísimas personas hoy en día que defienden que las extensiones de tierra, que las culturas, que los idiomas… tienen derechos pero, no, no los tienen, solamente los ciudadanos tienen derechos y, una vez teniendo claro eso, me parece maravilloso que estos defiendan su tierra, su cultura y su lengua, pero no que ello les haga creer que esa tierra, esa cultura y esa lengua son suyas y sólo suyas.

El Partido Socialista trató de alejarse de todo eso. Pedro Sánchez salió con una bandera española enorme detrás tratando de que, de una vez por todas, la izquierda acabase con el complejo que tiene ante los símbolos nacionales, no dándose cuenta de que, no teniéndolos como propios, lo único que consiguen es perpetuar lo que el Dictador Franco trató de hacer y que no es otra cosa que hacer suyos esos símbolos.

Sin embargo, ahora Sánchez, quizá sólo por agarrarse a la silla, ha dicho aquello de que Catalunya es una nación, es decir, se apunta a aquellos que opinan que los que reconocen que España es un Estado de Naciones es de izquierdas y el que no, un fascista.

Triste destino espera a un país como España si después de todo lo vivido va a quedar reducida a un nuevo enfrentamiento entre rojos y azules, a las dos España enfrentadas eternamente.

¿Y saben qué es lo peor de todo? Que si la extrema izquierda, si Podemos y los que se «podemizan» consiguen su propósito, lo que seguramente ocurra no es que España se rompa, sino que, como en todas las autonomías, haya rojos y azules; seguramente, lo que se rompa sean las autonomías y eso sería muy triste. La grandeza de España debe ser que los andaluces sean andaluces, que los vascos sean vascos, que los murcianos sean murcianos y que los catalanes sean catalanes y que podamos mostrar nuestra cultura al resto de nuestros compatriotas de cualquier punto de España.

Conversos y renegados. La historia del nacionalismo catalán (XIII) Del autogobierno al apoyo a Primo de Rivera

Los desastres de la Semana Trágica, que hoy los separatistas venden como una reivindicación catalanista pero que, como pudimos leer en nuestra anterior entrada, fueron totalmente al contrario, sirvieron para que los catalanistas de la Lliga reclamaran que la región catalana tuviese un gobierno propio para, así, no volver a suceder algo parecido a lo acontecido en aquellos días.

Realmente, en la Lliga Regionalista siempre fueron artistas a la hora de conseguir beneficio de cualquier hecho que acontecía. La protesta internacional por el «caso Ferrer» (condenado a muerte por un consejo de guerra que lo acusó de haber sido uno de los instigadores de los sucesos de la Semana Trágica) fue aprovechada por el partido liberal para promover una campaña con los republicanos en contra del gobierno de Maura.

Moret pidió la dimisión del Gobierno y apeló al Rey para que le hiciese entender a Maura que debía irse. El 22 de octubre Maura acudió a Palacio para plantear la continuidad de su gobierno al Rey pero, cuando Maura le presentó la dimisión de forma protocolaria, éste la aceptó. El Rey nombró en su lugar a Moret, quien poco después convocaría elecciones para mayo de 1910. En estas, venció el liberal Canalejas por delante del conservador Maura.

En 1911 Enric Prat de la Riba, presidente de la Diputación Provincial de Barcelona desde 1907 y uno de los dos líderes de la Lliga junto a Cambó, decidió impulsar una vieja reivindicación catalanista, aglutinar las cuatro diputaciones catalanas en un único ente regional. El 16 de octubre los cuatro organismos provinciales aprobaron conjuntamente las Bases de la Mancomunidad. Semanas después, el proyecto fue entregado al presidente Canalejas, quien lo presentó el 1 de mayo de 1912 a las Cortes como proyecto de Ley de Mancomunidades.

No lo tuvo fácil Canalejas ya que un sector de su misma formación se oponía al proyecto. De hecho, cuando el 5 de julio de 1912 se aprobó la Ley de Mancomunidades, diecinueve diputados de su propio partido votaron en contra.

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Canalejas apoyaba la idea de los catalanistas ya que opinaba que los anarquistas eran el mayor peligro para España, por encima de los nacionalistas, de hecho, antes de que el Senado ratificara la Ley, el propio Canalejas fue asesinado por el anarquista Manuel Pardiñas Serrano quien, acto seguido, se suicidaría delante de la Puerta del Sol.

La Macomunitat de Catalunya se constituyó a principios de 1914 bajo la presidencia de Enric Prat de la Riba, formada por 96 diputados de las cuatro diputaciones. La Presidencia era ocupada por el presidente de la Diputación Provincial de Barcelona. Las diputaciones provinciales cedieron sus competencias pero el Estado, presidido ahora por el conservador Eduardo Dato, no cedió ninguna.

La Mancomunitat fomentó obras, impulsó las redes de carreteras, teléfonos y los servicios de asistencia social. Con el apoyo de los ayuntamientos, mejoró el suministro de agua potable, además de organizar el Institut d’Estudis Catalans y reconocer la normativa ortográfica de Pompeu Fabra. Todas estas cuestiones lograron que el catalanismo aumentara en tierras catalanas. Además, los miembros de la Lliga no desaprovecharon la casualidad de que, precisamente ese año, hacía 200 años de la caída de Barcelona en manos borbónicas, motivo por el cual decían haber devuelto a Catalunya el autogobierno.

