La Diada y el traje nuevo del emperador

Dice la historia que, hace muchos años, vivía un rey que era comedido en todo excepto en una cosa: se preocupaba mucho por su vestuario. Un día oyó a Guido y Luigi Farabutto decir que podían fabricar la tela más suave y delicada que pudiera imaginar. Esta prenda, añadieron, tenía la especial capacidad de ser invisible para cualquier estúpido o incapaz para su cargo. Por supuesto, no había prenda alguna sino que los pícaros hacían lucir que trabajaban en la ropa pero estos, en realidad, se quedaban con los ricos materiales que solicitaban para tal fin.

Sintiéndose algo nervioso acerca de si él mismo sería capaz de ver la prenda o no, el emperador envió primero a dos de sus hombres de confianza a verlo. Evidentemente, ninguno de los dos admitieron que eran incapaces de ver la prenda y comenzaron a alabar a la misma. Toda la ciudad había oído hablar del fabuloso traje y estaba deseando comprobar cuán estúpido era su vecino.

Los estafadores hicieron como que le ayudaban a ponerse la inexistente prenda y el emperador salió con ella en un desfile, sin admitir que era demasiado inepto o estúpido como para poder verla. Toda la gente del pueblo alabó enfáticamente el traje, temerosos de que sus vecinos se dieran cuenta de que no podían verlo, hasta que un niño dijo:

«¡Pero si va desnudo!»

La gente empezó a cuchichear la frase hasta que toda la multitud gritó que el emperador iba desnudo. El emperador lo oyó y supo que tenían razón, pero levantó la cabeza y terminó el desfile.

Las asociaciones independentistas Òmnium (no significa «odio» en catalán, no) y ANC (Asamblea Nacional Catalana, no crean que significa Algunos Nazis Catalanes), junto con el gobierno ladrón del 3% y su maquinaria para lavar cerebros, basados en dos grandes pilares como son los medios de comunicación subvencionados por la Generalitat y la enseñanza, donde desde bien pequeñitos se adoctrina a los catalanes en el Nacional-Catalanismo y en el odio al resto de España, supondrían algo parecido al cuento que acabamos de contar.

Las asociaciones financiadas por la Generalitat, es decir, pagadas por todos los catalanes, han sido claves en todo este proceso soberanista, han dedicado millones de Euros al Procés, a enfrentar a los catalanes y a sembrar odio. Las performances separatistas han sido vistas como una gran fiesta estudiantil a la cual este año se le ha dedicado menos dinero (¿tendrá algo que ver con los registros en la sede de Convergència?) y eso ha derivado a que se haga menos publicidad y la Diada haya sido «light».

A eso hemos de sumar que el síndrome del traje del emperador ha empezado en Catalunya y que muchos comienzan a darse cuenta de que esto es una farsa que no hay donde cogerla; muchos ya saben que el emperador está desnudo.

El Síndrome del Emperador comienza en la enseñanza, a los niños de Catalunya desde muy pequeños se les cuenta una historia inventada de su tierra en la que no se explica la relación con el resto de España sino que se pone énfasis en ciertas historias y leyendas para fingir que es una nación milenaria. Como es obvio, los estudiantes necesitan aprobar de modo que deben aprender esa falsa historia, llegándose a la paradoja de que los que más estudios tienen más engañados están y los que no tienen acaban diciendo que ven al emperador desnudo por vergüenza, ya que los estudiosos sí ven las telas.

Pero en Catalunya la mayoría silenciosa comenzó a decir que veía al emperador desnudo y, poco a poco, los que han defendido el separatismo comienzan a ver que no pueden seguir fingiendo, que el Procés es un acto nacionalista rancio que recuerda a otros del siglo pasado y que ya sabemos cómo terminaron.

La cuestión irá lenta pero cuando en el trabajo, en casa, en el barrio, muchos pierdan el miedo y digan que el emperador está desnudo, es decir, que no son independentistas, el hermano, el compañero y el vecino se atreverán a decir que ellos tampoco.

Los Mas, Pujol y compañía han secuestrado a Catalunya y ya es momento de que ese secuestro acabe y que Catalunya se devuelva a los suyos, a los ciudadanos de Catalunya.

 

Fuente de la fotografía de portada: okdiario.com

La fiesta de la nación inventada

El 11 de septiembre es un día triste para muchos catalanes porque no es el día en el que todos nos juntamos a celebrar el día de nuestra tierra sino que se trata del día en el que una parte (la más pequeña) nos dice a otra parte (la más grande) que no somos bienvenidos en el sitio donde hemos nacido. El separatismo catalán se sostiene en una parte de racismo, una parte de clasismo y una gran parte de ignorancia y, aclaro, ignorancia no en tono despectivo sino de ignorar gran parte de la historia de su propia tierra, en parte por que el adoctrinamiento escolar y los medios de comunicación del régimen nacional-catalanista cuentan sólo una parte de lo que ocurrió, dan un titular sin explicar el contenido.

Un día ya escribí que el separatismo se divide en tres partes: los que inventaron el cuento, los que se creen el cuento y los más peligrosos, los que viven del cuento. El 11 de septiembre no ha sido una fecha histórica como Día de Catalunya sino que ha sido en democracia cuando se escogió como tal, de igual modo que ya en democracia es cuando se le da oficialidad al beligerante, violento y sectario himno de Els Segadors. Que este día y este himno, que sirven para dividir y no para unir a los catalanes, tengan oficialidad democrática es una demostración más de que en el tema separatista no hay nada que pactar con el gobierno de la Generalitat porque cada concesión que se hace a la oligarquía catalana es usada por estos para agredir a una parte de su propio pueblo.

El 11 de septiembre se considera que es el día en el que Catalunya cayó totalmente en manos borbónicas en la Guerra de Sucesión. Pero hasta eso es mentira pues ese día cayó Barcelona pero aún hubo otras ciudades que estuvieron en manos austricistas unas semanas más. Para la oligarquía  burguesa barcelonesa, Catalunya es Barcelona, ríanse ustedes del centralismo español pero, bueno, eso es sólo una anécdota, hay cuestiones mucho más importantes en ese 11 de septiembre que los separatistas venden como el día que se perdió la nación catalana, cuando en realidad era una guerra simplemente para decidir quién sería rey de España.

La defensa de Barcelona por parte de los austricistas fue militarmente heroica, pero esos héroes no luchaban por Catalunya ni como región, ni como país, ni como nada de nada. De hecho, en el bando que se lee ese día a los barceloneses no se nombra a Catalunya en ningún momento, sino que siempre se habla de España.

«quedando esclavos con los demás engañados españoles y todos en esclavitud del dominio francés ; pero con todo se confía en que todos , como verdaderos hijos de la Patria , amantes de la libertad, acudirán a los lugares señalados , a fin de derramar gloriosamente su sangre y vida por su Rey, por su honor, por la Patria y por la libertad de toda España».

