La Lliga Regionalista se presentó en coalición con la derecha española de la CEDA para intentar frenar al Frente Popular. En Catalunya, lugar mayoría de republicanos de izquierda, el catalanismo era ahora mayoritariamente votante de ERC, pues el partido liderado por Cambó fracasó. Con un ambiente prebélico palpable, el catalanismo moderado parecía no tener lugar y Cambó se retiró en un viaje por el Adriático para reflexionar. El comienzo de la Guerra le sorprendió fuera de España.
Muchos separatistas han culpado a la Lliga de apoyar el golpe de Estado del 18 de julio pero, según los historiadores, no hay ninguna prueba de que aquello fuese así, todo lo contrario. Los diarios de la Lliga, como La Veu de Catalunya, se manifestaron a favor de la legalidad vigente de la República.
Sin embargo, pronto y como ya hemos contado (podéis encontrar la última entrada de esta serie sobre el nacionalismo catalán clickando aquí), los miembros de la Lliga tuvieron que abandonar Catalunya perseguidos por Companys y los suyos. Pronto Cambó calificó la Guerra como «un conflicto entre barbarie y civilización», refiriéndose por barbarie a los nacionalistas de izquierda y a los anarquistas.
En el Daily Telegraph, Cambó escribiría: «Hay que notar que el fascismo en España fue casi insignificante hasta después de las elecciones del 16 de febrero. En estas elecciones, y en Madrid, donde el fascismo era más numeroso y tenía más envergadura, sus candidatos sólo lograron 3000 votos de un electorado de más de 400.000 votantes. En España, el Frente Popular se organizó para luchar contra un fascismo inexistente. Pero persiguiendo un fantasma consiguió crear una realidad que se llamó fascismo sólo porque era el nombre que le daban sus enemigos. En realidad, no responde a otra cosa que a la natural reacción defensiva a la que se encuentra abocado cualquier ente político cuando su misma existencia se encuentra amenazada por las fuerzas violentas del desorden. Y mientras el gobierno, representado por la anarquía, no quiere o no es capaz de cumplir los deberes más elementales de mantenimiento del orden y hacer respetar la ley».
Es decir, muy al contrario que algunos miembros de ERC, Francesc Cambó y la Lliga ni por asomo se identificaban con el fascismo, pero justificaban el apoyo a los nacionales ya que su vida y la de los suyos estaban en peligro.Y así habló de los primeros momentos de la Guerra en tierras catalanas:
«En Cataluña la revuelta militar sólo duró 24 horas. De hecho, se puede decir que se terminó en doce horas, cuando el jefe del movimiento, el general Goded, prisionero en Barcelona, habló por radio a las demás guarniciones catalanas, aconsejándoles que se rindieran. Desde el día 20 de julio, el Frente Popular dominaba absolutamente la situación en Cataluña. El territorio catalán queda bastante lejos de la zona de batalla. No ha recibido ningún ataque por parte de las fuerzas nacionalistas. La situación interior de Cataluña, con su gobierno autónomo, se encuentra por tanto muy condicionada por la guerra civil. Es el resultado lógico a partir de las condiciones que dominaban todode España antes de la revuelta militar. ¿Y qué pasa en Cataluña? Pues que el terror rojo reina de manera más cruel y salvaje que ninguna parte de España.
No sólo se persiguen y asesinan los sacerdotes, también las personas de clase media y los partidarios de la derecha. Los partidarios de la izquierda moderada, los líderes de la que habían organizado el Frente Popular, reciben el mismo trato. Sus líderes más destacados se esconden ahora en Francia, en Bélgica, o bien han atravesado el Atlántico en alguna misión inventada como pretexto para huir. Aquellos que se han quedado es porque no han podido escapar a la vigilancia implacable de la FAI.
Por cada sacerdote o ciudadano de la clase media, los anarquistas han asesinado diez trabajadores. Los tribunales de justicia, tanto los civiles como los criminales, han sido abolidos y sustituidos por tribunales populares compuestos por representantes de los comités revolucionarios encargados de administrar justicia, no según la ley, sino según los dictados de sus principios revolucionarios. Hay que recordar, además, que la mayoría de las ejecuciones que tienen lugar a diario no son ni sentenciadas por estos tribunales populares, sino por simples comités de las organizaciones comunistas y anarquistas.
