Cataluña XI (de 1939 a 1980) Lo que el nacionalismo nunca te contará

Al acabar la Guerra Civil con la toma de Madrid (podéis encontrar la anterior entrada de este ciclo aquí), el Dictador Franco prohibió las asociociones y partidos políticos, así mismo cualquier tipo de gobierno autonómico. El President Lluís Companys se exilió en Francia, como muchos otros republicanos españoles.

Las autoridades franquistas pidieron la extradición a los alemanes que habían conquistado militarmente gran parte del país galo. El 13 de agosto de 1940, Companys sería deportado, llevado a Madrid y después a Barcelona, donde sería recluido en el Castillo de Montjuïc. Allí sería juzgado y fusilado, el 15 de octubre de 1940, por rebelión militar.

La ejecución de Companys ha sido clave a la hora de vender la Guerra como algo entre España y Catalunya, dando a entender que Catalunya fue totalmente contraria al bando nacional. Sin embargo, como ocurrió en toda España, en Catalunya también había partidarios de uno y otro bando, más allá de los aliados políticos de los que ya hablamos en parte en nuestra anterior entrada.

Fotograma de la Pelicula «Companys Un proceso a Cataluña»

Sin embargo, los catalanistas de derechas acabaron en gran mayoría en el franquismo. Nombres de la Lliga como Eusebi Bertrand i Serra, quien ya en guerra escapó de la Catalunya de Companys para huir a la España Nacional, o Joan Ventosa i Clavell, que dió grandes cantidades económicas para mantener la nuevo régimen, por no hablar de Eduardo Aunós, que pasó de diputado de la Lliga a ser Ministro de Justicia de Franco en 1943, son buenos ejemplos de ello.

Además de políticos, hubo muchos catalanes universales que apoyaron el fascismo, como Dalí que en 1949 regresó a Catalunya. La tragedia de la Guerra le cogió muy cerca ya que su hermana Anna Maria sufrió la represión por parte del bando republicano por pertenecer a una familia burguesa. Acusada falsamente de espionaje, estuvo diecisiete días encarcelada en varias prisiones donde sufrió múltiples torturas y violaciones. Sufrió una fuerte crisis nerviosa que le salvó la vida puesto que, a raíz de esta crisis, salió en libertad.

Josep Pla, Juan Antonio Samaranch, Jose María de Porcioles, Josep Gomis, Narcís de Carreras… son otros de los nombres de catalanes que apoyaran a Franco. Hay casos particulares, como el de Josep Maria Pons i Gurí, que durante la República fue Presidente de l’Acció Catòlica y de la Lliga; pasó la Guerra escondido y, tras la victoria nacional, volvió a la vida pública para ser alcalde de Franco en Arenys de Mar. Fue Diputado Provincial hasta 1954 y, tras la muerte de Franco, se enroló en Convergència.

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Dedicó sus días a rescatar la historia de las instituciones de la Catalunya medieval y en 1987 recibió la Medalla de Oro de la Universidad Pompeu i Fabra. Publicó en catalán durante el franquismo Estudi dels pilots (1960), El llibre de la Universitat de la Vila de Blanes (1969) y Senyors i pagesos (1978).

El idioma catalán estuvo prohibido totalmente hasta 1941, si bien es cierto que fue perseguido hasta 1946. Ese mismo año, se permitió el teatro en dicha lengua, así como también el Orfeó y la edición de algunos libros en catalán. Sin embargo, en Catalunya se ha repetido tanto la historia de que el catalán estuvo totalmente prohibido que, aún hoy en día, los catalanes jóvenes creen que hubo una persecución a cualquier tipo de cultura catalana. Albert Branchadell, en su obra L’aventura del catalá , reconoce que «las dificultades del catalán durante el franquismo fueron de más a menos«.

En 1947 se organizó el premio literario Joan Martorell a la novela en catalán; en 1954 la obra La Ferida Luminosa tuvo 100 representaciones en el Teatro Romea; en 1955 al autor Segarra le concedieron la Gran Cruz de Alfonso X por su obra en catalán; en 1956 nacía el premio Lletra d’Or al mejor libro editado en catalán; en 1961 Fèlix Millet i Maristany, banquero y excombatiente franquista en Burgos, crea Òmnium Cultural que en 1967 tendría reconocimiento nacional como asociación de la cultura catalana… Sí, han leído bien, una de las asociaciones que más luchan ahora por el separatismo catalán fue fundado por franquistas. En 1968 nació el premio Josep Pla para la novela en catalán y en 1969 el Premi d’Honor a les Lletres Catalanes.