Éste es un extracto de ese pregón, pero pueden buscarlo en las redes entero si quieren y verán que no hay ni una sola referencia a Catalunya, a la nación catalana y menos aún al separatismo.

Hay otros separatistas que sí reconocen que no había nada relacionado con el catalanismo en esa defensa de Barcelona, pero que también señalan esa fecha como en la que el catalán comenzó a prohibirse en tierras catalanas. Lo cierto es que estos tienen parte de razón, pero manipulan también lo que ocurrió ya que se refieren al Decreto de Nueva Planta que Felipe V aplicó a todos los antiguos reinos, condados y señoríos, convirtiéndolos en regiones, tal y como todos los reinos de Europa hicieron en su día, centralizando sus posesiones.

José Patiño y el catalán Francesc Ametller fueron quienes redactaron dicho decreto. A raíz de ahí, las causas de la Real Audiencia se redactaron en castellano, pero no supliendo al catalán, sino al latín, que es como se redactaban hasta entonces. El castellano era la lengua que se utilizaba en las instituciones de gobierno, por los funcionarios y por determinadas élites que consideraban su uso un factor de prestigio social y cultural, mientras que el catalán quedaba reducido al ámbito privado y familiar. Más doloroso fue en realidad para Catalunya el hecho de que que se cerraran todas su universidades, a excepción de la Cervera, donde las clases y los escritos eran en castellano.

El toque nacionalista a ese día se dio pasado más de un siglo cuando el renacimiento literario catalanista, «La Renaixença», reescribió antiguas historias y leyendas para que el catalanismo literario tuviese éxito. Del literario se pasó al catalanismo político que en estos últimos días, convertido en separatismo, trata de dividir la sociedad en buenos y malos catalanes. El renacimiento del catalanismo se suele dar como punto de inicio con el poema de Aribau «Oda a la Partria», en realidad un poema escrito por un catalán hacia otro que, fuera de su tierra, la añora. Realmente, pues, no hay ningún toque nacionalista en dicho poema, además de que Aribau no sólo no era nacionalista catalán sino que ese poema iba destinado al Marqués Gaspar de Remisa, un noble borbónico con grandes lazos con la entonces reina regente María Cristina.

Aribau no es el único padre del catalanismo que no era nacionalista y mucho menos independentista. De hecho, todos los grandes mitos del catalanismo dejaron claro en sus escritos que defender el catalán, defender las costumbres de esta tierra y defender a Catalunya no debían verse como un ataque a España. De ese modo, Milà y Fontanals dijo en su discurso de los Juegos Florales de 1859:

«Con un entusiasmo mezclado de un poco de tristeza, le damos aquí a esta lengua una fiesta, le dedicamos un filial recuerdo, le guardamos la menos un refugio. A los que no hagan memoria de las ventajas que trae olvidarla, diremos que a estas ventajas preferimos retener un sentimiento en un rincón de nuestro pecho, y si en este sentimiento alguien quisiera ver peligros, discordias o una disminución del amor a la patria común, podríamos responder que eran bien catalanes muchos de los que ensangrentaron la sangre de Lepanto y de los que cazaron las águilas francesas; y podríamos repetir un aforismo ya usado al tratar de uno de los mejores catalanes y más ardientes españoles (se refiere a Antonio Capmany) que nunca ha habido: No puede querer a su nación, quien no ama a su provincia».

O Víctor Balaguer que en su libro «Añoranzas» escribió:

«¿Soy yo por ventura regionalista como ahora se dice? No lo sé. Creo que sí, pero en el sentido y con el alcance que yo doy a la voz regionalismo, que todavía no ha definido ni fijado la Academia. Soy, sí, regionalista; pero no de esos al uso. No lo soy hasta el punto de faltar a mi patria española por mi hogar catalán, que la patria está por encima de todo».

Muchos de estos que se creen separatistas a día de hoy seguro que, incluso, desconocen lo que pensaban los padres del catalanismo político, personas como Valentí Almirall o Prat de la Riba, nombres de cabecera del separatismo de hoy. Así, Almirall escribió en sus últimos años de vida:

«Que los separatistas por odio y malquerencia sigan los procedimientos que crean que mejor les lleve a su objetivo, pero no finjan, ni mientan, ni pretendan engañarnos. El odio y el fanatismo sólo pueden dar frutos  de destrucción y tiranía; jamás de unión ni concordia. Pretender buscar la armonía entre las regiones españolas que han de vivir unidas, por el camino de los insultos o al menos de los recelos (…) nuestra propaganda siempre ha tenido el mismo ideal. Jamás hemos entonado ni entonaremos Los Segadors, ni usaremos el insulto ni el desprecio para los hijos de ninguna de las regiones de España».

O cómo Prat de la Riba, en el diario «La Veu de Catalunya», aseguraba que ya antes del Decreto de Nueva Planta los catalanes de la época habían aceptado el castellano como lengua propia:

«El castellano no se ha impuesto por decreto en Catalunya , sino por adopción voluntaria, lenta, de nuestro pueblo, efecto del gran prestigio que iba adquiriendo la lengua castellana. Éramos libres, teníamos completa autonomía política, con cortes más soberanas que las propuestas por las bases de Manresa y ya se hablaba y se escribía en castellano, y en castellano hemos de leer uno de los discursos más ardientes que  se hicieron en el Salón de Sant Jordi en las ultimas cortes catalanas». 

El 25 de octubre de 1979, día que se votó el Estatuto de Catalunya, sería un buen día para celebrar el Día de Catalunya, así como también el 23 de abril, Día de Sant Jordi y quizá el día más bonito para todos los catalanes. Pero el 11 de septiembre no significa nada para la mayoría de nosotros. Aún así, lo hemos respetado, como también respetamos un himno que nos amenaza con cortarnos el cuello pero, dada la deriva separatista de los últimos tiempos, sólo podemos decir que no es nuestro día, que este es el día de los que se avergüenzan de la bandera milenaria de Catalunya y han inventado una nueva, esa «estelada» que no significa nada. Es el día de los que deben sentir cierto complejo por ser catalanes y han inventado una Catalunya nueva.

Los «charnegos» salvan el honor de Cataluña en los Juegos Olímpicos

Primero, me gustaría indicar que el titular de esta entrada al Blog no es provocativo, sino sarcástico. Lo titulo así para contrarrestar las faltas de respeto de los medios de comunicación afines al régimen nacional-catalanista que han tenido repercusión en estos Juegos Olímpicos pero que, realmente, proceden de mucho antes. La polémica comenzó cuando en TV3 rotularon con la bandera catalana y no con la española el quinto puesto de Joaquín «el purito» Rodríguez en la prueba de ciclismo en ruta de los Juegos de Río.