Sin embargo, la Mancomunitat comenzaba a veces como si fuese un gobierno nacional, sobre todo en lo que se refiere a la lengua. A menudo, cuando mandaba escritos a diputaciones del resto de España, lo hacían en catalán y eso hizo que las de Segovia y Ciudad Real protestaran. La polémica llegó al Senado y precisamente un catalán, Francesc Bartomeu i Colom, fue quien protestó por lo que hacían sus paisanos: «Mientras haya una patria sola, una e indivisible, que es España, no puede haber más que un idioma». La Lliga protestó y dijo que era el idioma que se hablaba en las casas catalanas, a lo que el también catalán Joan Ferrer i Vidal afirmó en el Congreso: «Yo también soy catalán y en mi casa se habla la lengua de Cervantes». Desde el diario La Veu de Catalunya, se criticó a Ferrer diciendo que quien no hablaba catalán no era catalán.

Era el mejor momento para la Lliga que, mientras colaboraba con los conservadores en el gobierno de Madrid, en Catalunya iba implantando una mentalidad catalanista que, estratégicamente, no sólo debía mantenerlos en el gobierno, sino que a la larga podría servir para reclamar más autonomía.

Prat de la Riba moría en 1917 y Cambó era el único líder. Así se inició un proyecto de Estatuto para Catalunya que fue aprobado por la Mancomunitat, presidida en ese momento por Josep Puig i Cadafalch. Sin embargo, no fue aceptado por el gobierno central.

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Puig i Cdafalch

Puig i Cadafalch tuvo que lidiar contra el pistolerismo, el cual se convirtió en el mayor problema, sobre todo en las crecientes zonas industriales de Barcelona. El poder de la CNT en los centros de trabajo fue en aumento, lo que dio lugar a numerosos conflictos laborales por las reivindicaciones de mejoras laborales por parte de los obreros, logrando el gran éxito de la huelga de La Canadiense en 1919, que consiguió que España se convirtiera en el primer país en promulgar la jornada de ocho horas.

Los empresarios respondieron despidiendo a numerosos trabajadores por sus actividades, condenándoles a la pobreza. Comenzaron a haber atentados contra empresarios, políticos, religiosos y policías. Los empresarios contrataron a pistoleros que perseguían a los líderes sindicales. El gobierno conservador de Madrid y el de Barcelona en manos de la Lliga protegieron a los empresarios con leyes como la de «Fugas».

Ante ese panorama y cuando la Lliga pierde su apoyo de los conservadores del Gobierno, ya que los liberales de Garcia Prieto ganan las elecciones, los catalanes tratan de exigir tener sus propias leyes en cuanto a seguridad, cuestión que la Ley no permite. Es entonces cuando, extraoficialmente, comienzan los encuentros entre la Lliga y el Capitán General de la IV Región Militar, Miguel Primo de Rivera, llegando al punto de que casi a diario había cenas en las que, además del militar, asistían Ferran Fabra i Puig, alcalde de Barcelona, Milà i Camps y Eusebi Bertrand i Serra, entre otros. 

Reclamaron a Primo de Rivera que acabara con la violencia social, pero éste ya avisaba que «sólo con un gobierno fuerte» se resolvería el problema. La burguesía catalana forma una comisión encabezada por Joaquín Cabot, President del Orfeó Catalá y miembro de la Lliga, que solicita al gobierno español la intervención militar.

Finalmente, Primo de Rivera se levantaría en armas el 13 de septiembre de 1923. Al día siguiente, el gobierno legítimo pidió al Rey la destitución inmediata de los generales sublevados,  pero el monarca no apoyó la medida y el Gobierno tuvo que dimitir. Poco después, Alfonso XIII nombró a Primo de Rivera Presidente del Gobierno.

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Miguel Primo de Rivera

Ese mismo día, la Cámara de Comercio de Barcelona, en un acta, se adhería al General: «La Cámara puede y debe asociarse al movimiento, justificándose plenamente su actitud por interpretar la opinión de todos los industriales».

El Presidente de la Mancomunitat Catalana, Josep Puig i Cadafalch, redactó un documento con las reivindicaciones catalanistas que Primo de Rivera aceptó sólo pidiendo que calificara en dicho escrito a Catalunya como región y no como nación. El 1 de diciembre de 1923, en el Hotel Ritz, el President, el rey Alfonso XIII y Primo de Rivera cenaban juntos y brindaban por «La España nueva».

Lo cierto es que Primo de Rivera no cumpliría lo prometido, siendo quien más luchó contra la cultura catalana e, incluso, prohibiendo la Mancomunitat. Para la Lliga, sería casi su defunción y, a raíz de ahí, comenzaría un catalanismo separatista radical que hasta entonces no había tenido muchos apoyos.

En la obra de Joan Esterlich Catalunya endins, se escribiría que Pocas semanas después del golpe de estado, un simple escrito destruyó toda la organización del catalanismo». Lo cierto es que, más allá de alguna protesta de cara a la galería, ni la Lliga ni la burguesía catalanista en definitiva protestó contra el golpe y el regionalismo catalán moría. Pero nacía algo que aún traería más quebraderos de cabeza, el separatismo catalán, que comenzaba a admirar a un exmilitar que había dejado el ejército para ayudar a la causa catalanista, Francesc Macià.

Visto con perspectiva, el cambio que Primo de Rivera tuvo hacia el catalanismo le perjudicó a él y, además, supuso que aumentara el radicalismo separatista. El dictador, que en mi opinión fue quien más hizo en contra la cultura catalana, realmente tampoco persiguió el catalán del modo que los separatistas han hecho ver después y prueba de ello son publicaciones en catalán como La paraula cristiana, La Publicitat, La Veu de Catalunya, La Nau o El Matí que siguieron publicando en su momento, además de que se publicaron también obras en catalán como Historia Nacional de Catalunya de Rovira i Virgili. En 1927 se celebró en Madrid la Exposición del Libro Catalán y en 1928 nació la colección A tot vent, que traducía al catalán novelistas foráneos.