También hubo revistas infantiles en catalán durante el franquismo. De este modo, por ejemplo, en 1951 apareció L’infantil que en 1973 pasó a llamarse Tretzevents, así como también en los medios de comunicación, poco a poco, se comenzó a utilizar el catalán. En 1949 Radio Barcelona realizaba un programa en el cual se hablaba de libros en catalán, en 1952 se graba la película en catalán El Judes y en 1964 TVE comenzó a emitir el programa Teatro Catalán y en 1967 el informativo en catalán Marenostrum. 

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En lo estrictamente político, la Generalitat continuó en el exilio. A la muerte de Companys, Josep Irla, presidente del Parlament de Catalunya, elegido en 1938, asumió interinamente el cargo de la presidencia de la Generalitat en el exilio y en 1945 formó un gobierno. A partir de su dimisión en 1954, un grupo de antiguos diputados del Parlamento catalán, reunido en la embajada española en México (porque el gobierno mexicano no había reconocido el régimen de Franco), decidió mantener la continuidad institucional y eligió como presidente de la Generalitat a Josep Tarradellas, que en 1937 había sido primer consejero del gobierno catalán y consejero de Finanzas.

La designación de Tarradellas era polémica para los más nacionalistas ya que estaba alejado de los pensamientos separatistas. Siempre instó a los catalanes a integrarse con el resto de España, que los catalanes debían dejar de ser victimistas y abandonar sus prejuicios nacionalistas.

Sin embargo, su actitud no sólo fue siempre contraria a la independencia y a los «Países Catalanes», lo que ha hecho que para muchos separatistas sea visto como un traidor a Catalunya. Josep María Benet fue muy crítico con él: «Tarradellas no es un hombre responsable. Manda a base de órdenes y presiones. Fuera de la liturgia, en Cataluña no se ha hecho nada por la preautonomía y se están cometiendo graves errores como, por ejemplo, la congelación de la Asamblea de Parlamentarios. Ahora resulta que diputados y senadores nos hemos de reunir para discutir diversos temas, y no sabemos cómo hacerlo para que nuestro presidente no se enfade(…)Los partidos piensan como yo, pero no hablan porque están dentro del Gobierno y tienen miedo. Nadie se atreve a enfrentarse con el presidente, yo lo hago porque soy independiente(…)Tarradellas no sabe lo que es gobernar; su única obsesión en estos momentos es crear una importante secretaría de la Generalitat para controlarlo todo. Para colmo, no existen las demás nacionalidades, sólo existe el Gobierno de Madrid; a éste sí que le tiene un gran respeto».

Tras la muerte de Franco, regresó nuevamente a España, después de realizar varias negociaciones con Salvador Sánchez-Terán y el Presidente Suárez, quien le reconoció la legitimidad del cargo que ostentaba, nombrándole Presidente del Gobierno Preautonómico de Coalición en 1977. El 23 de octubre del mismo año, en el balcón del Palau de la Generalitat, gritó a la multitud concentrada en la plaza de Sant Jaume «Ciutadans de Catalunya, ja sóc aquí!». Fue muy simbolico no referirse a los Catalanes sino a todos los ciudadanos de Catalunya.

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En dicho discurso, instaba a los ciudadanos de Catalunya a trabajar para ser ejemplo para todos los pueblos de España, lo que supuso que todos los ciudadanos de Catalunya, fuesen del color político que fuesen o hubiesen nacido dónde quiera que fuese, lucharan por el estatuto de autonomía cuyo referéndum fue el 25 de octubre de 1979 y fue votado con un 88% de votos afirmativos, si bien es cierto que la participación fue muy baja con un 59,7%.

El 20 de marzo de 1980 se celebrarían las primeras elecciones autonómicas en Catalunya desde 1932. En ellas, la fuerza más votada fue la de Convergència i Unió de Jordi Pujol con el 27,8% de los sufragios. El PSC-PSOE de Joan Reventós consiguió el 22,3%; el PSUC de Josep Benet el 18,7%; la UCD de Anton Cañellas el 10,6%; ERC de Heribert Barrera, partido que había gobernado antes de la Guerra, consiguió el 8,9%; y, sorprendentemente, el Partido Andalucista conseguía el 2,6% de los votos, obteniendo dos escaños. De este modo, la normalidad democrática volvía a Catalunya y Jordi Pujol era proclamado President de la Generalitat.

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