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En el momento que vivimos, cuando Junts pel Sí y la CUP han desafiado al Estado, desobedeciendo el Estatut de Catalunya y la Constitución Española, todo lo que ocurre en mi tierra tiene una gran repercusión en el resto de España. Pero lo que está pasando estos días no es nada nuevo y viene de lejos. Recuerdo que hace ya mucho tiempo expliqué en este mismo Blog cómo, para los medios del régimen, Pedrosa era catalán cuando ganaba y de Repsol cuando perdía, a la vez que Lorenzo es balear cuando gana y español cuando pierde; exactamente lo mismo que le ocurre al mallorquín Rafa Nadal.

A veces estas cuestiones resultan hasta graciosas, por ejemplo, cuando en las retransmisiones de la Fórmula 1 de la televisión catalana no saben bien si deben hablar de Fernando Alonso como local o como foráneo. Lo mismo que sucede en los partidos de la Euroliga de Baloncesto, donde el locutor no sabe bien si debe hablar del Real Madrid como local o visitante, además de no tener ningún impedimento en tildar de español al Madrid, cosa que nunca oirán en referencia al Barcelona o al Joventut.

Más allá de que la gran mayoría de medios de comunicación catalanes los paguemos entre todos, los que no somos independentistas también, y dediquen nuestros recursos a promover el independentismo, a hacer un muro entre catalanes y a dividir la sociedad civil de Catalunya, toda esta propaganda está sirviendo para que los catalanes que también nos consideramos españoles y europeos nos sintamos cada vez más incómodos.

Muchas veces, se dice que no hay que mezclar el deporte y la política pero yo no estoy de acuerdo del todo en ello. Sin embargo, éste no es el caso, pues no se mezcla al deporte sino a los deportistas, en la ruptura de la sociedad por la que luchan los independentistas en Catalunya. Hace un año, la asociación Guanyarem (Ganaremos) hacía una campaña en la que se pedía a deportistas catalanes o instalados en Catalunya fotografiarse con el dedo alzado para mostrar su apoyo al deporte catalán. Sin embargo, a lo que estaban apoyando sin saber era a una plataforma pro independencia que se valía del deporte para ello. Muchos deportistas denunciaron a Guanyarem e indicaron que se había usado su imagen para un destino que no era el que habían indicado a esos deportistas.

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Obviamente, desde el mundo nacionalista, se achacó «al miedo» a que esos deportistas se «echaran atrás». Se quiera o no, en Catalunya nos conocemos todos y había nombres en esa lista que no nos cuadraban en absoluto. Es hasta grotesco que nombres como Alex Corretja, Raúl Tamudo, Gervasio Deferr o Mireia Belmonte puedan relacionarse de algún modo al proceso soberanista catalán. El caso de Mireia puede ser el más sangrante y es que, siendo adolescente, le preguntaron si vería bien una competición de Catalunya contra España. Mireia dijo que sí, dijo sí a lo que ella veía como una competición más, sin embargo, de ese sí quiesieron hacer los independentistas un claro gesto separatista a la nadadora. Desde entonces, Mireia ha recalcado varias veces que es española ante todo, cuestión que ningún catalán tendríamos porque recalcarlo tanto.

Pero, volviendo a los Juegos, Mireia Belmonte ganó el primer oro para la delegación española. Mireia que, casualidad o no, tras recalcar su españolidad, tuvo que «emigrar» a Murcia porque ningún club catalán quiso contratarla. Fue a abrazar a su padre, José Belmonte, nacido en Granada, y éste le entregó una bandera española de la que no se separó en toda la celebración de su medalla. A alguno que otro se le hincharía aún más la vena cuando Mireia escuchó el himno nacional y no pudo reprimir las lágrimas.

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A Mireia Belmonte en los medios catalanes le quitaron incluso hasta la nacionalidad. Según la prensa, Mireia ya no era ni catalana, ni española, ni de ningún sitio… cosas que pasan. Unos días más adelante, la pareja de tenis masculina Nadal-López llegaba a la final y conseguía un nuevo oro. Para TV3, no era una pareja española sino catalano-balear. Para más inri, en la entrega de medallas, un paisano colocaba una estelada tras los tenistas. Al verla, Rafa Nadal le recriminó al espectador que aquella bandera no pintaba nada. Nadal le señaló a López lo que ocurría y este negó con la cabeza diciendo que no al de la bandera. La vena, una vez más, estaba a punto de estallar cuando López también derramó sus lágrimas con las notas del himno nacional.

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En los medios de comunicación de mi tierra, dieron mucha importancia a que Nadal y López se comunicaran entre ellos en catalán, algo que se convierte en un tema que me irrita bastante, dado que asociar el idioma a ser o no nacionalista, a ser o no independentista, es de risa. Y, sí, hablaban en catalán, porque sí, porque Rafa Nadal habla en catalán (o mallorquín que reclamarán los de estas tierras), pero ¿eso tiene algo que ver con ser o no independentista? ¿Alguien duda de que Rafa Nadal se sienta español?

Otro de los deportistas catalanes que consiguió medalla fue uno de los que más ha recalcado su españolidad, el Taekwondista Joel González. El chico de Figueres, de hecho, ha recalcado tanto su españolidad que en los medios catalanes ni siquiera lo ensalzan entre los deportistas catalanes de los que sentirse orgulloso. Por decirlo así, a Joel González ya hace tiempo que le retiraron el carnet de buen catalán, todo porque se le ocurrió decir en su día que era «español ante todo».

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Más allá de otros representantes en deportes de equipo, eso que en los medios independentistas llaman «El equipo del Estado» en lugar de España o Selección Española, otro catalán, el leridano Saúl Craviotto Rivero, policía nacional de profesión, ha logrado también un oro para España. De modo que Belmonte García, Marc López, Joel Gónzalez y Craviotto Rivero, es decir, miembros de esos que nos quisieron hacer ser y sentir menos catalanes, esos a los que nos llaman charnegos, han sido los que han salvado «el honor» de Catalunya en estos Juegos Olímpicos que están a punto de finalizar.

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Para acabar, me gustaría escribir algo personal pues creo que no es casualidad que los atletas catalanes, junto a un nacionalizado, sean los que más se han emocionado con el himno. Algo que no ha sido por patriotismo rancio o añejo. Yo mismo, que más allá del respeto de lo que representa la marcha real, no había sentido emoción al oír el himno, esta vez sí lo he sentido y creo que se debe al mismo motivo que esos deportistas, a los que se les ataca, se les pone en duda su nacionalidad, sus sentimientos y sus símbolos, no es casualidad que se hayan emocionado esta vez al oír el himno de España, del que algunos ponen en duda que sea el suyo.

 

Fuente de las fotografías: tv3, Guanyarem, El Mundo, El país

Fuente de la fotografía de portada: www.elmundo.es

Ni fascistas, ni colonos, ni botiflers, ni nacionalistas españoles, simple y llanamente españoles de España

Llevo algún tiempo investigando, estudiando, leyendo toda la historia del nacionalismo catalán. Intentando conseguir libros, periódicos antiguos, leyendo artículos, tratando de saber todo lo que ocurrió en el pasado para entender el presente. Espero tener preparada pronto una serie de entregas sobre dicho nacionalismo, pero hoy no voy a hablar de eso sino que, a consecuencia de un artículo que leí hace poco, escrito para The Daily Telegraph por el líder catalanista Francesc Cambó del partido conservador Lliga Catalana y en el que comentaba los hechos ocurridos que llevaron a la Guerra Civil, me reafirmo en mi pensamiento en el que la actualidad política es similar al que había en la época justo anterior a que estallase el conflicto bélico.