Se han quemado iglesias, se han saqueado la mayoría de las casas particulares y todas las propiedades, tanto las de los españoles como las de los extranjeros, han sido confiscadas. Han abierto las cajas de los bancos y los comités anarquistas disponen ahora libremente de los fondos de los bancos y de las cuentas privadas. Todos los periódicos han sido requisados, no por el Gobierno sino por los miembros de las diferentes organizaciones revolucionarias; y los usan para apoyar la política revolucionaria, a expensas del antiguo propietario, si posee bienes en España.
El sistema que funciona actualmente en Cataluña sólo se puede comparar con lo que hubo en Hungría en la época de Béla Kun. Y el sistema de gobierno que existe en Cataluña, que es el mismo que existe en Valencia, Alicante, Jaén, Málaga, Cartagena y en todas las provincias que están actualmente bajo el control del Frente Popular, existiría también en el resto de España si no llega a ser por la revuelta militar».
Es decir, para Cambó, la revuelta de los militares era un mal menor ante la posibilidad de una dictadura comunista por la que apostaba el Frente Popular.
«No sabría decir, ni lo sabe nadie, qué forma de gobierno se establecerá en España si el movimiento encabezado por el general Franco triunfa. Lo que es seguro, sin embargo, es que tendrá un carácter marcadamente nacional. En consecuencia, la política exterior española se basará en consideraciones estrictamente patrióticas que excluirán cualquier posibilidad de que los intereses españoles puedan subordinarse a los de ningún otro país o sistema político. Basta dar un vistazo al mapa de España para darse cuenta de que los intereses nacionales no son, ni pueden ser, opuestos a los de la Gran Bretaña.
Por otra parte, si el levantamiento nacionalista fracasa, no hay la menor duda de que en España se establecerá una República Soviética gobernada desde Moscú, totalmente absorbida en la esfera política de la URSS. ¿Es que ningún inglés, o nadie que pertenezca a nuestra civilización cristiana occidental y individualista, podría llegar a dudar nunca ante la perspectiva de estas dos alternativas ?»
En agosto de 1936 dió un cheque de 10.000 libras esterlinas a José Quiñones de León, representante de Franco en París. En octubre la mayoría de miembros de la Lliga Regionalista firmaron un manifesto de adhesión al alzamiento. En 1937 Cambó creó la Oficina de Prensa y Propaganda que puso al servicio del bando nacional. Aún así, cuando Franco ganó la Guerra, Cambó no volvió a España, entre otros motivos, porque tras la Guerra Mundial en España se complicó todo. Cambó se autoexilió a los Estados Unidos y más tarde a Argentina, esperando la caída del régimen que cada vez le gustaba menos, lo cual no quitaba que manifestase a menudo que: «Los rojos son peores». El franquismo nunca reconoció los servicios prestados por Cambó y, desde luego, Franco no tuvo ningún gesto hacia el catalanismo.
Cambó es quizá la figura más importante del nacionalismo catalán menos conocida por la mayoría, pero fue decisivo durante décadas pues, a mi modo de ver, fue quien mejor defendió la identidad catalana en Madrid, donde en cierto día dijo: «Si por los avatares de la vida y las cuestiones de palacio un día Lisboa hubiese sido designada como capital de España. Las cortes y los cortesanos hubieran hablado en portugués y quizá dicho idioma hubiese acabado imponiéndose cómo el oficial en todo el reino imponiendose a los demás, en ese caso hoy los diputados madrileños estarían a mi lado defendiendo el derecho del castellano del mismo modo que yo defiendo el derecho del catalán».
Eso es catalanismo bien entendido, amor en Catalunya sin despreciar al resto del país. De hecho, la Lliga y el propio Cambó participaron en diversos gobiernos españoles. Sin embargo, Cambó y la Lliga son considerados como catalanistas en el resto de España y como franquistas por los nacionalistas catalanes. Por eso, aunque una parte de las primeras formaciones de CiU fuese herencia directa de la Lliga, nunca hablaron, hablan ni hablarán de Cambó, por más que, indiscutiblemente, fue uno de los mejores políticos catalanes y uno de los más decisivos.