Un conocido me decía ayer que el 26 de junio no iba a volver a votar a Podemos. Más allá de la alegría que me dio, me pareció interesante su reflexión: «estamos en una época de pactos, así que para qué voy a votar a un partido con el que nadie va a pactar». La reflexión es clara, simple, pero no por ello menos inteligente.
Yo ya he escrito alguna vez aquí que Podemos, con su extremismo, estando en contra de la Constitución, yendo de la mano de los independentistas y tratando de defender a personas como Otegi, se ha creado un micromundo en el que nadie puede entrar, más aún cuando estos se creen que tienen la sartén por el mango. De modo que o gana por mayoría absoluta, que eso no va a ocurrir, o les será imposible estar en el Gobierno.
Muy obcecado hay que estar con Podemos o muy hipnotizado por los cantos de sirena de Pablo Iglesias, para no reconocer que quien votó a Podemos jamás pensó que ante la posibilidad de permitir gobernar a Pedro Sánchez y no a Mariano Rajoy, el partido morado decidiría no hacerlo.
Pero Podemos no quiere sacar al PP del Gobierno, su intención es dar el sorpaso a PSOE y, a falta de conseguir más votantes, su táctica es que más partidos entren en coalición con ellos. Así, si no pueden convencer a personas, intentarán comprar almas.
Los confluencias de Podemos son un engaño y, además, los líderes de la formación morada juegan con esa trampa; dicen ser la tercera fuerza más votada cuando son la cuarta pero, claro, ellos cuentan también a los diputados de las confluencias. Sin embargo, el pasado sábado, cuando Iñigo Errejín habló en LA SEXTA del gasto de Podemos en campaña, solamente contó los 2,2 millones de Euros que gastaron ellos, no teniendo en cuenta el gasto de En Marea, Compromís y En Comú Podem. Entonces, ¿qué ocurre? ¿Estos sólo son de Podemos cuando nos interesa?
Ahora el trabajo de la formación de ultra-izquierda está en convencer a Izquierda Unida e, incluso, al partido animalista PACMA, de que formen parte de Podemos. Eso son 1 millón 50 mil votos o almas. Pero en la política ese tipo de cuentas no siempre salen. De hecho, rara vez sale salen. Pero, para Podemos, parece que lo importante no es ver cuánta gente le apoya, sino única y exclusivamente ser parte del bipartidismo que tanto criticó.
No sé si muchos de los que votaron a Podemos el 20D piensan cómo mi conocido, si verdaderamente harán esa reflexión y se darán cuenta de que el voto a Podemos es un voto perdido y que los que verdaderamente desean un cambio tendrán que utilizar el voto útil, cosa que, en la política actual, es aquel que va a un partido con posibilidades real de cambio a través de pactos.
Soy de la opinión de que no habrá grandes cambios en las elecciones y que la cuestión estará más en que los partidos abandonen las líneas rojas y no en que los españoles cambien el voto.
Con la más que presumible victoria del PP, los partidos tendrán que comenzar a pensar en qué peaje le piden a los populares a cambio de dejarles gobernar y ahí es donde, a mi parecer, las cabezas de Mariano Rajoy y de alguno de los más cercanos a él pueden peligrar.
Las formaciones deben tener claro que todos deberán ceder y que el Partido Popular no puede pretender que otras formaciones le apoyen sin más. Yo espero que eso no ocurra; me encantaría pensar que habrá un vuelco y que los españoles valorarán el esfuerzo de Ciudadanos para formar gobierno, para evitar las elecciones. Si eso no ocurre, desearía que la menos, la formación naranja, fuera decisiva para poder formar un gobierno, ya sea de PP o de PSOE.
La nación tiene en estos momentos dos grandes peligros y ambos están dentro de casa: uno es el radicalismo de extrema izquierda de Podemos y, el otro, el independentismo. De modo que, queramos o no, los partidos constitucionalistas deberán entenderse.
«Qué decepcionado estoy con Podemos» dijo mi conocido y lo cierto es que yo, que jamás pensé en votar al partido de Pablo Iglesias, también lo estoy. Qué triste es que, escondido en una fachada de partido nuevo, haya una ideología del siglo XIX y qué pena que partidos como UPyD o, incluso, la propia Izquierda Unida de hace un tiempo no tengan sitio en este Congreso y Podemos sí.
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