Como ya he dicho más de una vez, con esto no estoy diciendo que vaya a haber una guerra. Realmente no creo que eso pueda ocurrir, pero sí pueden haber ciertos enfrentamientos entre la población que hagan difícil la convivencia entre los ciudadanos. En el artículo de Cambó, publicado el 28 y 29 de diciembre de 1936, se relataba cómo, en las elecciones del de 16 de febrero de 1936, la población no votó a partidos que defendían ideas cercanas al fascismo y ponía como ejemplo que, en esas elecciones, en Madrid, lugar donde el fascismo según él era más numeroso de 400.000 personas del censo, solamente 3.000 votaron a formaciones fascistas.

Proseguía el líder catalanista diciendo que, en dichos comicios, los partidos de izquierda que formaron el Frente Popular se organizaron para luchar contra un fascismo inexistente y que, persiguiendo ese fantasma, consiguieron crear una realidad un bando llamado «fascista» porque era cómo le llamaban su enemigos. Cambó afirmaba que el gobierno de izquierdas buscaba una sovietización del país y que el fin no era la democracia republicana sino desbancar la República para entrar en una dictadura del proletariado, es decir, una dictadura comunista a imagen y semejanza de lo que había sucedido en Rusia tras la Revolución Bolchevique.

En España, con las diferencias del tiempo, está ocurriendo algo similar: que el guerracivilismo cada día está más patente es una obviedad y, en mi opinión, no sólo por parte de los políticos, sino lo que es más preocupante, por parte de los ciudadanos. No sé si se deberá a la crisis o al creciente interés político de los ciudadanos pero es obvio que cada vez hay más enfrentamientos y menos respeto por los que piensan diferente y desde la nueva extrema izquierda que comparten Izquierda Unida y Podemos, como ocurrió antes de la Guerra Civil, nos acusan de fascistas a todos los demás.

Para más inri, los que vivimos en Catalunya, además, tenemos que sufrir las mismas descalificaciones por parte de los independentistas donde ya no es que nos llamen fascistas, sino que, ni siquiera, somos catalanes para ellos. El Nacional-catalanismo ha conseguido que, de algún modo, se asocie lo independentista a lo catalán y los que no, a lo fascista. Pero no es así, no somos fascistas pues yo ni siquiera soy nacionalista español o como lo quieran llamar, simplemente soy español de España y, por supuesto, catalán de Catalunya.

La presión que vivimos en Catalunya los no independentistas, como ya comenté alguna vez, hizo que en su día me llegara a plantear ir a vivir a otro sitio. A día de hoy, no puedo estar más feliz de haberme quedado en mi tierra, donde no sólo quiero vivir, sino que quiero envejecer y, llegado el momento, incluso espero que mis cenizas queden para siempre en la tierra de mi barrio; quiero quedar para siempre en mi Ca’ n Oriol, en mi Rubí, en mi Catalunya y en mi España.

Quedarme para luchar por los que piensan como yo, contra los que injustamente nos acusan de cosas que, por supuesto, no somos fue el motivo por el que no abandoné mi tierra y, día tras día, observo que hay mucho por hacer. El nacionalismo y la extrema izquierda son dos grandes lacras para el avance de nuestra nación. En los últimos días, me han contado dos situaciones lamentables que hacen que no me olvide que vale la pena seguir luchando y que no hay que desfallecer por duro que sea. Porque hay personas que quieren silenciar a los que no piensan como ellos y esas son cuestiones que no se pueden permitir.

Hace unos días, una amiga me contaba cómo en su día protestó porque en su universidad se trataba el proceso soberanista de forma partidista y sectaria, a lo que (y ante la pasividad del profesor) un alumno le indicó que ella no podía opinar de ese tema ya que su apellido era Rodríguez. Es decir, mi amiga no era verdaderamente catalana, a pesar de haber nacido en Catalunya, de vivir siempre en esta tierra y de que su madre y su segundo apellido fuesen catalanes. Si no eres independentista, eres una fascista, da igual que, como en este caso, mi amiga sea de izquierdas.

Otro caso lamentable es el que le ha ocurrido a un familiar al que (y esto fuera de Catalunya) un vecino le ha indicado al Presidente del edificio que debía quitar la bandera española que tenía colgada en el balcón. Al no hacerlo inmediatamente y reclamar que le enseñasen la ley por la cual dicha acción era ilegal, vio con sorpresa cómo un vecino (suponemos que el denunciante) había colgado una bandera de la República.

Nunca hubiera pensado que en el año 2016 un extremista de izquierda pudiera sentir a la bandera nacional de la España democrática como un ataque a sabe dios a qué… ¿Así estamos ya? ¿A este punto ha llegado el guerracivilismo en este país? Obviamente, para ese nostálgico que nunca vivió la República, los que sentimos como propia la bandera de España somos fascistas, como si la bandera de un país democrático pueda, de algún modo, representar algo tan antidemocrático como el fascismo.

Para los independentistas, para la extrema izquierda, todos los demás somos fascistas y eso se debe, como dijo Cambó en 1936, a que para su propia supervivencia necesiten crear un enemigo. Lo que es una obviedad es que todo aquel que para sentirse más catalán necesita ser independentista o para ser más de izquierdas deba acusarnos a los demás de lo que no somos es porque duda de lo que ellos son. Yo lo tengo claro, ni fascista, ni colono, ni botifler, ni nacionalista español, simple y llanamente español de España.

 

Fuente de la fotografía de portada: relojistas.com

Cameron de la isla británica

David Cameron fue elegido Primer Ministro del Reino Unido para tomar decisiones. Así funciona la democracia representativa. El pueblo elige al que cree que mejor puede dirigir las riendas de la nación, pensando en el bien de todos y cada uno de los habitantes del país.

Para lo que desde luego no eligieron a Cameron es para que, como Poncio Pilatos, se lave las manos en los temas decisivos y, a base de referéndum, sea el pueblo, muchas veces sin conocer toda la información, quien elija el destino del país.

A mi modo de ver, David Cameron ya se equivocó con el referéndum en Escocia, el cual no sirvió absolutamente para nada ya que los nacionalistas escoceses ya están preparando el siguiente. Y es que crear el precedente del referéndum es lo que tiene. De este modo, si una vez les dijiste Sí, ¿por qué no les vas a dar la misma respuesta cada vez que te pidan el referéndum?

Sí es cierto que Cameron venció en aquel sondeo e imagino que también va a vencer en el que se realizará mañana, de modo que, políticamente, Cameron saldrá beneficiado de todo esto. Pero un político no debe arriesgar el futuro de su nación y el de la Unión Europea para réditos personales.

El referéndum sobre la continuidad del Reino Unido en la Unión Europea quedará marcado para siempre por el asesinato de la laborista Jo Cox. No es cuestión de buscar culpables, pero a veces no somos conscientes de que la política y la democracia representativa están precisamente para evitar este tipo de cosas, para evitar que las personas en la calle peleen por lo que ellos creen que es mejor.

Yo quiero y espero que el Reino Unido siga en la Unión Europea y lo quiero porque estoy completamente seguro de que el futuro pasa por unos Estados Unidos de Europa. Muchos piensan que de ese sueño ya hemos despertado, que no es posible una Unión Europea unida, y esto ocurre por el mismo problema que existe en España con las autonomías.

Hemos de tener claro que una unión no irá bien jamás si no se mira el bien común. Si la Unión Europea va a ser la de unos pueblos pisoteados por otros, obviamente, no va a ir bien. Pero solamente se deja pisotear quien quiere. Si España tuviera un gobierno fuerte, podría mirar a los ojos a cualquier país de Europa, pero eso no ocurre porque las autonomías pelean contra el Estado, en lugar de ayudarlo, como ocurre sobre todo en Catalunya. ¿Cómo va a ir bien un país si la autonomía que debería ser la locomotora hace políticas para perjudicar al Estado?

Mientras más países, naciones, pueblos unidos haya, más fácil será la convivencia y más fácil será también que haya un mundo globalizado, donde el comercio sea libre y todos nos podamos beneficiar. Pero, para que haya una unión, sea la que sea, hay que pensar en el bien común y pensar el bien común no es renunciar a la idiosincrasia de tu autonomía o tu país. El más claro ejemplo es el de los Estados Unidos de América, lugar donde todos los estados tienen sus leyes propias, pero donde también todos tienen claro que son estadounidenses y que el bien común es el bien propio.

Pero, volviendo al Reino Unido, país que por otra parte yo creo que podría dirigir la Unión mejor que Alemania, opino que éste debería dar un paso para acercarse al resto de Europa, porque ser más europeo no significa ser menos británico. Mañana los británicos dirán Sí a Europa, pero esa no es una victoria de Cameron porque él no es Primer Ministro para que un pueblo, no del todo informado, sea quien acabe decidiendo el futuro de millones de personas.

Ciudadano Adrián, un año después

Hace justo un año, comenzábamos con este blog y lo hacíamos con la idea de que quizá alguien lo leyera y pudiéramos debatir ideas. Lógicamente, no esperaba que fuesen muchos los lectores pues, al fin y al cabo, no es la política el tema que más atrae a las personas de este país y menos aún desde una mirada centrista, liberal progresista y muchas veces hablando sobre Catalunya que no es, a día de hoy, la más simpática de las autonomías de nuestro país.

Aún y pensando que nadie lo iba a leer, me puse el reto de escribir a diario. Cuando vives en una tierra donde la mayoría es silenciosa, sientes la obligación de decir lo que piensas a diario porque ya hemos callado suficiente, tanto que, fuera de esta tierra, nuestros silencios han hecho que haya una visión distorsionada de Catalunya y de los catalanes.

Si algo he aprendido en este año es que, cuanto más sincero eres, a más personas llegas, así como también que, cuando escribes con el corazón, más visitas tienen tus entradas. Obviamente, esto no ha sido nunca una competición para mí pero, lógicamente, sí miras si te leen o no. Hace un año no hubiera creído a quien me hubiera dicho que este blog iba a tener casi 65.000 visitas y que lo iban a leer desde 104 países de todos los continentes.

Pero no doy especial importancia a esos números y sí doy más a esas decenas de personas que, no sólo leen cada día Ciudadano Adrián, sino que también comentan el mismo a través de las redes sociales. Estas personas de lectura diaria, a las que en su amplía mayoría no conozco personalmente, son las causantes de que diariamente haya dado mi punto de vista durante un año en este blog.

Después de esas personas, lo que más me ha llenado han sido los periodistas que me han escrito o que han comenzado a seguirme. Entre ellos, hay dos nombres que aún tengo que restregarme los ojos cuando observo y que han seguido e incluso compartido entradas de este blog. Personas de tanto prestigio como Ramón Colom, el que fuera director de Informe Semanal, y el también periodista y cronista político de TVE Lluís Falgás. Obviamente, también te llena observar cómo diputados como Juan Carlos Girauta e infinidad de diputados autonómicos, así como alcaldes y concejales, incluso de México y Venezuela, entre ellos el preso político de Maduro Leocenis García, también hayan seguido, compartido o gustado tu blog.

Aún y con todo lo comentado, el momento más emocionante vivido en este año fue cuando el hijo de un policía asesinado por ETA me dio las gracias por un artículo. Ese es el mejor recuerdo que tengo de estos 365 días.

Como en muchas otras cosas, no todo ha sido tampoco bueno pues también han habido descalificaciones e insultos aprovechando el anonimato de las redes sociales. Pero, en fin, hasta con este tipo de cosas he tenido que sonreír. Como, por ejemplo, cuando un lector amenazó con mandar una de mis entradas «A la cúpula de Podemos» u otro que comparó mi blog a la propaganda Nazi. Los independentistas me han acusado de españolista, desde el resto de España de catalanista. Unos se quejan de que critico en exceso a PP, otros que lo haga con el PSOE. En fin… solamente he escrito mi opinión sobre todas las cuestiones.

Este año ha habido gran actividad política, demasiada, con lo cual no ha sido difícil tener algo de lo que escribir, pero he intentado también no centrarme solamente en la actualidad por tal de dar a conocer más a Ciudadanos, porque estoy convencido de que los españoles no deben decidir entre extremos, que no hay que elegir entre susto o muerte, sino que hay una posibilidad real de competir en los mercados con los países más poderosos de Europa y, a la vez, tener como prioridad los temas sociales.

Con este blog, no he intentado ganar votos pero sí que todos esos que son de Ciudadanos y todavía no lo saben se acerquen al partido. Estoy completamente seguro de que la mayoría de los españoles tiene su ideología en el centro del tablero, que nuestros compatriotas tienen ideas liberales y progresistas, del mismo modo que estoy también completamente seguro de que en Catalunya la mayoría de personas quiere que se reconozca la cultura catalana y que se le dé la importancia que tiene, pero que la cultura, que la lengua no hace de Catalunya un país diferente a España.

Una vez cumplida la promesa que me hice de escribir absolutamente todos los días durante un año, quizá me tome un pequeño respiro y estas entradas se hagan con un intervalo de tiempo más distanciado entre ellas. Pero sigo teniendo necesidad de escribir, de ser una de esas voces de la mayoría silenciosa de los catalanes que, no sólo nos sentimos españoles, sino que queremos también que nuestra tierra tenga un lugar cabecero en el progreso del país, así como también ser uno de esos españoles que creemos que una España mejor es posible, que ya ha llegado momento de acabar con el bipartidismo, que queremos un cambio sensato en el que muchos españoles que pensamos diferente tengamos que tendernos la mano por el bien de nuestro país y de las personas que lo habitan.

El Banco Europeo señala a la Generalitat

Ya hemos hablado otras veces de ello, pero cada vez es más evidente: los problemas de Catalunya ya no se pueden achacar sólo al resto de España, las noticias que hablan de la grave situación de la comunidad ya no es cosa de los medios de comunicación a los que los faltones periodistas y políticos independentistas llaman «la caverna mediática».

Ahora es ya la Unión Europea la que habla de la mala situación de Catalunya. El Banco Central Europeo (BCE) excluye a los bonos de la Generalitat de Catalunya de su programa de compra de activos financieros para estimular la economía europea.

La razón se encuentra en el hecho de que los bonos de la Generalitat no reúnan los requisitos mínimos de calificación de solvencia para que puedan ser adquiridos. Las reglas del BCE le impiden invertir en bonos de emisores que tengan una calificación generalizada de bono basura.

Esta noticia hará pensar a muchas personas que los catalanes que votaron a Junts pel Sí o la CUP abrirán los ojos, que los independentistas se darán cuenta de lo que está pasando en esta tierra. Pues no, no se engañen que eso no es tan fácil.

Como he dicho, ya hemos hablado de esto antes, pero lo volveré a hacer. El plan del gobierno independentista es dejar caer a Catalunya pues, mientras más empobrecida esté, mientras más pobres y desamparados se encuentren los catalanes, mejor para el independentismo o, al menos, eso es lo que creen sus dirigentes.

Estos patriotas de boquilla y cuentas en Suiza harán lo que haga falta por su empeño separatista, porque es la única opción que tienen de no estar un tiempo a la sombra. Es una cuestión de vida o muerte y, para salvarse, harán lo que haga falta, entre ellas hundir a Catalunya.

Estas personas que son traidores a su país, traidores a las leyes, a la Constitución y al Estatut que les permite ocupar el puesto que ocupan, estas personas que han cometido uno de los pecados más grandes que uno puede realizar en esta vida que es el de ser desleal a las personas a las que representas, estas personas que han sido desleales a España, ¿por qué no lo van a ser a Catalunya?

¿De verdad alguien va a creerse que  los representantes de la oligarquía catalana, de la burguesía, que fue monárquica, después franquista, después demócrata catalanista y ahora independentista, tiene un mínimo de honor? ¿Creen que verdaderamente su palabra vale algo? ¿Que verdaderamente aman una bandera o un país, por encima del dinero y sus cuentas en el extranjero?

Los Mas, Pujol, Puigdemont y ahora los de Esquerra y los Cupaires, que se han vendido al régimen burgués contra el que antes se supone que lucharon, no entienden de patriotismos ni entienden de sentimiento de pertenencia. ¿De verdad nos creemos que Mas una mañana se despertó independentista cuando nunca lo había sido antes?

El independentismo tiene un único plan que es hundir a Catalunya en la miseria, mientras controla los colegios, la televisión y puede lanzar el mensaje de que todo lo que ocurre es culpa de España, para obtener ese 50% + 1 de los catalanes que se confiese independentista para sentirse con derecho a una independencia que no va a llegar nunca y para, de ese modo, convertir a esta tierra en una zona mafiosa dirigida por las familias que siempre han dirigido Catalunya.

Mientras tratan de atemorizar a los que no comparten el pensamiento único, hacen listas de malos catalanes y firman manifiestos para prohibir el castellano yendo de este modo aún más lejos de lo que llegó el Dictador Franco con el catalán. Con el dinero de todos los catalanes y a través de la Generalitat, se financian asociaciones que fomentan el apartheid y que llevan a condiciones infrahumanas a los catalanes que vinieron desde otros puntos de España o que nacieron en estas tierras aunque sus padres no.

Estos dirigentes que tenemos en Catalunya y que solamente miran por la independencia jamás van a conseguir su propósito y de eso no hay que preocuparse. Ahora sí, a este paso, cuando dejen sus funciones, estas tierras parecerán  un solar.

El catalán, el catalanismo, el independentismo y la catalanofobia

Creo que ya puse este ejemplo un día en una entrada, pero lo volveré a poner, no hay problema. Hay un estupendo documental llamado «Hermanos y enemigos» que narra la relación de amistad rota entre los jugadores de baloncesto Petrovic (croata)  y Divac (serbio) por culpa de los nacionalismos que acabaron en una guerra civil en Yugoslavia. En ese documental, otro gran baloncestista, Toni Kukoc, viene a decir que él no era nacionalista croata, que no era independentista, pero que cuando disparan a tu familia, tienes claro de qué lado estás.

Todo el que haya leído este blog alguna vez, tendrá claro que no me he cortado ni un pelo en atizar a los independentistas de Catalunya. Yo tengo que vivir en mis carnes situaciones de mal gusto, pero eso no ha hecho que desista en mi lucha contra el independentismo. Sin embargo, como también he dicho otras veces, contra este nacionalismo del 3% no se lucha «españolizando» a los catalanes, como dijo el ex-ministro Wert, ya que a los catalanes no se les puede españolizar porque ya son españoles desde el momento que nacen.

Eso que muchas personas llaman españolizar, en realidad se llama castellanizar, es decir, imponer el idioma o las costumbres castellanas como si fueran las únicas legítimas de España. El nacionalismo castellano es tan malo como cualquier otro nacionalismo y, ojo, que con esto no estoy criticando a los habitantes de Castilla ya que, no sé si será casualidad o no, pero precisamente en Castilla es donde menos castellanismo me he encontrado. Curiosamente, hay más nacionalismo castellano en autonomías que en realidad no son parte de Castilla.

Con todo esto, voy a un tema que no sé porqué parece tan complicado cuando en realidad es sencillo: No entiendo el odio desacerbado que algunas personas tienen a lo catalán  pues las costumbres, la cultura y el idioma catalán son tan españoles como el que más ya que, por mucho que algunos opinen lo contrario, la «botifarra amb mongetes» es un plato tan español como la paella, la sardana es un baile tan español como las sevillanas, el catalán es un idioma tan español como el castellano y una persona que vive en un pueblo de Girona es tan española como alguien que vive enfrente de la Puerta del Sol en Madrid.

Escribir hoy este blog viene a cuento de que, antes de ayer, en el partido de la Champions entre el Bayern y la Juventus, en un momento en el que creían que no estaban en el aire, uno de los presentadores de BeINSports habló en catalán a uno de sus técnicos. Eso desató un aluvión de insultos al presentador a través de Twitter. ¿Cómo se le puede atacar e insultar a una persona por hablar su idioma materno?

Da la sensación de que hay personas en el resto de España que creen que algunos catalanes hablan en catalán para tocar las narices ¿De dónde sale esa ocurrencia? ¿Tan difícil es de entender que simplemente el idioma de Catalunya es el catalán? Yo, que soy castellanoparlante y que lucho cada día para que el castellano como idioma oficial que es también en Catalunya esté equiparado al catalán en las instituciones, lucho también para que nadie lo menosprecie, entre otras cosas porque es el idioma en que mis padres me enseñaron a hablar. Pero, con este tipo de cosas, nos lo ponen muy difícil y es que, cuando en el resto de España menosprecian el catalán, tal y como los dirigentes de Catalunya quieren menospreciar el castellano, nuestra lucha se vuelve mucho más complicada.

Y con esto no estoy pidiendo que cese la catalanofobia para echarnos una mano a los que defendemos la unidad de España en Catalunya, no es esa la cuestión. Sino que identificar lo catalán o lo catalanista con el independentismo es un error, es lo que los gobernantes de estas tierras tratan de hacer ver y estos ataques ridículos serán aprovechados por los independentistas para crear más, como en el caso de Toni Kukoc que no era independentista hasta que atacaron a su familia.

Asociar lo catalán con el independentismo y lo castellano con el españolismo es un grave error. Hay independentistas que no saben hablar catalán y españolistas que no saben hablar castellano, por muy raro que les suene a los que me lean desde fuera de Catalunya.

Esta es una de esas entradas al blog en las que recibo críticas, en las que se me critica que escriba Catalunya con NY, no entendiendo que lo escribo así simplemente porque ese es su nombre y, sí, sé que también es correcto si escribo en castellano ponerlo con Ñ, pero vamos a lo de antes: no puedo criticar que aquí pongan Saragossa a Zaragoza, Osca a Huesca o Terol a Teruel y después yo escribir Catalunya con Ñ.

En fin… sé que esta es una batalla perdida, sé que posiblemente no escribo con la suficiente claridad como para hacerme entender pero, insisto, todos esos que se creen patriotas odiando una parte de su patria, algún idioma de su patria o alguna de las culturas de su patria, que me perdonen pero ni son patriotas ni son nada.

 

Fuente de la fotografía de portada: msnoferini.wordpress.com

Catalanes, españoles y europeos

Viendo la Plaza de Sant Jaume llena de banderas españolas, europeas y sobre todo catalanas, caí en la cuenta de que hacía mucho tiempo que no veía tantas Senyeras juntas. Los independentistas han abandonado de tal modo el que debería ser su símbolo y se han abrazado tanto a la Estelada, que no representa nada y por lo tanto a nadie, que es más fácil ver banderas de Catalunya portadas por constitucionalistas que por independentistas.

Lo que sucede a las banderas es un reflejo de lo que ocurre en la sociedad, los catalanes que se sienten españoles y europeos representan el catalanismo bien entendido, el catalanismo sin odio, sin racismo, el que no cree en los ADN’s superiores, el que cree en la igualdad entre los pueblos y, por lo tanto, en las personas.

Mientras, los independentistas, los que representan a la Catalunya radical en su intento de traición a España, están traicionando también a Catalunya y por eso es por lo que ya ni siquiera aceptan su bandera, la senyera, como propia.

Como he dicho ya otras veces, no soy muy favorable a estas concentraciones, lo cual no quita que las respete e, incluso, que haya acudido a alguna, aunque sinceramente no me entusiasma la idea de tener que reivindicar mi españolidad en mi propio país.

Ni tampoco creo que esto tenga que ser una lucha de haber quién se manifiesta más. De hecho, los independentistas lo hacen porque es lo único que tienen, mientras que los que no lo somos tenemos para reivindicarnos la Ley, la Constitución, el Estatut de Catalunya, el Estado de Derecho y, lo que es más importante, el sentido común.

Aún así, apoyo y defiendo el acto de ayer y me parece fenomenal este tipo celebración, que no fue sólo para demostrar que no hay miedo, sino también para protestar ante la Generalitat que nos roba, decirles a los cómplices de Jordi Pujol y familia, no sólo a los miembros de Convergència liderados por Artur Mas, sino también a ERC y la CUP, que también gobiernan con ellos, que el dinero hay que gastárselo en colegios y hospitales y no en financiar a la prensa del régimen o abrir embajadas por el mundo.

Aunque creo también que habría que comenzar a pensar en reunirse frente a sedes de partidos constitucionalistas que apoyan el independentismo de esta o aquella ciudad, así como también, si finalmente PSOE y Podemos negocian con quien quiere romper el país y que España sea la Yugoslavia del siglo XXI, protestar contra este tipo de apoyos.

Los catalanes constitucionalistas no luchamos contra los independentistas, ese no es el rival. Los independentistas son un tercio de la población y, de estos, la mitad verdaderamente no lo son. La lucha es contra los que, estando dentro de PSC, Podemos e Iniciativa, son constitucionalistas para pedir el voto e independentistas para gobernar.

No hay que protestar porque ERC, CDC o la CUP lleven a nuestras ciudades a las asociaciones de municipios por la independencia, hay que hacerlo de cuando PSC, Podemos e Iniciativa son cómplices de ello. Del mismo modo que las protestas no deberían ser contra la Generalitat gobernada por traidores, sino contra el Gobierno central que les ha permitido llegar hasta aquí y no les ha parado los pies cuando debía.

Catalunya no va a ser independiente jamás, pero no lo va a ser porque el pueblo de Catalunya no lo va a consentir, porque la Catalunya sensata no se va a dejar pisotear. Por eso y no por el Gobierno central que está dejando tirados a los que más están luchando por defender lo que son.

Es por ello que espero que estas manifestaciones sirvan al menos para que, desde el resto del Estado, se observe que los catalanes no estamos resignados a los gobiernos independentistas que tratan de repartir carnet de buenos y malos catalanes.

 

El asesinato del General Prim

En estos años en los que en Catalunya se ha trastocado la historia malintencionadamente para favorecer al proceso independentista, creo que es bueno que, de vez en cuando, miremos al pasado y repasemos la verdadera historia de Catalunya, esa historia en la cual los catalanes siempre han formado parte importante de España. Hoy es el aniversario del asesinato del General Joan Prim i Prats, presidente del Consejo de Ministros (del Gobierno), nacido en Reus y quien, en las elecciones de 1869, tuvo como rival al también catalán Francesc Pi i Margall.

Con sólo 19 años, entró en el ejército para participar en la I Guerra Carlista del lado de los Isabelinos. Al no tener preparación castrense ni ser miembro de la nobleza, comenzó de soldado raso. Al terminar la guerra, tenía 26 años, había tomado parte en 35 acciones, convirtiéndose en uno de los coroneles más jóvenes y su nombre era ya un símbolo de valor.

En 1841 se presentó a diputado por la provincia de Tarragona y obtuvo el escaño. Le nombraron Subinspector de Carabineros de Andalucía, puesto donde consiguió evitar que los partidarios de devolver la regencia a María Cristina pudieran entrar en España por Gibraltar.

Prim, que como buen catalán era catalanista y como buen español era españolista, se enemistó con Espartero por desfavorecer a la industria textil catalana y, sobre todo, cuando bombardeó la ciudad de Barcelona debido a una revuelta de trabajadores. Prim, que era monárquico pero creía en las libertades de la Constitución de Cádiz, el 30 de mayo de 1843 encabezó un levantamiento en Reus contra el Regente. Espartero se vio obligado a abandonar el país y la intervención de Prim en su caída le valió los títulos de Conde de Reus y Vizconde del Bruch.

Le nombraron gobernador de Barcelona para que acabara con la revuelta «radical» conocida como «de la Jamància» que estalló a mediados de agosto de 1843 en Barcelona. Prim se enfrentó a la multitud y sometió a un asedio terrible a la ciudad de Barcelona durante un mes hasta que se rindieron. En los meses siguientes, fue tomando una a una las ciudades sublevadas, fue nombrado General en Puerto Rico y, a su vuelta en 1851, se presentó de nuevo a Diputado, convirtiéndose en uno de los defensores del mundo catalán en Madrid. Esto lo demostró sobre todo abogando por una política proteccionista para el «trabajo nacional», es decir, para la industria, que esos momentos sólo existía en Catalunya.

La noche del 11 de enero de 1857, Prim fue detenido, acusado de haber alentado las insurrecciones que se habían producido contra el Gobierno de Narváez. Condenado a seis meses, la pena fue conmutada por destierro en la ciudad bajo palabra de no intentar escapar. A pesar de no poder hacer campaña, fue elegido por una mayoría abrumadora Diputado por el distrito de Reus.

Comenzó la Guerra en Marruecos y Catalunya organizó un batallón de voluntarios, pagado por la Diputación Provincial de Barcelona, que desembarcó en Marruecos a principios de febrero de 1860 bajo el mando de Prim, el cual les arengó en catalán «Recordeu que sou l’orgull de la pàtria». (Recordad que sois el orgullo de la patria). Con los cañones conquistados al enemigo en esa batalla, se construyeron los famosos leones del Congreso de los Diputados.

La Revolución de 1868 o La Gloriosa fue un levantamiento revolucionario que tuvo lugar en septiembre de 1868 y supuso el destronamiento de la reina Isabel II, quien se exilió en Francia, y el inicio del período denominado Sexenio Democrático. A partir del triunfo de la Revolución, se intentará crear en España un nuevo sistema de gobierno. Por primera vez, se celebran unas elecciones por sufragio universal masculino.

La coalición de liberales, moderados y republicanos se enfrentaba a la tarea de encontrar un mejor gobierno que sustituyera al de Isabel. Al principio, las Cortes rechazaron el concepto de una república para España y Serrano fue nombrado regente mientras se buscaba un monarca adecuado para liderar el país. Previamente, se había aprobado una constitución de corte liberal que fue promulgada por las Cortes en 1869.

En las elecciones del 15 de enero de 1869, se debía dilucidar quién sería Presidente del Gobierno. Las alternativas a Joan Prim, líder de la coalición progresista liberal, eran el ya mencionado y también catalán Francesc Pi i Margall y el pretendiente al trono Carlos María de Borbón, quien lideraba la comunión católica-monárquica.

De modo que, para que nos entendamos, Prim defendía una monarquía, a pesar de que aún se debía decidir quién sería rey, ya que para Prim había unos requisitos indispensables, entre ellos que el monarca no fuera Borbón, ya que entendía que los Borbones eran los causantes del retraso de España y, a más, debía ser un hombre de corte liberal y que aceptase una España más democrática. Mientras tanto, Pi defendía la República y Carlos una monarquía con él, un Borbón, como monarca. Finalmente, más de dos tercios de los españoles eligieron al catalán General Prim como Presidente del Gobierno y como máxima autoridad para decidir quien debía ser Rey de España.

Una vez en la presidencia, encontrar al monarca ideal no fue tarea fácil. El General Prim siempre negó la posibilidad de los Borbones. Mientras tomaba la decisión, hubo grandes presiones, dentro incluso del mismo partido, pues unos comenzaban a pensar en que lo mejor era la República, cosa a la que el General Prim se oponía, y otros, sin embargo, apostaban por Antonio de Orleans, Duque de Montpensier, uno de los aristócratas que había financiado la Revolución contra Isabel II (era su cuñada). El Duque de Montpesier no era la opción preferida del General Prim, pero fue una posibilidad que no se descartó hasta que los diarios narraron que había matado a su primo Enrique de Borbón en un duelo en las afueras de Madrid.

Prim no podía permitir que «el Rey de España tuviera las manos manchadas de sangre». El preferido de Prim era Amadeo de Saboya, hijo del Rey de Italia y quien lo reunía todo para el cargo: procedente de una antigua dinastía (vinculada con la española), progresista, bautizado católico… A primera instancia, el candidato italiano dijo no porque la tensión que había en toda Europa y el crecimiento del sentir republicano le hacía pensar que podía acabar todo en una nueva guerra.

Prim no quería equivocarse en el candidato al trono, sin embargo, el tiempo pasaba y los nervios crecían. Los monárquicos creían que, mientras más días pasaran, más cerca estaba la posibilidad de la República. Eso hizo que entre algunos grupos monárquicos se opinara que el problema era Prim y, por ese mismo motivo, se comenzase a planear cómo librarse de él. De hecho, incluso se pararon algunos intentos de atentado contra su persona.

A pesar de aquellos intentos de atentado, el General Prim se negó siempre a reforzar la seguridad sobre su persona ya que era de la opinión de que, si lo hacía, también debería hacerlo con el resto de diputados. Prim y su gobierno volvieron a dialogar y convencieron a Amadeo de Saboya de que fuera el nuevo Rey de España. El italiano aceptó, siempre y cuando así lo quisiesen los miembros de la Cámara.

Finalmente, con 191 votos a favor Amadeo de Saboya, éste fue declarado Rey de España. El 27 de diciembre, a la salida del Congreso y a la altura de la calle del Turco, una emboscada asaltaba el coche de caballos donde tirotearon al General Prim, quien milagrosamente no murió y pudo ser llevado a su casa donde los médicos lucharon por salvar su vida.

Sobre su muerte el día 30 de diciembre, hay mucho escrito. Fuese cómo fuese, tal día como hoy murió un catalán y español universal, que dedicó su vida a la lucha por la unidad de la nación, defendió a Catalunya en el Congreso y luchó porque los catalanes fuesen los más españoles de todos ya que vivían entre dos culturas y dos lenguas españolas, cosa que otros españoles no podían decir. Ya moribundo y según los historiadores, preguntó a sus ayudantes qué día era. Cuando le contestaron que 30, añadió «Hoy llega el Rey y yo me voy, Viva el Rey, Viva España».